Tras las vacaciones, toca recuperar la rutina y volver a nuestra vida de siempre. Sin embargo, hay un aspecto de nuestra rutina habitual que debe cambiar después de las vacaciones. El cuidado de la piel se debe ajustar un poco, ya que hemos pasado muchos días a los rayos del sol, al calor, al aire acondicionado, a la sal del agua de la playa o al cloro de la piscina. Estos elementos pasan factura a la piel, y hay que reacondicionarla para que recupere la hidratación y su aspecto habitual.
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El 10 % de los europeos tiene algún tatuaje. En España, esas cifras son aún más altas: 4 de cada 10 afirman tener al menos uno. Los españoles son los segundos europeos que más tatuajes tienen, solo superados por los italianos y los sextos del mundo. No hablamos de una moda pasajera, sino de todo un fenómeno mundial que incluso tiene su Día Internacional, el próximo 17 de julio. Los tatuadores son auténticos artistas que consiguen plasmar grandes diseños en la piel. Para mucha gente, es una forma de expresar sus gustos, sus ideas y sus recuerdos.
Un tatuaje es una pequeña herida superficial, y como tal, es imprescindible cuidarla para que cicatrice correctamente y así el dibujo quede exactamente cómo lo habíamos imaginado.

Ya ha llegado el verano y con él las altísimas temperaturas. Seguro que si no te has ido ya de vacaciones, estás contando los días que te quedan para poder ir a la playa para disfrutar de la belleza del mar o de la naturaleza. Es el momento de aprovechar todo el tiempo al máximo, encontrarse con gente, amigos que hace tiempo que no vemos o, incluso, de explorar nuevos parajes o ciudades. Es tiempo de #summertime.

El uso de complementos para cubrirse la cabeza se remonta al siglo XVI. a.C., ya que en las pinturas de las tumbas tebanas en Egipto aparecían hombres con ornamentos característicos en la cabeza. Fue en la Grecia del siglo V a.C donde los cazadores usaron por primera vez los sombreros con alas para refugiarse del sol y de la lluvia.
Sin embargo, no fue hasta el siglo XIV, en vísperas del Renacimiento, cuando nacieron los sombreros propiamente dichos. Las formas y materiales de estos variaron mucho entre países, logrando alcanzar gran popularidad en toda Europa, sobre todo aquellos que hechos de fieltro. Además, era este complemento el que permitía diferenciar las distintas clases sociales y rangos culturales. A finales del siglo XVI fueron los turcos los que también empezaron a usar el fieltro característico de sus alfombras para hacer sombreros.
Desde el siglo XVII Francia se convirtió en el centro europeo de la moda, donde empezaron a llevarse las pelucas. Por ello, los sombreros se empezaron a llevar mucho más grandes y con alas más anchas. En 1978, la Revolución Francesa consiguió acabar con las pelucas pero no con los sombreros.
Con la llegada del siglo XIX y el triunfo de la burguesía nacieron nuevos diseños. En Francia se popularizó el de copa y en Inglaterra el bombín. Con la invención de la máquina de coser Singer a mediados de este siglo, el sombrero pasó a convertirse en una industria.
Hoy en día, hemos pasado a relacionar el sombrero con el verano, el sol y la playa… pero esto es tan solo una mala costumbre con la que debemos acabar. Existen de todos los tipos, tamaños, materiales… y, por ello, podemos usarlos en cualquier estación del año.
Además, ya no es solo una cuestión de moda y estilo, sino que este es un complemento para calentarnos la cabeza en el invierno y protegerla del sol durante el verano. Ya hemos hablado otras veces sobre la importancia de protegernos el rostro del sol todos los días del año. El uso del gorro es una buena solución para filtrar el exceso de radiaciones solares tanto en el cutis como en los ojos.
De ahora en adelante, ya no tienes excusa ¡coge tu sombrero y póntelo!

Has de estar bastante loco si te sumas a esta moda, pero tampoco es que las últimas tendencias entre las famosas sean más recomendables. Después de aumentar el volumen de los labios para tenerlos como las Kardashian a través de hacer vacío con vasos de chupitos o cortarse el dedo meñique del pie para entrar en zapatos cada vez más extraños, se ha impuesto como lo más cool del verano grabarse a fuego diversos motivos sobre la piel, con la única ayuda del justiciero sol que desde hace unos días no tiene clemencia con nosotros.