Si eres ilustrador/a, dibujante o diseñador/a gráfico te vas a sentir totalmente identificado con la historia que te voy a contar a continuación. Hace unos meses, este mismo medio publicaba la carta que escribía el ilustrador Miguel Calero en su blog personal y la «elocuente» respuesta de un anónimo que se jactaba de la respuesta del ilustrador ante el trabajo precario; pues bien, la historia vuelve a repetirse.

Una situación surrealista que poco a poco tiende a convertirse en un insulto al gremio del arte y que parece no importar a una de las protagonistas de la historia. Irene, ilustradora y diseñadora gráfica, conocida en Twitter por Braveyoung recibe una oferta laboral de manos de su antigua vecina que pretende montar una nueva empresa y necesita un logo, pero poco a poco la historia va cambiando y la futura empresaria no duda en insultar y vejar a la joven ilustradora por querer una cosa: cobrar por hacer su trabajo.

Tras publicar en su perfil de twitter la interesante oferta de trabajo. Un día más tarde, Irene recibe la contestación de la hija de la emprendedora vecina.

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Parece una conversación sacada de una españolada de los 70, pero no. Muchos artistas se enfrentan a diario a este tipo de situaciones desagradables, en las que no sólo tienen que enfrentarse a clientes y empresas que pretenden aprovecharse y menospreciar el trabajo del ilustrador o diseñador a coste mínimo e incluso 0, sino a sobrevivir como freelance.

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