Pocos pretextos necesitamos para sumirnos en las celebraciones gastronómicas, y mucho menos cuando se trata de celebrar el fin de las limitaciones y la eliminación de las barreras que nos han limitado por un tiempo. Es entonces cuando nos volcamos sin remordimiento al deleite de los mayores de los placeres gustativos. La tradición de Pascua festeja precisamente eso, el fin de abstinencia tras un largo periodo de contención durante la Cuaresma: es entonces cuando los suculentos dulces y las delicias de chocolate toman el control y brotan como principales protagonistas para ofrecer a nuestros sentidos toda una explosión de sensaciones tras un largo periodo de ‘sequía’ gastronómica. Ya te tentamos con las torrijas, ahora te invitamos a deleitarte con el arte culinario de las monas y los huevos de Pascua.
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Varias regiones de nuestro país acogen este manjar como propio, principalmente aquéllas de la ribera mediterránea: Cataluña, Valencia, Baleares, Murcia… Sin embargo, dado carácter de fácil absorción de ‘buenas costumbres’ que nos caracteriza, esta tradición se extiende por todo nuestro país, si bien tiene presencia en todo el mundo con distintas particularidades. Varias son las teorías sobre su origen; alguna de ellas hace referencia a los huevos cocidos que se portaban a la iglesia para ser ingeridos una vez finalizaba el ayuno litúrgico. Posteriormente se sumó la profusa decoración y el chocolate hasta pasar a concebir el Domingo de Pascua – y el lunes festivo en algunas provincias– como el momento en el que se repartían todos los huevos decorados desde el miércoles de ceniza.
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De chocolate, de caramelo … hoy en día los huevos y las monas de Pascua – con su particularidad de venir acompañada de un delicioso bizcocho- se han convertido en verdaderas obras de arte llenas de una amplia simbología y seducción culinaria de la mano de grandes artistas representativos.
La tradición pastelera catalana hace ineludible la mención a algunos de los grandes maestros chocolateros y pasteleros que han hecho de esta creación verdaderas esculturas imposibles. En Malatinta ya hemos hablado de ellos en nuestro especial sobre el chocolate: Enric Rovira y Oriol Balaguer fusionan diseño, estética, arte y gastronomía en esenciales obras de arte con sabor a chocolate y a creatividad en plena esencia. Ambos cuentan a sus espaldas con la sabiduría del maestro Antoni Escribá que revolucionó el mundo del chocolate en los años cincuenta.
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Enric Rovira, maestro chocolatero de tradición pastelera artesana, ofrece una digna mezcla de sabores clásicos e innovadores, como su serie inspirada en los elementos arquitectónicos de Barcelona y en la obra de Antoni Gaudí. Oriol Balaguer – también avalado por grandes premios y miembro del equipo de Ferran Adrià en El Bulli– ofrece sublimes representaciones de huevos de Pascua ‘en deformación’ basados en un diseño técnico y vanguardista que parecen desafiar cualquier ley física.
Precisamente Balaguer, junto a otros de los grandes, Paco Torreblanca y Alejandro Montes, crearon el año pasado para una conocida marca de robots de cocina tres inigualables obras de arte. Si bien Balaguer optó por un diseño inspirado en un payaso, Torreblanca apostó por un pastel inspirado en la película de Bigas Luna, ‘Huevos de Oro, con chocolate en diferentes texturas mientras que Montes se dedicó en cuerpo y alma al público infantil con su ‘Huevo de Pascua Jurásico‘.
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Pero la Europa francófona ofrece una férrea rivalidad con nosotros en cuanto a la repostería creativa de estas fechas. No en vano los oeufs de Pâques son altas y refinadas representaciones llenas de originalidad. Por ejemplo, el gusto y la textura son las claves principales para el suizo David Pasquiet -World Chocolate Masters 2013- mientras que para Christophe Michalak es la creación de emociones su base creativa, influido por sus dotes y sentido artístico que, aunque no le otorgaron el acceso a Bellas Artes deseado- sí le confirieron magistrales habilidades de chocolatero.
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‘El Picasso de los pasteles’, o lo que es lo mismo, Pierre Hermé, es famoso por sus almendrados y sus curiosas mezclas de sabores, aunque dignos son de mencionar también Jean-Paul Hévin y Henri Leroux por sus excelentes creaciones. El conocido horno de chocolate de lujo de París, Hugo & Victor, rememorando al grande escritor, y Stéphane Glacier – mejor ‘Obrador de Pastelería de Francia en 2000’ cuentan con relevantes carreras en este sentido igualmente.
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Pero también el belga Pierre Marcolini ha sabido mostrar inigualables creaciones culinarias que le hicieron merecedor del título de Campeón del Mundo de Pastelería en 1995. París, Londres, Nueva York, Kuwait, Tokio, Bélgica y su lugar de origen, Bruselas… mucho son los enclaves en los que se ha podido degustar su creatividad que en ocasiones muestra inusuales ingredientes como frutas o pimienta; así como toques ácidos o amargos e incluso aromas de madera de sándalo, roble… Se le conoce como un infatigable buscador de nuevos sabores, una capacidad que le ha permitido crear obras únicas y asombrosas.
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Para aquéllos con gustos exquisitos no sólo en cuanto al paladar sino también en cuanto al bolsillo, es preciso mencionar el huevo más caro del mundo, el Diamond Stella Egg, creado en 2006 por valor de 100.000 dólares gracias a sus 100 diamantes de medio quilate que adornan un gigantesco huevo de 65 centímetros de altura cuya creación requirió de casi tres semanas.
Nuestro objetivo era tentarte aunque para ello sólo basta echar un vistazo ¿Te sumas a esta suculenta tradición? Te invitamos a deleitarte con las mejores delicatessen de Pascua.