Si pudiésemos viajar el pasado para conocer muchas de las obras que, prácticamente, ya han desaparecido seguramente nos quedaríamos pasmados ante muchas soluciones constructivas que se empleaban. En nuestro territorio predominan una gran cantidad de construcciones de época romana, entre las que cabe destacar la denominada villa. La villa era considerada una construcción fuera de la ciudad que podía tener como fin o bien el ocio y descanso de las clases más adineradas o una explotación agrícola o ganadera. En el caso de la primera, la villa era considerada casi un palacete. En el de la segunda, el fin era más económico y la construcción resultaba mucho más práctica. De este último tipo ha llegado hasta nuestros días los denominados cortijos o haciendas como herederos de ese pasado común que una vez nos unió con el Imperio de Roma.
Muy cerca del municipio portugués de Grândola se ha edificado una casa, que recuerda en su disposición y aspecto a este tipo de construcción romana. La firma de diseño Promontorio se ha unido a la del arquitecto Joao Cravo para dar como resultado la denominada Casa da Volta. Como si de una villa se tratase consta de un muro perimetral que la protege del exterior. Un exterior que presenta una tierra de cultivo donde crecen olivos. Así dicho, esta Casa da Volta podría asemejarse a una de esas villas tipo hacienda. Pero realmente la finalidad de esta casa es puramente de descanso.
La Casa da Volta de Promontorio y Joao Cravo se presenta con una planta cuadrangular delimitada por ese muro protector. Al interior, la planta de la vivienda toma aspecto de L, a excepción de una construcción auxiliar destinada a garaje y vivienda para los empleados del hogar. La Casa da Volta distribuye su aspecto en L partiendo de la puerta de acceso que accede justo a la zona media de esa misma L. A la izquierda de este punto, se distribuyen cinco dormitorios con sus respectivos baños (si, si, cada habitación tiene su propio baño). A la derecha de este punto se distribuye un salón, con un aseo para invitados, una sala de estar que hace las funciones de comedor y la cocina. Todo este espacio está comunicado entre sí y solo determinados elementos del mobiliario sirven para marcar el espacio de cada estancia.
Si el exterior de la Casa da Volta está marcada por el uso de la mampostería y la cal blanca que le da color, el interior también resulta de un blanco impoluto. La única gota de color interior la aporta el mobiliario o el suelo. Lo más destacable es el techo, que adquiere la forma de un artesonado de yeso, otorgándole ese grado de juego de entrantes y salientes donde la luz se convierte en la protagonista.
La Casa da Volta de Promontorio y Joao Cravo se convierte así en un lugar de reposo absoluto, lejos de cualquier ser viviente que no sea un olivo. Un lugar donde el blanco encalado da ese juego de luz tan típico del sur de nuestra península, deslumbrando a cualquiera que vaya a visitarla. El descanso se encuentra así dentro de la tradición constructiva, que no da lugar a desagradables o inoportunos imprevistos, dejando claro el principio de “menos siempre es más”.
Fotografía Luis Viegas.
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