El encanto multicultural de sus calles, su aroma mediterráneo, una densa historia que recoge su experiencia como cuna de distintas civilizaciones y un carácter inspirado en los dos continentes en los que se asienta dotan a la ciudad de Estambul del poder de embellecer cualquier lienzo dedicado a plasmar los detalles de esta hermosa ciudad. Esta afirmación cobra aún más sentido al analizar las colosales obras, en miniatura, de Hasan Kale. Este ‘microartista’ de ‘macrodestreza’ es capaz de comprimir con maestría la inmensidad de las panorámicas más extraordinarias de la capital turca en un simple grano de arroz o café.