La última chapuza de las restauraciones viene desde Egipto. La barba de Tutankamón (que en realidad se trata del pene del faraón) se cayó accidentalmente de la máscara. El problema llegó cuando los restauradores trataron de colocarla otra vez utilizando pegamento epoxi, una resina que suelda las piezas, básicamente se trata de pegamento industrial. Una práctica nada recomendada en piezas de tan alto valor histórico-artístico como la máscara de Tutankamón. Al parecer el apéndice se habría desprendido después de unas labores de limpieza en el Museo del Cairo. Y lo peor de todo es que el adhesivo se puede observar a simple vista, dejando en evidencia la mala praxis de los restauradores.
Pero no es la mayor de las pifias de estos últimos años. No podemos olvidar nuestro Ecce Homo de Borja, convertido en todo un icono pop en 2012. Cecilia Giménez puso en el mapa al pueblo aragonés con una restauración de las que hacen historia. Hoy cuenta con su propio club de fans en Facebook y “su obra” recibe más de 70.000 visitas al año, una popularidad con la que no contaba la octogenaria ni su municipio.
En principio parece que la máscara de Tutankamón no ha recibido las mismas críticas que el Ecce Homo y está lejos de convertirse en un icono del siglo XXI.
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