«Caminante no hay camino, se hace camino al andar«. Cuando el ser humano tuvo la necesidad de buscar alimento no dudó en ponerse en marcha para poder encontrar nuevas formas de poder sustentar a la tribu a la que pertenecía. En algún momento de ese camino hubo algún tipo de desnivel que tuvo que solventar, un río sobre el que cruzar, un valle sobre el que transitar… Los primeros puentes nacen con la necesidad de salvar esos desniveles del terreno y hacer el viaje más cómodo y menos peligroso. Los puentes más conocidos son los de época romana y medieval, cuyos restos se pueden observar en muchas ciudades españolas. En la actualidad, muchos de esos puentes son megaestructuras sorprendentes tanto por su tamaño como por su construcción. Así que, como ésta semana lo requiere, con el tema de hoy, ¿nos vamos de «puente»?
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Uno de los más curiosos es el Puente de Agua en Magdeburgo, Alemania. Esta construcción transporta el agua del Canal de Elbe-Havel al Mittellandkanal transitando sobre el río Elba y conectándolos entre sí. Con sus 918 metros de longitud es el más largo de su tipología y para su construcción se utilizó acero y hormigón armado. Este tipo de acuíferos permite el transporte de barcos salvando desniveles del terreno como pueden ser valles o ríos y el de Magdeburgo soporta 68.000 metros cúbicos de agua sobre las que navegan barcos a lo ancho de sus 34 metros de amplitud y casi 5 metros de profundidad. Todo un desafío a las leyes naturales.
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Si se viaja hasta China, el lector puede encontrar una verdadera joya arquitectónica en forma de puente en la ciudad de Chengyang. Su construcción ha sido realizada por la minoría étnica de los dong y su característica más peculiar es que se sustenta sobre tres columnas de piedra sin ningún tipo de aglutinante o clavo, gracias al sistema constructivo que emplean a base de cola de milano y les permite ir ensamblando la madera como si de un rompecabezas se tratase, contando sólo con la ayuda del equilibrio. Con sus galerías techadas y sus pagodas se ha convertido en uno de los más hermosos y más prácticos del país para protegerse de las inclemencias del tiempo y por eso ha sido bautizado como el Puente del Viento y de la Lluvia.
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La autopista A75 que une Clermont-Ferrand con Béziers y Narbonne cuenta con un espectacular viaducto construido por Michel Virlogeux y diseñado por el arquitecto inglés Norman Foster. Atraviesa el valle del río Lot y es puerta de entrada al valle del Tarn. Con 343 metros de altura ha batido el récord mundial y con 2.460 metros de longitud es el más largo del mundo. El diseño recuerda el mástil de un velero y como curiosidad sólo se apoya en 9 puntos sobre su trazado, siendo 7 de ellos los pilares estilizados sobre los que se levanta.
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En la ciudad coreana de Seúl se encuentra un puente fuente que conecta los distritos de Seocho y Yongsan. Este puente en ménsula fue construido sobre el puente Jamsu al quedar este último bajo las aguas con las crecidas del río Han. Es considerada la fuente más grande del mundo ya que sus surtidores arrojan hasta 190 toneladas de agua por minuto con sus casi mil boquillas. Además, es todo un espectáculo nocturno con sus 10.000 bombillas de led que lo iluminan durante toda la noche.
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Si Moisés fue capaz de apartar las aguas y dividir el Mar Rojo en dos mitades también un conocido puente holandés lo hace. Conocido precisamente como el Puente de Moisés es toda una genial idea a nivel constructivo. Con el fin de unir las dos orillas que separaban la fortaleza Fort de Roovere se decidió construir un pasaje para poder cruzar las aguas del río que lo rodea. El estudio RO&AD Architecten construyó un pasadizo en madera de accoya, que con un tratamiento adecuado permanece impermeable y no se desgasta por el efecto de la corriente. Cruzarlo resulta toda una experiencia inolvidable para el viajero.
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Por último, en Brasil se encuentra el Puente Octavio Frías de Oliveira. En la ciudad carioca de Sao Paulo un puente con forma de X conecta la zona sur desde Marginal Pinheiros con la Avenida Jornalista Roberto Marinho. Es el único puente que tiene dos pistas curvas de 60 grados unidas entre sí por un único mástil de hormigón y está sostenido por 144 cables de acero. Por la noche, un sistema informatizado controla la iluminación con luces de led que se sitúan sobre su superficie. Toda una original puesta en escena para descongestionar el tráfico sobre el río Pinheiros.
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