El sur de España tiene algo inconfundible que no pasa desapercibido para nadie. Su luz es diferente. El color del cielo es de un azul especial. Irradia una alegría que solo el sol puede dar. Porque todos sabemos que es ese sol el que da la vida a nuestra especie, el que hace que la vida exterior cobre fuerza y que la naturaleza se ponga en marcha cuando siente que su intensidad empieza a aumentar y a bañar de calor la tierra. Tal vez por ello, el sur es la expresión más clara de ese mismo sol en todo su apogeo.
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Un bosque en plena bruma o con una densa niebla que hace llevar la imaginación a cualquier lugar menos a la realidad. Una playa dentro de su propio reflejo. Una realidad superpuesta a otra. La óptica de una imagen puede dar lugar a millones de interpretaciones. La propagación de la luz, su refracción y su reflexión sobre los objetos ya inquietaba a los grandes matemáticos y pensadores griegos. Manuscritos de esta época han sido conservados hasta nuestros días, donde el enigma luminoso fue esclarecido a partir del siglo XVII, y hasta el mismísimo Albert Einstein dedicó una parte de sus estudios a la óptica cuántica. La artista que ocupa las líneas del artículo de hoy ha tenido muy presente el juego óptico a la hora de realizar sus trabajos. Y, la verdad, que el resultado final no pasa desapercibido.
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Desde Brooklyn, la diseñadora gráfica Victoria Siemer llega con una propuesta fotográfica poco convencional y una calidad casi mágica. Como si de un espejo multidimensional se tratase, sus imágenes ofrecen una perspectiva única a la hora de observar una fotografía y traslada al espectador a una realidad diferente, con diversos puntos de vista para poder ser observada. Realizar un viaje a partir de múltiples vistas, ese parece ser el punto de partida principal de esta diseñadora.
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Para Siemer su trabajo parte de la idea de la “fragmentación emocional” a través de la propia fragmentación íntima y personal de la artista. Los pedazos de fotografía que plasma parecen formar parte de una dimensión, nueva, distinta, tomando un significado nuevo que refleja el emerger a una nueva vida, un mundo completamente diferente pero partiendo de una base tradicional formada por el paisaje de fondo.
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Se van formando una especie de brico-paisajes o paisajes realizados a partir de una fotografía, ya sea un bosque nebuloso, un mar turbulento, un horizonte finito y sereno, que luego yuxtapone con fragmentos de la misma imagen. Esas imágenes fracturadas toman un matiz surrealista que le sirven a Siemer para llevar al espectador hacia la reflexión que busca, partiendo de algo familiar que luego se convierte en algo extraordinario. El elemento humano o emocional queda así reflejado a través del sentimiento que despiertan sus obras en el espectador y que son el resultado de una elaboración artificial llevada a cabo por la artista.
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Fotografía que llega a ser un espejo que da paso a otros mundos, donde no existen leyes gravitacionales, donde lo onírico es posible, donde el espectador puede viajar a través del espacio y el tiempo que han quedado totalmente mutados en una realidad paralela, nueva y diferente. Un viaje por los paisajes del mundo con una óptica que sorprende y que encandila al observador.

El artista audiovisual Nohista y el colectivo Coin for Nuit Blanche han creado una instalación titulada Cyclique donde combinan luz aérea y sonido. Empleando más de 256 globos blancos iluminados por bombillas LEDs han conseguido alterar la disposición de las mismas mediante el movimiento y el parpadeo de las luces que parecen bailar al compás de la música.