Tan anhelada como fugaz, la cuarta temporada de Sherlock se ha ido tan rápido que casi no nos dio tiempo a despedirnos… Y tal vez lo haya hecho para siempre. El pequeño adelanto, con viaje en el tiempo incluido a la época victoriana, que significó su capítulo especial ‘La novia abobinable’ sirvió no sólo de homenaje al tradicional e icónico personaje de Sir Arthur Conan Doyle sino para añadir aún más expectación ante la inminente nueva temporada.

Y por fin, el nuevo año trajo consigo buenas noticias para los seriéfilos: de nuevo la serie estrella de la BBC regresaba -esta vez vía Netflix- a nuestras pantallas y dispositivos digitales con su habitual trinidad episódica y nuevas e intrincados misterios para ambos protagonistas. Tres historias, 270 minutos en total, reapariciones y desapariciones inesperadas, curiosas revelaciones… la cuarta temporada ha sido breve pero intensa. De todos es conocido el bienintencionado empeño del equipo malatintero para que disfrutéis de series y cine, de modo que evitaremos graves spoilers para aquellos que aún no hayan sucumbido a la tentación o carezcan de acceso a la plataforma estadounidense por el momento.

Si bien algunos aluden a pequeños altibajos en el argumento, lo cierto es que la nueva -y desconocemos si última- temporada de la serie ha puesto de manifiesto que toda producción que lleve este nombre propio – si bien actualizado, modernizado e innovado a los tiempos actuales con gran maestría- sigue siendo sinónimo de éxito. Sin embargo, todo apunta, según las malas lenguas virtuales a que tal vez nos enfrentemos a un punto y final definitivo. La ausencia del habitual cliffhanger característico de esta serie, los rumores que apuntan a una fría relación entre los actores protagonistas y la existencia de una cierta premisa: ‘una retirada a tiempo es una victoria’ otorgan cada vez más fuerza a esta posibilidad.

Y es que la serie cocreada por por Steven Moffat y Mark Gatiss (que interpreta a Mycroft, hermano de Holmes, en la serie), ha alimentado con gran pericia nuestras ansias seriéfilas. Llegó pisando fuerte: temporadas de tan sólo tres episodios, guiones caracterizados por la audaz mezcla de humor y misterio nos ofrecían una extraña e interesante renovación de un personaje manido y reiterado en la historia catódica y cinematográfica hasta la saciedad. Sin embargo, el gran atractivo del personaje y la honesta revisión sin perder los detalles icónicos de los libros originales lograron cumplir su objetivo.

Unos entonces menos conocidos Benedict Cumberbatch como Sherlock Holmes y Martin Freeman como su leal amigo, el doctor John Watson, se acomodaban hace algunos años,y temporalmente, en el 221b Baker Street -donde ha habitado un centenar de grandes intérpretes como Johnny Lee Miller, Ian McKellen, Robert Dawney Jr o Peter Cushing, para enfrentarse a Moriarty y otros terribles villanos en una serie que se ha convertido en un deleite audiovisual. Con una puesta en escena y un ritmo dinámico más propio de la gran pantalla, esta película ‘en serie’ ha ofrecido diversión y entretenimiento en estado puro.

Esta última temporada, más sombría que las anteriores, ya no era ofrecida por TNT sino por Netflix, y traía incorporada su propia historia de intriga y misterio: la filtración del último episodio a cargo de unos hackers rusos y que la BBC investigará de forma fehaciente y que muchos interpretan como un acto de represalia contra la cadena y el Reino Unido. La propia productora de la serie, Sue Vertue, solicitaba a través de Twitter a los seguidores de la serie que no compartieran esta filtración.

Netflix nos ha ofrecido con tan sólo un día de diferencia con respecto a la emisión de la BBC estos nuevos y más que probables últimos capítulos, con un Sherlock más consciente de sus actos, mas humano, frente a frente a su eterno contrapunto Watson, esta vez con mayor carga emocional. Tan sólo el tiempo desvelará la gran intriga que se niegan a desvelar sus creaciones: su continuidad, si bien todo apunta a que la serie ha rubricado de forma silenciosa un punto y final.