Mucho se puede hablar sobre David Bowie y su aportación al mundo del arte, pero cualquier aproximación a su figura no podría pasar por alto el rayo rojo y azul que atraviesa aparatosamente su ojo derecho en la portada del álbum Aladdin Sane. Una instantánea captada en 1973 por el objetivo de Brian Duffy, que se ha convertido en un auténtico referente de la cultura pop junto a las creaciones de Andy Warhol. Un relámpago de color que cubre estratégicamente el ojo sano del cantante, ya que el izquierdo resultó dañado por el golpe que le propinó un antiguo compañero de estudios, dejándole una pupila desproporcionadamente dilatada que confiere a la imagen de Bowie un aspecto similar a la de un androide. Pero, ¿qué se esconde detrás de este icono tan imitado?
No existe una fórmula fija para el éxito y, a veces, símbolos tan sencillos como un rayo puede ser encumbrado como una auténtica obra de expresión artística. Esto es lo que ha ocurrido con el maquillaje que lució Bowie en el citado álbum realizado por Pierre La Roche y que capta a la perfección el espíritu paranoide del cantante, que se encontraba en su etapa de coqueteo con las drogas y una pobre alimentación: “Leche con vitaminas y mucha cocaína”, en palabras del propio artista. Un cúmulo de circunstancias que acababan reflejadas en sus letras y también en la iconografía que marcó una época.

El rayo, como impresionante descarga de electricidad que trae a la tierra el fuego y la destrucción, es entendido en la mayoría de las culturas antiguas como una expresión de la divinidad. En este elemento de la naturaleza se ve la mano de Dios, su eterna presencia. Un símbolo del cual se apropió Bowie como seña de identidad y que ha sido imitado hasta la saciedad por numerosos artistas de ayer y hoy.
Un símbolo; mil imágenes
Kate Moss, la considerada “niña mala de la moda”, quiso rendir homenaje a este grande del rock a través de la edición británica de la revista Vogue. Fue en mayo de 2003 cuando esta publicación de moda llevó a su primera plana una imagen de la controvertida maniquí emulando al cantante con el rayo trasversal adornando sus facciones. La experiencia debió ser gratificante para Moss que, sintiendo la fuerza de este símbolo en su poder, aceptó la propuesta de la versión gala de la misma revista y volvió a travestirse en Bowie. Una portada aplaudida durante aquellas navidades de 2011 en la que aparecía la modelo con un alborotado peinado de diversos colores con un guiño punk que conquistó el kiosco. “Nadie como Moss para jugar a la ambigüedad”, apuntó Emmanuelle Alt, artífice de este último proyecto que ideó pensando en todo momento en ella como ‘reencarnación’ de la figura del rockero.
[photomosaic ids=»3058,3065″]
Más recientemente, Lady Gaga ha llegado a miles de seguidores utilizando una iconografía similar a la de Bowie. La monster, que ha hecho de la controversia su leitmotiv, adoptó el famoso rayo para disimular -de cierta manera- sus facciones en sus dos primeros videoclips, Just Dance y Poker Face, e infinidad de imágenes promocionales.
[photomosaic ids=»3056,3055,3054″]
Un publicista podría pensar que esta seña es un claro intento de crear marca a través de un icono, como ya hiciesen los Rolling Stone con su particular lengua o los Héroes del Silencio con su logo por citar dos ejemplos. Otros, sin embargo, van mucho más allá en sus afirmaciones y aseguran que tanto Bowie como Gaga utilizan este símbolo de la divinidad para venderse al mundo como ídolos que adorar, lo que les convierte en falsos mesías. Una teoría un tanto rebuscada que ha sido expuesta en numerosas ocasiones por los detractores del estilo de vida de estos artistas y por las posibles implicaciones que esto podría tener en la educación de sus ‘inocentes’ vástagos.
Pero no sólo personajes famosos se han adueñado de este símbolo para acercarse a su público, sino que la expresión artística que ha derivado de este popular rayo va mucho más allá. Desde el admirado –y odiado a partes iguales- grafitero Bansky, que retrató por las calles de Londres a la reina Isabel II como una estrella del rock más, hasta el polifacético Homer Simpson o los Lego se atrever a llevar su icono maquillado sobre sus rostros. Otros diseñadores gráficos han aprovechado este rayo para dotar a sus creaciones el más puro estilo pop art. Un simple trazo facial que ha propiciado una nueva forma de entender el arte.
[photomosaic ids=»3059,3053,3052,3051,3050″]
* La imagen superior es una obra del artista australiano, James Cochran, conocido más por su apodo Jimmy C. Este impresionante retrato de David Bowie a tres dimensiones lo realizó por las londinenses calles de Brixton.
Pero no te quedes atrás y prueba cómo te queda a ti este icono con este tutorial