No es extraño ver a un personaje famoso en un museo, sobre todo si éste es de cera y la estrella –o su inerte gemela- es la auténtica protagonista. Pero lejos de entrar en estos derroteros, lo que sorprende es la creciente tendencia a que sea el propio museo el que se desplace hasta sus lujosas mansiones.
En los últimos años, numerosos titulares han dejado boquiabierto a los ‘plebeyos’ de a pie al informarse sobre las boyantes cifras que algunas celebrities han desembolsado para hacerse con algunas piezas de arte. La excentricidad llega a límites insospechados y ahora lo cool no es lucir caros complementos de moda o potentes coches de lujo, sino alardear en su círculo de amigos de haber decorado las estancias de sus residencias con costosos artículos de arte no aptos para cualquier bolsillo.
Leonardo DiCaprio y el Dalí de 1,42 millones

Uno de los ejemplos más claros de este afán de las estrellas de Hollywood por atesorar obras de arte lo encarna Leonardo DiCaprio. A mediados del mes de septiembre del presente año, el actor estadounidense acudió a la sala de subastas de la Casa Phillips de Nueva York con la firme intención de hacerse con una de las últimas obras del joven pintor de 28 años, Óscar Murillo. Tan maravillado estaba por esta creación abstracta sin título, que en el catálogo aparecía descrita como “pulverización de pintura, el esmalte, suciedad y técnica mixta sobre lienzo”, que el intérprete de Titanic se enzarzó en una dura batalla por conseguirlo a cualquier precio. La pieza salía al mercado por un valor inicial de unos 40.000 dólares, pero DiCaprio tuvo que multiplicar esa cifra por diez si quería adornar su casa con este cuadro. Al final, desembolsó 401.000 dólares, hecho que generó una oleada de titulares.
No obstante, esta suma no es nada si se compara con los 1,42 millones de dólares que tuvo que abonar para adquirir una de las deseadas piezas del artista catalán Dalí, conocida como Chevaliers en parade, fechada en 1942. Lo hizo en otra casa de subastas londinense, la prestigiosa Christie’s, donde también intentó llevarse a casa dos obras de Picasso. Unos gustos que no están al alcance de cualquier persona por muy estrella hollywoodiense que sea.
Brad Pitt y su colección millonaria
Pero si Leonardo DiCaprio escandaliza con sus últimas adquisiciones, Brad Pitt no se queda atrás. El actor adquirió el pasado verano una pintura del artista alemán Neo Rauch, conocida como Erappe, que está valorada en un millón de dólares. Para ello, el marido de Angelina Jolie se desplazó hasta la ciudad germana de Kassel, donde se celebraba una gran muestra de arte contemporáneo a sabiendas de que allí se expondrían obras de su pintor favorito, del que ya posee varias creaciones.

Pero el matrimonio más mediático de la Meca del Cine no sólo se declara fan de este artista vanguardista. Además de coleccionar hijos de distintas culturas, también se han declarado admiradores del grafitero Banksy. Meses después de conocerse la compra del último cuadro de Rauch, la pareja adquirió tres nuevas obras del controvertido artista británico, uno sobre los duques de Cambridge, otro de la reina Isabel II y un tercero con la desaparecida Amy Winehouse como protagonista. Obras cifradas en 400.000 dólares, que se suman a la colección que ya poseen de Banksy, entre las que destaca Picnic in Africa, donde se puede ver a una familia burguesa disfrutando de una agradable merendola en la playa rodeada de una quincena de africanos hambrientos. Con todo ello, el patrimonio artístico del matrimonio continúa creciendo en tamaño y valor. Una colección que ya supera los 25 millones de dólares.
Jennifer Aniston y su adquisición por caridad
Quizá sea fruto de la casualidad, pero la que fuese mujer de Brad Pitt nunca había mostrado interés por este mundillo hasta que le conoció. No obstante, tras su tormentosa relación, Jennifer Aniston no ha querido olvidarse de este aspecto relacionado con el deseado actor que tanto daño le provocó en su momento. El pasado septiembre de 2011, la actriz adquirió un cuadro por 330.000 euros para ayudar a los más necesitados a través de una subasta benéfica organizada por Christie’s a favor de los damnificados por el terremoto de Haití. La obra en cuestión se trata de un Glenn Ligon y la intérprete acogió con efusiva alegría el momento en el que el martillo sentenció que la suya era la puja más elevada y, con ello, la ganadora.
Thalía, la mayor fan de La Doña
Christie’s también ha sido la casa de subastas encargada de cumplir las pretensiones artísticas de Thalía. La cantante adquirió un retrato de su admirada María Félix por 66.000 dólares. Una obra firmada por el último marido de la diva latinoamericana, Antoine Tzapoff, titulado Amazona, en el que la legendaria actriz mexicana aparece cabalgando sobre un rinoceronte luciendo un look al más puro estilo oriental. Una pieza que no sólo tiene un gran valor de mercado, sino que también posee una amplia estima personal para la artista: “Esta pintura significa mucho para mí porque conozco su historia por boca de la misma María. Ella cuidaba mucho los detalles y supervisó la fabricación del marco y la forma de las mariposas. Nadie cuidará del cuadro mejor que yo», confesó Thalía ante los medios una vez que se conoció su adquisición.
Rihanna, seducida por los cristales de Swarovski
En tan sólo unos años, Rihanna ha visto cómo su fortuna multiplicaba los ceros casi por arte de magia. Nunca ha tenido muy claro en qué invertir sus millones y, al final, sus decisiones no han sido las más acertadas acercándose al lado oscuro de la fama. No obstante, en febrero del 2012 quiso acabar con parte de esa oscuridad adornando su pared con 65.000 cristales de Swarovski, que retrataban a la icónica Marilyn Monroe. Una obra que “cambia constantemente de color, emitiendo arco iris por toda la habitación”, como así ha dado a conocer la propia cantante de Barbados, que no tuvo reparos en pagar 120.000 euros por una obra tan exclusiva como esta.

Estos son sólo algunos de los ejemplos que evidencian el gusto de algunos famosos por el arte. Lo que no quiere decir que tengan gusto o que entiendan de aquello que compran. Al menos es lo que considera Thea Westreich, una asesora de inversiones en el mercado del arte en Nueva York: “Hay mucha frivolidad en el actual mercado del arte, lo que atrae a compradores como las celebrities. Pero son muy pocos los que demuestran tener auténtico gusto, por lo que apenas alteran el mercado”. Hecho que podría evidenciarse con el engaño que sufrió el cómico Steve Martin en 2004, que compró un cuadro por 700.000 euros pensando que se trataba de un original de Heinrich Campendonk. No era así, pero no fue él quien se percató del fraude, sino Christie’s cuando ya era tarde. El actor revendió la obra por 500.000 euros, lo que supone una pérdida de 200.000. No obstante, el comediante encajó bien el golpe y en su cuenta personal de Twitter bromeó sobre el asunto: “En otra ocasión fui estafado por una ensalada vegetariana alemana que estaba llena de jamón».