Uno de los elementos constructivos indispensables para la comunicación humana es el puente. Desde muy antiguo, los puentes han ayudado a salvar tramos de terreno y hacer la vida mucho más sencilla a las gentes que sobre su pasarela desfilaba. Sea del material que sea, su construcción favorece el contacto cercano de dos lugares haciendo que las personas, las mercancías y el intercambio de ideas permita el crecimiento de esas zonas. Y, sobre todo, permite salvar accidentes del terreno que de ninguna otra manera pueden ser superados.

En el geoparque de Arouca, situado en el distrito de Aveiro, en Portugal, hace muy poco que se ha inaugurado un puente un tanto especial. Si nos fijamos en su ubicación, un parque geológico natural, es normal que su construcción haya sido más a nivel de disfrute del visitante que por una necesidad en sí. Se sitúa a una altitud de 175 metros sobre el paisaje y une una distancia de 516 metros. Dicho de esta forma podríamos pensar que no es para tanto. Pero si completamos esta información añadiendo que es uno de los puentes peatonales más largos del mundo, la cosa cambia. Y si está cerquita de nuestra frontera, con más motivo.

Este puente peatonal atraviesa un acantilado de granito y parte del cauce del río Paiva. Además permite ver parte de la cascada de Aguieiras. Está construido en acero y consta de 127 plataformas metálicas unidas entre sí por cables de metal y descansan sobre dos torres de hormigón, que marcan el inicio y final del recorrido.

El puente de Arouca está situado en uno de los 14 recorridos pedestres que ofrece el parque. Y no sólo ofrece rutas de senderimos. En este lugar se puede disfrutar de actividades como la escalada, barranquismo, kayaking o piragüismo. Además, en el centro de interpretación de la naturaleza se pueden observar fósiles de trilobites gigantes e icnofósiles. Una oferta inmejorable de deporte, ciencia y naturaleza que se complementa con este estupendo puente para observar uno de los mejores paisajes geológicos de la península Ibérica.