¿En qué momento te diste cuenta de que te gustaban las personas de otro sexo? ¿Se lo contaste a alguien? ¿Recuerdas cómo fue? ¿Te dio vergüenza o miedo reconocerlo? ¿Y cómo sabes que no te gustan las personas de tu mismo sexo si no lo has probado? O sea… ¿Estás seguro/a? ¿Nunca has tenido curiosidad?
¿Tu familia lo sabe? ¿Qué opina? ¿Está de acuerdo?
¿En tu trabajo están al corriente? ¿Alguna vez te han dicho algo al respecto?
Podríamos seguir pero es probable que si estás leyendo esto y eres hetero, se te haga raro responder a estas preguntas, incluso puede que pienses:
“¡Yo qué sé! Un día conocí a Menganita en el colegio y me di cuenta de que me gustaba, no te lo sé explicar, simplemente, me gustan las chicas y punto. No es algo que planee, simplemente me sale así y ya está”
Si nunca te habías planteado la cantidad de explicaciones que con frecuencia deben dar las personas homosexuales, bisexuales y todo el colectivo LGTB para justificar su orientación sexual, te invitamos a que te pongas en su lugar y lo pienses con tranquilidad.
Por ejemplo:
homosexualidad
nombre femenino
- Atracción sexual que una persona siente hacia otra del mismo sexo.
- Práctica sexual que se da entre personas del mismo sexo.
(Del Evangelio de San Google, 23:06 del 01-07-2015. Madrid, España)

Ahora, si nos ponemos a rebuscar en los datos nos encontramos con que un alto porcentaje de personas se han sentido atraídas o han mantenido relaciones con individuos de su mismo sexo en algún momento de su vida, especialmente en ciertas etapas del desarrollo. ¿Significa eso que son homosexuales?
Pareciera que se convirtiera en necesario catalogarnos y ponernos una etiqueta en la frente para declarar qué somos, sobre todo cuando “se sale de la normalidad” (y ponemos comillas por algo). Como si de la fiesta del semáforo se tratase, una pulserita de cada color según te guste la carne o el pescado pero… ¿Y si me gusta el tofu, QUÉ?
Las etiquetas nos facilitan acceder rápidamente a una información, es una forma que ha desarrollado nuestro cerebro para organizar ágilmente todos los estímulos que nos encontramos a nuestro alrededor, pero existe el riesgo de leer sólo lo que reza la receta y dejar de mirar lo que hay detrás.
La tendencia general, es decir que o eres homo o hetero. O blanco o negro. Sin embargo, son muchos los estudios que hablan de la orientación sexual como una condición que se establece a lo largo de una línea continua –no necesariamente dicotómica- que puede hacer que nuestros gustos vayan variando a lo largo de la vida aunque exista una tendencia predominante, sin olvidar que sociedad y cultura desempeñan un papel fundamental.

¿Por qué una persona heterosexual no suele tener la presión de comunicar a las personas de su alrededor cuál es su orientación? Es decir, ¿por qué no tiene que salir del armario? No nos entendáis mal, no queremos que los homosexuales se escondan ni dejen de reconocer públicamente parte de su identidad, pero da que pensar
¿Será que se da por hecho qué debe ser lo normal?
¿Quién es el valiente que se atreve a definir la línea fina que marca “la normalidad”?
Quizá deberíamos reflexionar sobre por qué sigue siendo necesario reivindicar la condición sexual y visibilizar la presencia y opinión del colectivo LGTB. La única forma de crecer en igualdad de condiciones y derechos es educar en la diferencia pero, sobre todo, aprender a respetarla.
