Durante la época griega y romana, el teatro era parte de la vida diaria de sus habitantes. Los actores subían al escenario para interpretar obras de los autores más importantes del momento y que tenían como temática principal la expresión de las pasiones humanas. La máscara era uno de los elementos principales del atrezzo de cada uno de los personajes que iban a interpretar. Cubrían el rostro del actor para que fuera capaz de transformarse y de dar vida a una nueva persona, que no tenía nada que ver con el ser humano que se escondía tras el antifaz. Una vez la obra terminaba, el actor se desprendía de la máscara para recuperar su personalidad y su identidad.

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El grupo de artistas que se esconden bajo el nombre de Unmask Group han permanecido en el anonimato durante mucho tiempo. Tal vez porque, al igual que los actores de la antigüedad clásica, necesitaban de una “máscara” para poder expresar un mundo interior que de ninguna otra manera habrían sido de capaz de liberar sin ella. Tres son los artistas que dan nombre a este equipo: Liu Zhan, Kuang Jun y Tan Tianwei. Todos ellos se conocieron mientras estudiaban bellas artes en la Universidad de Pekín y, desde 2001, comparten taller y obras.

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Sus esculturas están realizadas en metal y muestran la disolución de lo que representan o tal vez el nacimiento de las mismas. Sus líneas suaves y la ausencia de materia hacen que parezcan delicadas y sensuales. La figura se desvanece y reaparece de nuevo, al mismo tiempo, creando una sensación atemporal y de ingravidez. Con ello, intentan desenmascarar el significado interior que guardan cada una de sus obras y ser voz de todo lo que ocurre actualmente en el mundo en el que viven, incluso más allá de las fronteras del gigante asiático.

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Uno de los elementos más importantes de estas obras es la filosofía y el lenguaje visual que intentan transmitir al espectador, por medio de un arte conceptual expresado a través de figuras de gran tamaño que transmiten imaginación y un lenguaje poético que dotan de tangibilidad a la obra. Y es esa sensación táctil la que convierte la ausencia de cabello de estas figuras en un símbolo de la especialización y autoprotección del ser humano, en una época marcada por el desarrollo tecnológico y la crisis económica, como un animal que se protege de las inclemencias del tiempo y se camufla de los depredadores con su pelaje. Para estos artistas, el hombre actual necesita de protección tanto física como espiritual y la ausencia del mismo es el elemento que lo marca, como reacción ante una realidad descorazonada.

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Los gestos de los rostros muestran las relaciones sociales actuales y el status que ocupan cada uno de ellos en la escala social. Los colores empleados también nos hablan de la realidad que habitan estos personajes, el tiempo que vivimos y el grado de esperanza que la humanidad siente ante la misma. La finalidad última es conseguir que la obra lleve a una liberación emocional al espectador y que se identifique con la misma.

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La escultura resulta así un acto de valor a través del cual unas manos expertas y una mente sensible transmiten un sentimiento común de una época y una generación que intenta llegar a abrazar a la humanidad, desenmascarando la verdad y manteniendo la dignidad y el orgullo de pertenecer a la raza humana.