Si me permitís, hoy os voy a contar algo un poco personal.
Soy de esa generación que ha crecido entre lo analógico y lo digital, de esas personas que sabe lo que es pedir salir a alguien sin usar el Whatsapp. Tengo redes sociales, como casi todo el mundo, y me entero (poco, tampoco os voy a engañar) de cosillas de la vida de algunos amigos a través de ellas. Y me entero, otro poco, de esas pequeñas novedades que te vas contando por chat.
Pero honestamente, echo de menos a mis amigos. O más concretamente, muchas veces, echo de menos tocar a mis amigos.