Arte urbano. A veces sinónimo de vandalismo; otras simplemente de eso, de arte. No toda expresión artística ha de estar supeditada a ser admirada por una minoría que se ha adueñado del concepto de belleza y que la entiende solamente si reposa sobre las rígidas y frías paredes de una galería. En ocasiones -por fortuna cada vez más comunes- personas con el don de comunicar a través de la pintura prefieren narrar su particular forma de entender el mundo en escenarios más mundanos, a riesgo de que sean pocos los que se paren a admirar su creación y muchos los que la consideren mera suciedad inherente de las calles. Esto, al igual que en Granada, no ocurre en Azores, especialmente en Sao Miguel, su isla principal, un capricho de la naturaleza en medio del océano Atlántico donde el matrimonio entre la tradición y el arte urbano es un auténtico regalo para los sentidos del que todos se sienten orgullosos. Y no es para menos.