Los edificios construidos en el pasado tienen ese misterioso halo de curiosidad que despierta la imaginación de quienes los visita. Los que más admiración despiertan son aquellos lugares donde ha ocurrido un hecho luctuoso, los que tienen un largo pasado histórico a sus espaldas o han sido lugares donde el dolor y la muerte aún laten dentro de sus paredes. El ser humano parece que necesita de ese contacto con lo desconocido que le recuerda que la vida tiene algún sentido y que si, por algún casual, no llegase a buen término está condenando su energía a quedarse vagando durante toda la eternidad en el lugar donde todo aconteció.

No es de extrañar que lugares como las Islas Británicas sean zonas donde la creencia en fantasmas sea tan habitual y tengan tanta popularidad que no les moleste habitar en edificios compartiendo su día a día con estos invisibles inquilinos. Pero, ¿y si el lugar elegido para residir hubiese albergado una antigua prisión donde los condenados esperaban su sentencia para ser ejecutados? La firma arquitectónica Coffey Architects no ha tenido ningún reparo a la hora de habilitar las antiguas estancias y zonas ajardinadas de la antigua prisión de Clerkenwell para transformarla en una bonita casa para vivir.

Este antiguo edificio fue construido en el año 1847 en un lugar un tanto apartado y lejos de la única carretera que pasa por la zona. Es por ello que esta residencia ha sido bautizada con el nombre de Hidden House, al estar escondida, de alguna manera, de las miradas ajenas, a pesar de su fachada de ladrillo visto que no pasa desapercibida.

El interior resulta asombroso. Se han conservado los espacios y los tragaluces originales de la antigua construcción, permitiendo un juego de luces y sombras que dan amplitud a determinados espacios. Además del uso de grandes ventanales, los tragaluces permiten iluminar aquellas estancias donde no es posible abrir vanos laterales y dar una sensación de mayor calidez al interior. Para esto último, también se utiliza madera de roble que recubre las paredes y que también se ha empleado para la construcción del mobiliario de toda la casa. Los espacios resultan amplios y la madera permite un juego de escondite de las habitaciones, que permanecen  ocultas a la vista de los curiosos. A la vez, los ventanales permiten un contacto más amplio con el pequeño jardín exterior y favorecen la comunicación entre ambos espacios.

Una casa que aúna el pasado histórico con la modernidad, respetando espacios y elementos y que desconocemos si alguna alma en pena sigue vagando entre sus paredes a la espera de un juicio justo. Habrá que preguntar a sus propietarios si habitan entre fantasmas.