Desde que en 1984 los «adorables» Gremlins debutaran en la gran pantalla demostrando que un personaje terrorífico podía no sólo ser divertido, sino que también podía convertirse en un ser más que adorable, provocando que toda la sala muriera de amor; ha hecho que multitud de «criaturas» siguieran su camino
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Monstruos que no son monstruos y skaters que parecen ser de otro planeta. Nada es lo que parece. Un juego que nos plantea, en esta ocasión, el ilustrador francés Mickael Brana, mejor conocido como «Patiño» del que ya os hablamos en Malatinta. Fotografías atemporales que representan la más pura esencia de Patiño y que junto a sus inseparables monstruos nos dejan observar el verdadero interior del ilustrador.

Si eres de los que llevan tatuados a Totoro o dormías abrazado a Winnie de Pooh, este artículo puede herir seriamente tu sensibilidad. El tatuador e ilustrador sueco Dennis Carlsson es el responsable de haber demonizado a nuestros personajes de la infancia, porque…¿no estábamos cansados de ver a las princesas Disney como verdadera carnaza de la creatividad de los ilustradores?. Princesas Disney al estilo más porno, princesas con Pokemons, cambiadas de cuento o dándose de leches con la realidad; todo un cansineo que ha llevado a Carlsson a jugar con tiernos personajes que solo de verles provocan repulsión.
Si quieres ver más de Dennis Carlsson no te puedes perder su canal de Youtube en el que muestra el proceso de creación o «speed painting» de cada una de sus ilustraciones y su método de trabajo en Photoshop.

Diversión, ilusión y un enorme derroche de creatividad caracteriza al ilustrador que os traemos hoy. Mickael Brana ilustrador autodidacta con residencia en Francia nos trae a través de sus dibujos su particular bestiario, en el que todo tiene cabida. Personajes recién sacados de una imaginación en constante movimiento a los que confiere entidad propia e interactúan con el espectador con total normalidad y cuyos trazos recuerdan la enorme influencia del «street life».

Hay movimientos de expertos en educación que denuncian que los pequeños de la casa no pasan el suficiente tiempo en su época escolar trabajando la imaginación y que, desde bien chicos, entran en un bucle de trabajo poco motivador y que se sustenta en los resultados, más allá de potenciar las cualidades personales de cada alumno.
Para ello, el proyecto Monster de Texas ha realizado una curiosa iniciativa que aúna la imaginación de los niños con las artes de profesionales a la hora de dar vida un monstruo único. Cada personaje ha nacido de la mente de los más pequeños. Ellos dibujaban a su manera el monstruo que querían representar, para luego dejar el trabajo sucio a los artistas, que debían dar mayor viveza a sus creaciones aplicando ya técnicas digitales e ilustración. Eso sí, no podrían haber dado forma a monstuitos tan divertidos ellos solo, que quede claro…
“Entendemos lo importante que es la exposición inicial al mundo creativo y como esto puede alterar realmente el futuro de los niños”, explicaban los organizadores de este proyecto con sede en Texas a través de su página web. “La creatividad viene de muchas formas y esperamos animar a su exploración de sus propias percepciones y que entiendan que deben aprender que el arte es una carrera legítima”, sentencian.
Les dejamos con el resultado del proyecto de ‘Monster’:

A todos nos encanta desde bien pequeños mancharnos las manos de cera, pero cuando eso se convierte en tu profesión, mola. Color, creatividad y un importante compromiso con los valores que damos a los más pequeños definen la obra de nuestra artista de este mes, Olga de Dios. Una ilustradora todoterreno que desde el principio tuvo claro lo que quería: contar historias que ayudaran a otros a entender mejor al mundo y la sociedad. Un trabajo que gracias a su estilo infantil consigue conectar de una manera sencilla con esas niñas y niños que demandan algo más que una pizarra digital en sus aulas.

¡Como nos gustan los monstruos!, y es que, desde que el ser humano ha tenido capacidad para hablar, también la ha tenido para crear un imaginario que muchos artistas y directores de nuestra actualidad desearían. En la última etapa de la Edad Media la presencia de esos temidos monstruos era constante. Unos monstruos encargados para hacerse realidad principalmente por el estamento eclesial y destinados a los márgenes de los manuscritos ilustrados; en los relieves arquitectónicos de los pórticos y columnas de las iglesias; en general, en todos los espacios secundarios del arte en los que el ingenio y la imaginación hacían convivir razas humanas de extraña morfología con animales reales o fabulosos, criaturas híbridas, seres mitológicos y bestias de asombrosa naturaleza.
Unos monstruos sentenciados a ser imagen del terror más absoluto del ser humano de la época como reflejo del miedo a lo desconocido. Artistas de la talla de Picasso, Alberto Durero o por el famoso pintor holandés, que bajo el nombre del Bosco representaba en su Jardín de las Delicias los tres mundos tras la muerte de todo ser humano: El jardín del Edén, el jardín de las Delicias y el Infierno. Un infierno plagado de torturas, gritos y, por supuesto, MONSTRUOS que provocaban el horrible sufrimiento de los pecados del ser humano. Pero no siempre los monstruos han sido y son objeto de miedos y representación de nuestras más temibles pesadillas.
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Travis Louie es uno de esos, a los que monstruos y personajes bizarros abrazan para formar parte de su particular bestiario. Nacido en Queens, New York, muy cerca de la Feria Mundial de 1964, Louie desde pequeño sintió una extraña atracción por las rarezas y lo extraño, y es que vivir al lado de la Feria Mundial, marca y mucho. La ciencia ficción y películas de terror le ayudarían a recrear y dar consistencia a su particular mundo. Pero la enorme fascinación que sentía por las rarezas humanas, por los viejos actos de magia Vaudeville y por los extraños y a la vez misteriosos retratos victorianos, le llevaría a que con el tiempo creara un estilo y una visión del mundo más monstruoso y bizarro totalmente distinto a lo que hasta entonces conocíamos.
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El estilo visual de su obra está influenciada principalmente por la iluminación y el ambiente de Expresionismo Alemán y Film Noir, películas de la época del cine mudo de finales de 1950. Las películas de directores como FW Murnau, Fritz Lang, Orson Welles, Robert Siodmak, Robert Aldrich, Jacque Tourneur, y el director de fotografía, Greg Toland, tuvieron un gran efecto en la manera en que Louie posteriormente realizaría sus obras.
Su infancia la pasó haciendo dibujos y escribiendo su diario, en el que describiría con todo lujo de detalles sus seres monstruosos sacados directamente de la era victoriana y eduardiana. Unos personajes que vivieron y murieron en una sociedad en la que no se ocultaban, y aceptados por ella pertenecían a diferentes y distinguidas clases sociales. A través de su obra vemos cuál era su rol y estatus en la sociedad, seres que gracias a Louie consiguieron encontrar su hueco.
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Con una trayectoria envidiable en la que destacan exposiciones en la Merry Karnowsky Gallery de Los Angeles, en Joshua Liner Gallery, New York o en la Yves Laroche, Galerie d’Art de Montreal, junto con la publicación de su libro Curiosities, consolidan la importancia de la creatividad y la innovacción del arte contemporáneo, en el que los estilos más clásicos conviven con los más modernos y trasgresores, estilos en los que dibujo e ilustración se solapan, haciéndonos cada vez más difícil la tarea de encontrar la delgada línea que les separa.
Reflejos de una «posible» realidad, que gracias a las técnicas de la invención de la pintura con lavado de acrílico y texturas simples sobre tablas lisas, Louie consigue recrear y plasmar su «particular universo».