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Las mejores fiestas del cine en 2013

Se acaba el 2013. Ha sido un año que nos ha dejado buen sabor de boca cinematográficamente hablando, sobre todo de cara a su final. Ha habido de todo, claro. Pero aprovechando que se acercan las vacaciones y seguro que alguna que otra fiesta hay preparada, hoy os proponemos un especial con las mejores escenas de fiesta que recordaremos de este 2013.

Nos vais a permitir que en esta particular lista hayamos incluído no solo escenas de fiesta, alcohol, drogas y demás. También hemos querido incluir fiestas más de andar por casa, más tradicionales, más íntimas. Porque también son importantes y porque consideramos que también tienen derecho a ser recordadas.

¡Allá vamos!

Juerga hasta el fin – Regreso a la adolescencia

La película es precisamente lo que indica su título: una juerga. Una juerga que se monta James Franco en su casa de Los Angeles y de la que todos los invitados tienen que huir por un supuesto apocalipsis. Como comedia es hilarante, muy pasada de vueltas, siempre jugando a la propia crítica de los que la protagonizan. Si alguna vez has sido adolescente, has sentido locura extrema por algún grupo y concretamente por los Backstreet Boys sin duda esta es tu escena. Es posible que sea el final más inesperado del año y el más apoteósico también.

 

El Gran Gatsby – Dicaprio y su buen hacer en temas festivos

Jay Gatsby es un joven millonario que vive en una gran mansión en Long Island y cuya gran pasión es… organizar fiestas. Sin embargo, la intención que tiene Gatsby al organizar estos mega eventos es bien distinta de la que se puede intuir a simple vista. Gatsby es un personaje tremendamente misterioso del que nadie sabe nada a ciencia cierta. Siendo él el mayor organizador de eventos de la ciudad y organizándolos en su propia casa, esto es, cuanto menos, curioso. El Gatsby que nos presenta Baz Luhrmann es arte en cada plano. Y es que Luhrmann es el dueño y señor de la ostentosidad (ya lo demostró con Moulin Rouge o Romeo y Julieta). Pero hay muchas maneras de ser ostentoso y él lo hace realmente bien.

 

La gran belleza – ( La caída de ) Roma de la mano de gente madurita y al son de Raffaella Carrá

Sorrentino consigue con esta película transmitir en su más pura esencia la decadencia de una ciudad tan solo de la mano de un tibio personaje, antes escritor, que se mueve en círculos de gente muy noble pero muy vacía. Los quehaceres de estas personas distan mucho de lo humanamente necesario para ser plenamente feliz, a pesar de lo que a priori la película nos pueda parecer con esta tremenda escena. Viendo a los asistentes a la fiesta y sus evidentes abultadas carteras, parece imposible que la fiesta pudiera suceder en otro lugar que no fuera en lo más alto de la ciudad y en un ático. Con el cartel de Martini enorme a lo lejos y Raffaella Carrà sonando de fondo con su Far l’amore.
OJO. No hay que despistarse. Que tras el Far l’amore viene el sorpresón máximo. Solo diremos… GATO DJ. Apoteósico.

Spring Breakers – El arte maestro del bikini en su sitio: SIEMPRE.

Sería imposible identificar un solo momento de fiesta en la película porque casi el 90 % del metraje lo es. Fiesta, drogas, sexo… y bikinis. Muchos bikinis. ¡Pero muchos! Y es que las pequeñas ladronzuelas van de juerga en juerga y en todas ellas el atuendo genérico de los asistentes es el bikini.
Esta película dirigida por el polémico Harmony Korine protagonizada por las cuatro niñas de moda en Hollywood (alguna sacada del mismísimo Club Disney) es sin duda  el peliculón de juerga extrema del 2013. Y con una buena historia. Destacable es que también incluye uno de los homenajes más bizarros y más espectaculares que le ha dado el cine a Britney Spears. No podía ser otra la homenajeada en una película como esta, por supuesto…

Nos negamos a elegir una escena festiva de esta película, así que directamente os dejamos el tráiler.

 Las ventajas de ser un marginado – ¡Y de poder bailar Come on Eileen en la fiesta del cole!

Encontrar un grupo de amigos en el que encajar y sentirse plenamente integrado y querido no es tarea fácil. Cuando el grupo surge de amistades tempranas siempre todo es más fluido, pero lo es menos cuando, habiendo estado siempre en soledad, empiezas a buscar este calor en medio de una etapa ya cruda de por sí como es la adolescencia, donde nada está claro y todos tus esquemas parecen desvanecerse por días.
Charlie parece empezar a sentirse una pieza más de ese complicado puzzle durante este baile. Nos encanta la escena en sí misma. Pero hay que reconocer que la canción es un temazo que invita a saltar como mínimo en el sofá. Living room routine!

La vida de Adèle – ESE 18 cumpleaños…

Terminamos poniéndonos serios por la que puede ser la película del año. Y si hay que elegir una escena de fiesta ¿por qué no? también ésta podría ser la fiesta del año. Ya hablamos anteriormente de La Vida de Adèle, como historia de descubrimiento del amor, de los sentimientos, de la madurez. Y es precisamente esta fiesta  el punto culminante en el que Adèle cumple su mayoría de edad. Debería estar feliz, sus amigos y su familia están allí. Sin embargo, le falta algo, hay alguien que no está…
Esta fiesta cierra el capítulo 1 de esta historia. Y a partir de aquí la vida de Adèle ya no volverá a ser la misma.

