Basada en la novela de Andy Weir, The Martian es a los ojos de Ridley Scott, la historia de supervivencia de un hombre en el terreno más hostil de todos: Marte. La premisa principal de The Martian resultará interesante, sobre todo para los niños (ya crecidos) que fallamos en nuestro sueño de ser astronautas y como consecuencia nos apasionan hoy las películas del espacio.

themartian2Mark Watney, que así se llama nuestro superviviente, es un astronauta (y botánico) abandonado en Marte durante una misión interrumpida por una fuerte tormenta espacial. Watney se verá así obligado a intentar sobrevivir en el planeta rojo, a la (larga) espera de que alguien vuelva para recogerle y llevarle a casa. Resulta curioso que The Martian funcione como comedia mejor que como cualquier otra cosa, tanto en sus momentos tensos como en los que no lo son. Nos queda la duda de si es algo buscado, pues su guión denota cierto humor sarcástico en algunos momentos, pero no estamos seguros de que fuera así en pasajes más tensos que, curiosamente, también hacen reír.

Por otra parte, no cae en saco roto el tremendo trabajo de impacto visual de la imagen: el contraste del interior-exterior (nave-planeta): esos blancos impolutos en el interior y ese grano cobrizo exterior resultan espectaculares hasta en el primer fotograma. Y es que The Martian comienza con una escena sin tregua alguna. En el primer minuto el espectador ya se verá en el planeta rojo y con una tormenta espacial encima. Resulta curiosa la manera tan directa en la que comienza la película, sobre todo comparado con lo que viene detrás. No es que The Martian se haga complicada por extensión, pero quizá sí por haberla enfocado hacia su vertiente más mediática. Digamos que la película, a medida que avanza, gana en textura y pierde en coherencia interna.

Es horrible comparar The Martian con Interstellar, pero me themartian1van a permitir decir que estando en el espacio, con Matt Damon a la cabeza del meollo y Jessica Chastain también en el reparto la comparación tenía que salir. Y mejor que lo asumamos más pronto que tarde.

Quien haya visto Interstellar y no haya pensado que Ridley Scott ha cogido a Matt Damon para darle una buena lección de comportamiento, miente. Y quien por el contrario no haya visto Interstellar y viendo The Martian no haya pensado que la situación de Damon ya dramática de por sí, se multiplica exponencial, constante, (innecesaria) y repetitivamente, también miente.

Si Ridley Scott hubiera hecho simplemente un Naufrago versión espacial, estaríamos posiblemente hablando de The Martian como una auténtica ‘masterpiece’, y una ‘masterpiece’ con una exquisita música ochentera además. Sin embargo, confluyen en la película otras subtramas que nada o poco tienen que aportar a lo que interesa aquí: la supervivencia.

The Martian tiene algo muy bueno y es que es precisamente son esas lecciones de comportamiento a Matt Damon, a partir de ahora Mark Watney, las que funcionan en la película. Funciona la trama del hombre superviviente. Funciona y resulta realmente interesante ver cómo vive una persona en la más absoluta soledad de un planeta desconocido y funciona ver que se puede crear donde nada había antes. Que se puede sobrevivir en el medio y sobre todo que se puede sobrevivir AL medio. Con algo de ingenio, eso sí. Funciona incluso la vena filosófica que se atisba en el personaje. El viaje interior de Watney, del que somos partícipes durante la primera mitad de la cinta, gusta.

themartian3Ahora bien, las idas y venidas de la NASA, sus discusiones, su patriotismo exacerbado y su exaltación in extremis (típica tirada de papeles por los aires incluida) junto con la integración en la trama de otros países y el DEMASIADO EXTENSO embrollo que entre todos organizan para rescatar al polizón perdido, la verdad es que nos importa…cero. Nada. Desgraciadamente no podemos decir que son cosas que “están fuera de lugar” porque no hay mejor lugar para que ocurran que el hecho de que un astronauta se ha perdido en Marte… Pero lo cierto es que nosotros lo único queremos ver a Mark Watney adelagazar, coserse él mismo las heridas y quemarse la cabeza con un quemador casero. Queremos ver a Mark Watney en soledad y el reto de hacer un huerto espacial con riego automático por condensación de agua, queremos ver al hombre crear. Y no, no queremos que su rescate sea televisado (QUÉ?).

En The Martian, Ridley Scott no parece darse cuenta de dónde se encuentra el filón de su película (o no le importa ni lo más mínimo) y es ahí donde la cinta pierde en gran parte su razón de ser, enlazando un punto de giro con otro, adversidad tras adversidad, problema tras problema: entre la nave que está volviendo la Tierra y la NASA, entre jefes de otros jefes de la NASA, entre la NASA y los orientales, entre la NASA y la NASA (¡¿?). Problemas por todas partes. Demasiadas trabas, algunas de ellas extremadamente rebuscadas… que tienen como consecuencia el cansancio absoluto por toda la tremendez que allí tiene lugar. El empeño por mostrar la fuerza “del equipo” resulta extenuante, más levemente cuando entra en escena el maravilloso personaje de Rich Purnell y su “Proyecto Elrond” que aporta frescura y carcajadas limpias, además de un ambiente más distendido a una cinta que se nos había quedado en standby hace media hora a pesar de su repartazo.

Y es que cuando vas a ver una película del espacio y te ofrecen tremendeces, puedes comprar o no. Pero cuando vas a ver una película del espacio que ofrece algo más que tremendeces y te obligan literalmente a verlas, la cosa cambia. Y en este caso nosotros solo veníamos a ver el potato challenge

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