¿Recuerdas aquellos momentos en los que hacer amigos era tan «fácil» como preguntar a alguien si quería jugar contigo o si quería ser tu amigo? ¿Recuerdas todo lo que presumías de la calcomanía que llevabas en el brazo y que acababas de encontrar en la bolsa de Cheetos? Pues ahora imagina que eres un niño, estás enfermo, y tienes que vivir todos esos momentos en un hospital.
A Benjamin Lloyd también se le partió al corazón al imaginarlo y decidió hacer algo por estos pequeños. Todo comenzó el domingo 22 de mayo cuando decidió lanzar un reto en su página de Facebook «¡50 likes e iré al Hospital Starship a tatuar a todos los niños!», unos días después su comentario tenía miles de ‘me gusta’ y había sido compartido otros tantos miles de veces, así que decidió utilizar su semana de vacaciones para llevar su propuesta. No tardó mucho en completar su promesa en el Hospital de Starship de Auckland -Nueva Zelanda-.
Este joven artista neozelandés de 24 años es pintor y tatuador, pero lo que no todos saben es que él solía hacer esto mismo con su hijastro de 7 años, que murió hace unos dos años. Como él mismo declara en algunos medios, utiliza la aerografía para alegrar el día y poner una sonrisa en la cara de los más pequeños.
No son pocas las críticas que han recaído sobre el trabajo de Benjamin por hacer tatuajes a niños, pero como bien explica él, la pintura no es tóxica y no es permanente, se aplica con aerógrafo sobre la superficie de la piel y se elimina con un lavado. Cuenta incluso que algunos niños no quieren ducharse en una semana.
La idea ha entusiasmado tanto a padres como a niños, tanto es así, que el artista se plantea volver a hacerlo y dar respuesta a otras muchas peticiones que están llegando a raíz de conocerse su hazaña. Tan positiva fue la respuesta que Benjamin considera incluso recorrer hospitales de otros países (España entre ellos), para poder llevar sonrisas y confianza a estos pequeños valientes; y no sólo dibujando sobre la piel, ya que también le gustaría llevar un poco de color y alegría a las paredes o murales de los hospitales de forma permanente, algo que no se elimine con un lavado.