Una de las maravillas que la tecnología nos trajo hace relativamente poco tiempo han sido las impresoras 3D. Estos prodigios se han aplicado a diferentes campos como en industria, alimentación, automocíón o en medicina. Su enorme potencial y la eficacia de estas máquinas han permitido la mejora y perfeccionamiento en todas las áreas mencionadas e incluso iniciar caminos antes no exploradores en diferentes ramas de la medicina. Aunque el uso de este tipo de herramientas implica hacerlo siempre con precaución.
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Como diría Risto Mejide en su mejor época -no ahora que está enamorado y parece más tierno que un bizcocho de limón-, Justin Bieber es como un consolador: “perfecto en la ejecución, pero frío en el sentimiento”. El caso es que muchas veces se ha acusado al ídolo juvenil canadiense de complacer a sus fans, pero sin echar el resto, sin sudar la gota gorda, sin mayores esfuerzos que salir al escenario, recitar sus canciones y poner el cazo para llevarse el montante acordad. Ahora, sus fans tienen una nueva oportunidad de satisfacer sus deseos gracias al cantante y, de nuevo, cumplir con lo esperado, siempre y cuando no se tengan demasiadas expectativas.

¿Os imagináis producir vuestra propia ropa y accesorios desde el escritorio de casa? Vale, puede sonar un poco loco, pero seguramente nuestros abuelos tampoco se imaginaban poder hablar a tiempo real a través de un dispositivo sin teclas del tamaño de su mano. Y es que, la llegada de las impresoras 3D ha cambiado los estándares de fabricación en todos los sentidos, abriendo un mundo casi inimaginable de cosas que se pueden hacer con ellas. Basta por darse un paseo por la red, para ver una multitud de objetos creados con estas ‘máquinas del futuro’.

La censura en Japón podría considerarse excesiva, pero las tretas de algunas artistas para esquivar dichas limitaciones logran estar a la altura. Tal y como ha informado la agencia de noticias Kyodo, la policía nipona ha detenido esta semana a una artista que trataba de enviar a un hombre datos informáticos para que pudiese reproducir sus genitales a través de una impresora 3D. Una nueva forma de dar a conocer las partes más íntimas de su anatomía que no responde a un mero coqueteo vía internet, sino a una forma de expresión artística.
La ley en Japón es muy clara a la hora de limitar la distribución de materiales considerados como “indecentes”, lo que contrasta con el hecho de que este país cuente con una de las industrias pornográficas más estables del mundo. No obstante, Megumi Igarashi, una artista de 42 años de Tokio, más conocida en el sector artístico como Rokudenashi-ko, que podría traducirse como chica absurda, ha sido ‘cazada’ saltándose esta ley.
Como informaba la citada agencia, Rokudenashi-ko envió los datos digitalizados de sus genitales femeninos, con los que el destinatario podría imprimirlos en 3D, una tendencia de impresión en auge que cada vez está ganando más adeptos. El envío de datos, es decir, de sus partes nobles en código binario, se realizaba a cambio de una jugosa suma de dinero, con la que Magumi trata de financiar su próximo proyecto artístico.
La polémica artista desea construir un barco con la forma de su aparato reproductor, lo que dejaría en una mera chiquillada el motivo por el que ha pasado a disposición policial. Por el momento la recaudación de fondos no le ha ido del todo mal y ya ha logrado cosechar cerca de un millón de yenes (7.200 euros). ¿Logrará cumplir su sueño y surcar los mares con ‘sus genitales’?