Es difícil en los tiempos que corren encontrarse con pequeñas grandes joyas de terror como la película de la que venimos a hablar hoy.
Rodada totalmente al margen de los grandes estudios, y con un chorreo constante de ideas y de saber hacer del bueno, It Follows desembarcó en Cannes y Sitges con gran acogida el año pasado y, por fin, un año después ha llegado a las pantallas de nuestro país. Su presupuesto de producción (2 millones de dólares) nada tiene que decir sobre su sobresaliente puesta en escena. Sí tiene que decir, sin embargo, los ya recaudados 14 millones de dólares tan solo en suelo americano, que la convierten junto con The Babadook en la película de terror más rentable, tanto para taquilla como a nivel de crítica, de los últimos años.
It Follows es la vuelta de tuerca que el cine de terror llevaba años esperando y, cómo no, se ha convertido en toda una sensación para el público. Expuesta queda la idea de si su extendido hype viene acompañado simplemente del eco de las voces de unos cuantos críticos en festivales, o si realmente It Follows apunta a ser de la magnitud que se le atribuye. Por aquí apostamos por lo segundo, sin lugar a dudas. Y son muchos los porqués que avalan esta postura. Empezamos.
Que la cinta se haya subido al carro de las películas con estética y música ochentera no es una casualidad: lo retro está de moda (Drive, The Guest) está claro… pero es que a It Follows, además, le queda muy bien el rollo nostálgico para lo que nos quiere contar. Una nostalgia (cuidadísima, ojo) que se palpa en todos y cada uno de sus elementos, tanto a nivel de contexto situacional como a nivel de unos personajes que son de todo menos esos arquetípicos personajes de la era moderna del grito. Esa misma nostalgia que toma los años 80 como punto de partida para desarrollar la que ya es posiblemente la historia más terrorífica de los últimos años, es la misma que nos traslada de lleno a una historia que toma como referencias directas el cine de John Carpenter al que rinde pleitesía absoluta, o a Wes Craven, dos pilares en los que es imposible no pensar mientras It Follows avanza sigilosamente, sin hacer más ruido que el de los gritos de la nueva reina del ‘nightmare’: Maika Monroe (espléndida y también protagonista de la anteriormente mencionada The Guest, por cierto)
It Follows es una historia con personalidad propia, desde el barrio donde vive nuestra protagonista y en el transcurre parte de la historia, hasta su agónico hilo musical compuesto por Disasterpiece, pasando también por los entregadísimos amigos de Jay (Maika Monroe) que la acompañan en su peculiar huida de esa “maldición”, por llamarlo de alguna manera, que se contagia de persona a persona en la primera relación sexual. Metáforico, sí. Mitchell consigue recrear esa “culpa” ante la promiscuidad del sexo, aunque aquí en It Follows el sexo no deja de ser tanto la causa como la salvación de ese mal imparable, invencible, acechante y más angustioso a cada minuto que pasa. Repetimos: tanto causa como salvación. It Follows es metafórica, pero en ningún caso una denuncia o crítica a la situación que plantea.
No es casualidad que a lo largo de toda la cinta se sucedan los planos secuencia, una idea inteligente que no sólo demuestra que en la ejecución y la forma el director David Robert Mitchell ha hecho algo espectacular (y más en un género que parecía ponerle más atención al contenido en detrimento de la forma), sino también que ese mal acechante y persecutorio no tiene contención, ni forma, ni barrera alguna. El miedo a lo que no se ve o no se conoce es el hallazgo que posiblemente mejor explota la película, sobre todo de cara al espectador, que jamás sabrá dónde mirar en busca de amenazas. Ese tipo terror que además de sangre, promete sacarnos de nuestras casillas desde el minuto 1.
Tampoco es casualidad, por supuesto, la época en la que transcurre y la ausencia total de elementos actualmente ligados al ser humano como son el teléfono móvil o cualquier otro dispositivo tecnológico que se pueda asociar a una ayuda desesperada que para mal de nuestra protagonista (y para bien del espectador), no tiene la joven Jay.
It Follows ha llegado a nuestras carteleras para revelarse como más cine experiencia que cualquier otra película del género que podamos recordar. Su capacidad de aunar el cine indie con el de puro entretenimiento no conoce límites y su capacidad para transmitir el terror de manera totalmente lenta y agónica, tampoco. It Follows huele lo mismo a cine teen que a clásico con mayúsculas; la nueva fórmula, la gallina de los huevos de oro, llámenlo como quieran, pero vaya a verla. No creo que vayamos a ver algo tan aterrador como esto en nuestras carteleras en bastante tiempo. It Follows es LA película putada. Y lo digo realmente en serio.