Una de las películas de cine de terror que marcó los años 80 fue Poltergeist. El guión de la película, escrito por Steven Spielberg, Marc Víctor y Michael Grais, narra una serie de sucesos paranormales que ocurre en el hogar de la familia Freelings. Y no era para menos. El hogar donde se levantaba la casa de esta típica familia norteamericana había sido parte de los terrenos de un antiguo cementerio. Un lugar que había sido perturbado mediante la construcción de una urbanización y donde las tumbas y cadáveres de sus antiguos habitantes continuaban bajo los cimientos de las viviendas. Todos recordamos esas escenas de la madre de familia nadando en un agua embarrada alrededor de cadáveres en estado de descomposición difíciles de olvidar.


Si esas imágenes aún impresionan a los que fueron niños durante los 80, más espectacular resulta lo que han realizado con el conjunto que conforma el recinto del cementerio de Fulham, en Inglaterra. Este lugar de descanso alberga las tumbas de combatientes de la Primera y Segunda Guerra Mundial, así como de importantes personalidades que han prestado servicios en la Commonwealth. Y no solo eso. Cerca de la capilla se encuentra un albergue que ha sido objeto de remodelación y ampliación por Simon Gill Architects.


Ya conocemos la afición por los espíritus que tiene la cultura inglesa. Esos castillos con fantasmas hacen las delicias de muchos huéspedes aficionados al suspense y lo paranormal. Por ello, no es de extrañar que, aunque este tipo de edificios eran comunes en otros tiempos, sigan despertando cierto encanto en la actualidad. Para gustos los colores. Si uno quiere vivir al lado de un cementerio, está en su derecho. Si luego te encuentras con visitas no esperadas, no te vengas a quejar.


La parte más antigua de la construcción, que data de 1865, se ha conservado en su estilo gótico tradicional. Sus arcos apuntados se asoman por sus ventanales sobre la piedra de mampostería sobre la que se alzan. En esta parte se encuentran las habitaciones y los baños. La reforma ha permitido actualizar y modernizar el interior de esta zona, de forma que la continuidad decorativa se mantiene en todo el conjunto.


La zona más moderna es la construcción que alberga las zonas comunes: cocina, cuarto de estar, salón y zona multimedia. Este espacio se complementa con un jardín en forma de claustro, como si de un monasterio se tratase. En la planta inferior hay una piscina climatizada que hace las delicias de sus habitantes en cualquier época del año.


Simon Gill Architectes consigue así remodelar un espacio y adaptarlo por completo a una nueva función. De albergue a vivienda, con unos vecinos fuera de lo común, el paso de lo religioso a lo mundano ha sido asombroso. Conservar lo antiguo para adaptarlo a lo moderno, sin escatimar en recursos y dotándolo de una uniformidad continua. Más de alguno estará pensando si no reciben alguna visita de sus vecinos de vez en cuando…
Fotografía de James Brittain.
Deja una respuesta