Lo que más llama la atención del siglo XXI es el carácter efímero que tienen las cosas (y lo que no son cosas). Parece que todo tiene un carácter consumista que se ha llevado al extremo. Cuanto más se consume algo más efímero parece su recuerdo en la memoria. Cuando vemos una serie en nuestro canal favorito y terminamos de verla en solo unos pocos días, pasamos a la siguiente sin apenas una vaga reflexión sobre la misma. Y si nos pregunta sobre la misma en una semana ya ni el nombre de los personajes principales ha quedado impreso en nuestras neuronas. Con el resto de elementos que conforman nuestra vida cotidiana parece ser que sucede casi lo mismo.

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