Una de las exposiciones más novedosas de este verano es, sin duda, la dedicada en el Museo Thyssen-Bornemisza al pintor Víctor Vasarely. Por temática podría ser una apuesta perfecta para el Museo Reina Sofía, pero el Museo Thyssen quiere así homenajear al artista húngaro con una exposición monográfica acerca de su vida y su obra. Para esta puesta en escena se ha contado con diversos préstamos, como el del Museo Víctor Vasarely en Pécs, la Fundación Víctor Vasarely en Aix-en-Provence, el Museo Vasarely de Bruselas y otros de colecciones particulares.

Pero, ¿quién era Víctor Vasarely para dedicarle una exposición monográfica de tal calibre? Es cierto que a muchos espectadores, el arte del siglo XX no les termina de convencer. La ruptura visual que supone la entrada de elementos innovadores y abstractos no gusta a un amplio sector de la población. Muchas veces se ha podido oír eso de “donde esté un Goya que se quite un Duchamp”. Y razón no falta, por desconocimiento, por falta de interés o porque simplemente hay que entender que Duchamp se atrevió a desafiar las normas establecidas para decir “señores, un urinario también es una obra de arte”. Y ese acto de desafío a lo convencional de la sociedad de su época fue lo que hizo evolucionar el arte del siglo XX hasta la actualidad.

Víctor Vasarely fue el artífice de una nueva forma de comprender visualmente el arte del momento. Aunque comenzó estudiando medicina, sintió una gran atracción por el mundo del arte abstracto que llegaba por aquel entonces a Hungría con los discípulos de La Bauhaus. Desde el principio se convierte en el precursor teórico y práctico de lo que se conocerá como Op Art o arte óptico. En su Manifiesto Amarillo recoge sus reflexiones sobre la plástica bidimensional, tridimensional y multidimensional, así como los conceptos de recreación, manipulación y expansión.

Vasarely tiene claro que el arte no es un mero entretenimiento para el hombre instruido e intelectual. El arte debe llegar a todos. Por ello, sus representaciones se basan en acciones seriales y geométricas, fáciles de comprender, en un intento de enseñar al espectador el sentido del movimiento en la representación pictórica. Su propuesta intenta involucrar al espectador activamente en el proceso visual de la obra, a través del tiempo y el movimiento, con la finalidad de producir una respuesta óptica y fisiológica en su retina, pero también psicológica en su cerebro.

El Op Art aparece como un arte puramente óptico, basado en los fenómenos de la captación visual de un objeto. Realmente lo que intenta es captar el movimiento virtual que se genera al visualizar ciertos esquemas geométricos según el espectador se va desplazando de la obra, ya sea a derecha o izquierda, arriba o abajo, o simplemente mirando desde una posición estática. Por este motivo, muchos historiadores incluyen el Op Art como parte del Cinetismo o arte del movimiento real, al causar ese efecto de movimiento visual de la imagen observada.

Víctor Vasarely consigue dar así un enfoque más científico al arte del siglo XX, gracias a estas investigaciones sobre el concepto del arte óptico y del movimiento. Y también ha conseguido ayudar al campo de la psicología a entender los efectos que se producen en el cerebro al captar ciertas imágenes que, estando en reposo, parecen crear movimiento con la simple observación. Tal vez habrá sido su formación como médico la que ha contribuido a dar ese giro fascinante para unir arte y psicología de esa manera. Lo que sí sabemos es que todas sus investigaciones y reflexiones han contribuido de forma espectacular al mundo del arte, tanto al campo del movimiento, de la óptica y de la comprensión color.  ¡No se pierdan la exposición monográfica de este verano!

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