Cada día, ya sea a través de imágenes, sonidos o textos, parece que todo lo que tenga que ver con ecología, o alguno de sus derivados, ha llegado para machacarnos. Y escribo machacarnos, porque no paran de mostrarnos, o intentar demostrarnos, las bondades de un mundo sostenible. Todo eso estaría muy bien si, al menos en principio, el 100% de la humanidad estuviese “concienciado” sobre el tema. Pero cuando vemos que son los países con mayor tasa de natalidad los que siguen consumiendo energías que, ahora por lo visto, resulta que no eran tan ecológicas como pensaban hace veinte años, pues no tiene ningún sentido. Lo primero porque si los que más contaminan no van a reducir su tren de polución, por mucho que hagamos el resto, la naturaleza seguirá siendo un caldo de cultivo de animales y plantas “envenenadas” con esos residuos que producen. Ya nos gustaría ver a alguno de esos personajes tan famosos que luchan contra el llamado cambio climático plantarse delante de algún alto representante de alguno de esos países tan contaminantes y decirles a la cara aquello con lo que nos quieren hacer comulgar. Falta valentía, arrojo y honestidad. Lo segundo, que las alternativas no están lo suficientemente desarrolladas, en ninguno de los ámbitos, como para dejar de consumir o usar determinados productos de un día para otro. A ver cómo convences a una masa de X millones de personas acostumbrados a un determinado estilo de vida porque te viene bien cambiarlo según ciertos intereses o criterios. Lo tercero, que esas alternativas solo parece estar al alcance de determinados bolsillos. Y lo que no se han parado a pensar ¿qué puede pasar si las personas empiezan a perder poder adquisitivo? Mejor no pensarlo… Lo cuarto que, por mucho que nos empeñemos, el hombre ha consumido combustibles naturales desde el inicio de los tiempos en que se utilizó la madera para hacer fuego para sobrevivir. Y eso es lo que seguirán haciendo todas las generaciones venideras: sobrevivir, utilizando todos los recursos naturales a su alcance. Porque incluso la tecnología “verde” que se nos vende también sale de la naturaleza.
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La talla en madera es una de esas tradiciones que no pasan nunca de moda. En el Valle de Gardena, en pleno corazón de las Dolomitas italianas, se encuentra un pequeño lugar llamado Ortisei. En él, la tradición de la talla de madera está más viva que nunca. Sus trabajos en este material son conocidos por todo el planeta. Principalmente, es un enclave donde la industria artesanal es la base de la economía de sus gentes. La temática es indiferente en las manos de los escultores de esta localidad, ya que la calidad es altísima y sus acabados perfectos.

Lo natural es tendencia. Apostar por un estilo de vida saludable y respetuoso con el medio ambiente no sólo está de moda sino que nos ayudará a encontrar equilibrio y armonía. Y la decoración con elementos naturales y sostenibles nos permitirá aportar esta frescura en nuestro hogar.

Aunque ya hemos pasado el ecuador del verano, aún queda buen tiempo para disfrutar. Si el tiempo acompaña, septiembre y octubre son dos meses ideales para disfrutar del sol y el calor pero no en exceso. Las escapadas durante este periodo son reconfortantes. La llegada del otoño y el cambio de color del paisaje tienen un encanto diferente al del resto del año. En los países del norte europeo, saben a la perfección que estos meses son los últimos soleados antes de la llegada del frío, la falta de luz y las primeras nevadas.

Polonia es uno de los destinos favoritos elegidos por muchos europeos para conocer la zona central del continente. Sus bellas ciudades, como Varsovia o Cracovia, han podido conservar muchos de sus edificios históricos, a pesar de sufrir la invasión alemana en sus propias tierras durante la Segunda Guerra Mundial.

Imagina que estuvieras andando por un bosque y te encontraras con un gigante. Un gigante de varios metros de altura mirándote directamente a los ojos.
No se trata de un cuento para dormir ni una historia de fantasía, se trata de los seis entrañables y olvidados gigantes de madera, escondidos entre la maleza de un bosque de Dinamarca.

El mundo de la miniatura es el gran desconocido para una amplia parte del arte. En sí, el término empezó designando a los maravillosos libros ilustrados que surgieron durante la Edad Media en toda Europa y que decoraban las páginas de textos sagrados, en un principio, y profanos, posteriormente, con imágenes de vivos colores y formas delicadas. Los talleres más famosos eran los flamencos que, posteriormente, darían paso a la pintura gótica tan descriptiva, detallada y meticulosa que haría conocida artistas tan importantes como Van der Weyden, Bouts, Memling o Van Eyck.