No es la primera vez, ni será la última, en que dos películas que abordan la misma temática son estrenadas casi al mismo tiempo. Fueron meses de diferencia, meses, que se convierten en segundos cuando el tema a abordar es ni más ni menos que una personalidad como Yves Saint Laurent. Como la amiga (enemiga) que lleva a la fiesta exactamente tu mismo vestido, solo que en esta ocasión el abanico de tonalidades de ambos atuendos no hubiera podido ser más dispar.

Lejos de la veneración de Jalil Lespert en su Yves Saint Laurent, Bertrand Bonello decide abordar la historia del magnate de la moda desde otro punto de vista. El suyo, quizás. ¿O quizá el de todos los que rodeaban al diseñador?

saintlaurent6El Saint Laurent de Bonello cuenta la historia del modisto (interpretado por un Gaspar Ulliel en estado de gracia) una vez alcanzado el reconocimiento mundial, una vez habiendo sentado cátedra en cuanto a la tendencia mundial de la moda femenina. Los años 60 corren por las venas de un joven Yves Saint Laurent, venerado y querido por todo su equipo de costureros, adorado por las modelos (incluso por las de Chanel), deseado por su pareja y sumido en una vorágine de fiestas, sexo y drogas algo habitual que se vuelve más que constante en el momento en el que el modisto conoce a Jacques de Bascher.

Quizá la ajetreada vida del modisto merecía lo que Bertrand Bonello saintlaurent5ha hecho con ella. O quizá no. Pero lo cierto es que el director ha conseguido algo totalmente hipnótico: desde la estética preciosista, hasta el maravilloso vestuario creado por Anais Romand, el taller de alta costura de la firma, pasando por las fiestas del diseñador y los peculiares amigos de éste, todo es un conjunto que mezcla a con una pasmosa perfección lo onírico y lo real que te contagia desde el primer plano y que te hipnotiza los sentidos con una combinación maestra a nivel de música y fotografía, a cargo de Joseé Deshaies. Todas las escenas de discotecas son sobresalientes en realización, especial mención a la primera vez que aparece Jacques de Bascher que, lejos de parecer rutinaria, resulta simplemente espectacular.

saintlaurent2Bonello hace en Saint Laurent una película de contrastes, una película en la que todo está brillantemente (y esto, a veces, se traduce un hermoso sentido literal) en contraposición al personaje principal. Bonello no cuenta la vida de Yves Saint Laurent. O al menos no hace solo eso. Bonello usa al personaje para contraponerlo a una época (la del Mayo del 68, jamás representado con la originalidad de esta cinta, elípsis incluida) y aún a una mentalidad. Es el espejo de una sociedad (de pudientes, eso sí) desenfrenada en todos sus frentes. Drogas, sexo y rock ‘n’ roll: el espejo de una cierta y turbia irresponsabilidad que se percibe y siente menos maligna y hasta frágil o desamparada con Bonello tras la cámara.

Saint Laurent busca no tanto entender los motivos inspiradores del artista, sino más bien compranderle, entender su mundo y con ello sus creaciones y el porqué de su decadencia. El Yves Saint Laurent creado por Bonello es un fiel reflejo de elegancia, pero también de tristeza; es un reflejo de color pero también de sobriedad; es un reflejo de la festividad pero también de la soledad y, sobre todo, a los ojos de Bonello, Yves Saint Laurent es un reflejo de vida, pero también de muerte en vida.

Tanto es así, que el desfile final que aparece en la cinta y que fue clave para la trayectoria profesional del diseñador, no es presentado como un desfile al uso sino totalmente fragmentado hasta en siete pantallas distintas que consiguen aunar la belleza y la imperfección de todo un mito de la moda probando, una vez más, que ser un maestro, como todo, tiene sus adversidades.