Esperamos que el 2014 nos traiga fiestas tan buenas como éstas.

 

El color del amor ya no es el rojo

Basada en la novela gráfica de Julie Maroh Le bleu est une couleur chaude, La Vida de Adèle cuenta el explícito despertar sexual y sentimental de una joven adolescente amante de la literatura y el arte, con una chica de pelo azul. Azul. El azul es el color de la creatividad, la paz y la serenidad, de la parte más intelectual de la mente, de la verdad, de la introversión y también de la tristeza. Siendo esos los atributos que se le dan a este color, es obvio que no es casualidad que el azul sea el elegido para la representación de la única persona que puede seducir a la cultivada e inteligente Adèle. La personificación del color azul se llama Emma: una potencial expositora de arte, con una gran imaginación y una habilidad especial para la pintura.

Tan primario y a la vez tan distante del color rojo, en La Vida de Adèle el azul adopta además de sus propios roles, el del amor, la obsesión y la pasión.

El azul, por ende, es lo que más llama la atención en los carteles de la película. Normalmente, cuando una distribuidora o productora decide lanzar un tipo de cartel u otro, se basa en el consumo de los distintos tipos de película en cada país o región. Las estrategias de marketing son un importante paso a seguir para hacer del producto un éxito rotundo. Así, un drama puede verse ‘convertido’ en comedia romántica (o a la inversa) con un cartel concreto pensado para una región en especial. Lo mismo ocurre, por desgracia, con los tráilers, y La Vida de Adèle no es ninguna excepción.

Si analizamos algunos de los carteles diseñados para la película en todos abunda el color azul, obvio. Sin embargo ningún cartel representa del todo como debería la historia que después se nos cuenta. Algunos de los diseños, mantienen una misma perspectiva (un fotograma de las dos chicas) sonrientes y adorables, casi como si fueran dos amigas disfrutando de un alegre día de compras, si no fuera por la furtiva mira de Adèle Exarchopoulos a Léa Seydoux en uno de los carteles.

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Otros diseños son algo más atrevidos, en ellos aparecen las dos chicas casi rozándose los labios, dejando entrever la temática del film.

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Llama la atención de manera singular el diseño del cartel en el que aparece Léa Sydoux de espaldas: como poster inspirado en la portada de la novela tiene un pase, pero lo cierto es que en él se omite de manera fulminante el nombre de la protagonista real del filme, Adèle Exarchopoulos, y además, podría atribuirse este cartel a cualquier thriller o incluso a alguna película de sci-fi, géneros ambos con los que la película no tiene nada que ver. Curiosamente este cartel fue el elegido en Estados Unidos.

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El último cartel en salir hasta el momento de la película fue una imagen vacía, sin rostro, donde sólo puede apreciarse una melena azul y unos labios rojos. Quizás este sea el cartel que mejor expresa la película, no porque sea una historia vacía, sino porque es una historia sin dobleces, de una transparencia aplastante.

6

La vida de Adèle no es una película de amor al uso. No busca distraer al espectador, ni enredarle en tramas y subtramas y en giros de guión hiperbólicos. Es una historia de amor muy básica, simple y llana, sin complejos y sin tapujos, contada de la mejor manera posible. Un amor que no entiende de razones, ni de sexos, ni de edades. Un amor salvaje, descarnado. Una historia universal, histórica y sublime en la que Kechiche nos acerca al personaje protagonista como pocos directores se han atrevido a hacer, de una manera intensísima, inundando la película de primeros planos, introduciéndonos tanto en los corazones de las amantes como en su dormitorio, haciéndonos partícipes del sexo de una manera que podría hasta resultar incómoda si la película no estuviese tan bien filmada, tan bien escrita y, sobre todo, tan bien interpretada.

Es imposible obviarlo: Adèle Exarchopoulos BRILLA durante tres horas y convierte al personaje protagonista en algo tan grande y tan espectacular que sobrecoge el alma, acongoja, duele. No se queda atrás su compañera de reparto y de sentimientos en el film, Léa Seydoux, la chica del pelo azul que enamora a la protagonista desde el segundo en que sus miradas se cruzan.

El amor, ese sentimiento que nos hace tan humanos e inhumanos a la vez, eso que “por mover montañas” a estas alturas de la vida parece ser algo totalmente conocido, sabido y dominado por todos, es lo que trata de definir La Vida de Adèle. Un film absolutamente verdadero que carece de vergüenzas, de censuras y de trabas y que se sirve como plato caliente sobre la mesa, sólo apto para paladares que se dejen zarandear por un golpe de honradez e integridad como no hemos visto nunca en pantalla.

“Te sigo” dice la canción que baila Adèle en su cumpleaños. Y nos seguirá durante mucho, mucho tiempo, no sólo porque ganase la Palma de Oro en Cannes.

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