Cuando la creación artística esconde un espíritu lúdico, divertido y travieso resulta de lo más atractivo para un espectador ávido de sorpresa e innovadoras propuestas. Provocar desde lo inesperado para ofrecer después una grata experiencia es la clave del trampantojo cuyo principal atractivo le aleja de la habitual funcionalidad de un arte figurativo para transgredirlo y buscar precisamente el extremo opuesto: fingir para aparentar que es algo totalmente diferente. Lo curioso de esta técnica es que tendrá éxito sólo si consigue engañarnos.

Perspectiva, sombras, ilusiones ópticas… cualquier truco que lleve intrínseco una ‘cruel’ misión, el engaño, es bienvenido. Esta técnica traspasa las fronteras de arte plástico o visual. El trampantojo ha viajado por naturalezas muertas, bodegones, representaciones arquitectónicas… hasta alcanzar otra dimensión y otras sensaciones. Ahora salta a los más exquisitos platos  para engañar el gusto de los comensales a través de una traicionera vista. Hoy, homenajeamos esta técnica dada la cercanía del aniversario del #diadeltrampantojo que se celebró en Twitter el pasado 8 de noviembre y con el fin de animaros a repetirlo.

Esta obsesión del ser humano por engañar al otro -que aplicamos desde épocas inmemorables en todas sus facetas, ya os hablamos del arte óptico– cuenta incluso en nuestro país con su propio término en la RAE: los trampantojos – o trompe-l’œil, para los francófonos- es una técnica pictórica, extendida al ámbito culinario, que pretende engañar al espectador con objetos -y alimentos- en otro escenario menos habitual. En el caso de la cocina, se añade otra dificultad, no se trata sólo de engañar sino de que tenga un sabor excelente.

El trampantojo gastronómico tiene como protagonistas a ingredientes que, poco contentos y aburridos de su imagen habitual, buscan ser otros totalmente distintos. Al contrario de lo que ocurre en otros ámbitos, esta incapacidad de autoaceptación y la obsesión por aparentar ser algo distinto a lo que uno es en esencia es precisamente la clave del trampantojo porque es una mera ilusión ante nuestros sentidos. La vista y el gusto –y a veces un olfato quizá no tan fácil de engañar- no son más que meros objetos de artificio para un ilusionista que esconde el verdadero secreto en su interior.

La cocina creativa es una fuente de inspiración para ofrecer engaños tangibles y con capacidad de ser saboreados. Estas ilusiones comestibles son infinitamente variadas. Simulaciones de aceitunas, caviar o risottos ofrecen las mismas texturas, colores y apariencia a nuestros ojos pero son sólo meras manipulaciones a manos de los más expertos e ingeniosos chefs. Esterificaciones, aceites, hidrógeno líquido, liofilización… el trampantojo viene precisamente de la mano del avance de  las técnicas culinarias que utilizan estos ‘artistas gastronómicos del engaño’ para simular los platos que homenajean.

Caviar de manzana, falso chocolate realizado con crema de morcilla con churros de patata, carpaccio de sandía, espaguettis de calabacin, sopa de champiñones simulando un café con leche, el aparente huevo con patatas paja y jamón que esconde realmente una clara es espuma de bacalao y una yema de chistorra, el huevo relleno de foie sobre muesli triturado con gelatina tipo cuba libre de vino humbolt del chef Rubén Cabrera… son muchas las originales creaciones que han surgido en este sentido.

Digna mención merece Jordi Roca, con su falso tomate de caramelo soplad; el sashimi de sandía de Paco Roncero; Ángel León y sus innovadoras creaciones, como la panceta marina elaborada con pulpo y manteca ‘colorá’ o la puntilla de calamar teñida con plancton simulando un pimiento; así como Diego Guerrero con su falso huevo natural realizado con su gel leche con coco convertido en gel  y yema con puré de mango coloreado con chocolate.

Muchos de ellos han sido protagonistas culinarios de Top Chef, un espacio en el que los trampantojos han ocupado momentos especiales. Si en la primera temporada Guerrero mostraba en qué consistía esta técnica, en esta segunda fue Begoña -la ganadora de 

top chef trampantojo firma

la época pionera – la que reaparecía en Top Chef con un trampantojo de gazpacho que simulaba ser champán. Precisamente esta prueba de última oportunidad acogió una excelente propuesta que logró una excelente valoración del juez Chicote: el concursante David García realizaba trampantojo de fuet y ‘pa amb tomaquet’ elaborado con chocolate blanco, almendras, azúcar glas, queso y avellanas, entre otros.

El mundo del ‘ilusionismo gastronómico’ no tiene límites sobre todo a manos de artistas con este espíritu rebelde e interesado por sorprender al comensal, bastan ejemplos como la repostería creativa o el propio mukimono a través de originales presentaciones. Como ejemplo de trampantojos que escapan de plato para ser admirados no sólo por comensales, pondremos como ejemplo a Hikaru Cho, artista japonés que crea ilusiones ópticas y muchas de ellas con alimentos que simulan ser otros muy distintos.

¿Quieres saber si eres un ben artista del engaño? Tan sólo tienes que simularlo en el plato. El día 8 #díadeltrampantojo es el día idóneo ¿te atreves a probar?