60, 59, 58… ¿Qué harías si supieras que sólo te queda una hora de vida? Probablemente la primera reacción es querer hacer de todo y no pensar con claridad qué es lo que realmente vale la pena, pero obviamente en un momento de tensión como éste, la claridad mental brilla por su ausencia. Roger-Pol Droit, director de filosofía de la UNESCO, nos presenta este gran interrogante en su nuevo libro ‘Si sólo me quedara una hora de vida’.
Un ejercicio para enfrentarse a la realidad, que nos hace plantearnos la diferencia entre lo esencial y lo superfluo de la existencia, cuestionarnos qué cosas amamos o cuál es el recuerdo que queremos dejar antes de irnos. Según Droit la muerte es la única certeza de la vida y un ejercicio tan extremo nos sirve para tener presente que hay un final y así poder llevar una vida más humana hoy.
30, 29, 28… Saber que sólo te quedan unos minutos de vida puede aliviar todas las preocupaciones del día a día, qué importan ya las facturas, las obligaciones, los deberes diarios… Todas estas ansiedades pasan a un segundo plano para dejar paso a otras que no están en nuestra cabeza normalmente y que de repente empezamos a observar de una forma nostálgica, como siempre que sabemos que vamos a perder algo o a alguien que apreciamos.
Y es que este escritor y periodista francés nos recomienda hacernos esta pregunta para poder ser más felices con lo que tenemos en nuestra vida, ya que nos pasamos la vida haciendo proyectos y viviendo para el futuro, y si sólo nos quedara un pequeño presente de vida, probablemente nos desprenderíamos de todo lo prescindible.
Un experimento que ha presentado, como es de costumbre con sus libros de filosofía, a través del teatro, realizando performance en Madrid y otras ciudades europeas para acercar la filosofía a un público más amplio y descubrir con estos experimentos, que la relación entre nuestro cerebro y la realidad no es tan sencilla como parece.
3, 2, 1… Una hora nada más… ¿En qué la emplearías?
Deja una respuesta