El nombre de Pablo Ráez es ahora sinónimo de superación y lucha. El joven malagueño de 20 años nos ha dado a todos un ejemplo de vida, aunque tristemente el precio que ha pagado por ello ha sido su propia vida. De hecho, no podríamos exagerar en este punto si incluso Sergio Rodríguez, médico del centro de transfusiones sanguíneas de Málaga y responsable de captar donaciones de médula en Andalucía ha reparado en el hecho de que se han conseguido más de 3.000 donaciones nuevas desde que el pasado 25 de febrero a consecuencia de la leucemia contra la que batallaba desde hacía dos años.
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Dice Eduardo Galeano que mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.
Por eso hoy le damos voz a esta pequeña ‘Escuela de Superhéroes‘ que nace entre marzo y septiembre de 2015 en el Hospital Niño Jesús de Madrid. Una de esas propuestas que surge de las ganas de cambiar las cosas y que merece ser escuchada.
Imagina que pasas el día en un hospital sin poder salir. Imagina que echas de menos tu casa, tu cama. Imagina cuánto echas en falta quedar con amigos y hacer lo que a ti te gusta. Imagina ahora que eres un niño.
Como nos cuenta uno de sus fundadores, existen ‘break points, momentos en la vida en los que algo cambia y es necesario reinventarse’. Uno de esos puntos de inflexión da lugar a esta organización sin ánimo de lucro, en la que un grupo de voluntarios de Aranjuez lleva frecuentemente tecnología punta a los niños y chavales de entre 4 y 19 años que se encuentran ingresados: impresoras 3D, robots, mini robots, bolígrafos 3D, Google Glass etc.
¿Por qué Escuela de Superhéroes si aquí nadie se disfraza?
Si vas a un Hospital de niños con enfermedades terminales, entiendes todo, son un superhéroes, a la vez que luchan por su enfermedad nos enseñan valores, y motivos para vivir. Cuando estás con ellos, y al ser un canal de doble vía, te transmiten sus pequeñas enseñanzas. Nos cuenta Armando, su promotor.
No reciben ayuda económica y cuando alguien quiere colaborar, le piden que ayude a traer algo que pueda sorprender a estos valientes. Los puzzles y los juegos tradicionales aquí ocupan un segundo puesto en el pódium, ahora prefieren por ejemplo unas gafas de realidad virtual con las que poder escapar, aunque sólo sea durante un rato, de la habitación en la que pasan días que parecen no acabar nunca.
Mirar la vida desde otros ojos, a veces ayuda a valorar y agradecer todo lo que sí tenemos.

¿Recuerdas aquellos momentos en los que hacer amigos era tan «fácil» como preguntar a alguien si quería jugar contigo o si quería ser tu amigo? ¿Recuerdas todo lo que presumías de la calcomanía que llevabas en el brazo y que acababas de encontrar en la bolsa de Cheetos? Pues ahora imagina que eres un niño, estás enfermo, y tienes que vivir todos esos momentos en un hospital.
A Benjamin Lloyd también se le partió al corazón al imaginarlo y decidió hacer algo por estos pequeños. Todo comenzó el domingo 22 de mayo cuando decidió lanzar un reto en su página de Facebook «¡50 likes e iré al Hospital Starship a tatuar a todos los niños!», unos días después su comentario tenía miles de ‘me gusta’ y había sido compartido otros tantos miles de veces, así que decidió utilizar su semana de vacaciones para llevar su propuesta. No tardó mucho en completar su promesa en el Hospital de Starship de Auckland -Nueva Zelanda-.
Este joven artista neozelandés de 24 años es pintor y tatuador, pero lo que no todos saben es que él solía hacer esto mismo con su hijastro de 7 años, que murió hace unos dos años. Como él mismo declara en algunos medios, utiliza la aerografía para alegrar el día y poner una sonrisa en la cara de los más pequeños.
No son pocas las críticas que han recaído sobre el trabajo de Benjamin por hacer tatuajes a niños, pero como bien explica él, la pintura no es tóxica y no es permanente, se aplica con aerógrafo sobre la superficie de la piel y se elimina con un lavado. Cuenta incluso que algunos niños no quieren ducharse en una semana.
La idea ha entusiasmado tanto a padres como a niños, tanto es así, que el artista se plantea volver a hacerlo y dar respuesta a otras muchas peticiones que están llegando a raíz de conocerse su hazaña. Tan positiva fue la respuesta que Benjamin considera incluso recorrer hospitales de otros países (España entre ellos), para poder llevar sonrisas y confianza a estos pequeños valientes; y no sólo dibujando sobre la piel, ya que también le gustaría llevar un poco de color y alegría a las paredes o murales de los hospitales de forma permanente, algo que no se elimine con un lavado.