La artista y actriz Candice Drouet amante de la animación japonesa y, por supuesto, del trabajo del padre de Studio Ghibli, Hayao Miyazaki nos acerca en su «supercut» ‘1.000.000 frames’ las escenas más míticas de ‘Ponyo’, ‘La princesa Mononoke’ o ‘Mi vecino Totoro’. Si eres fan de la animación japonesa estamos seguros de que no podrás parar de disfrutar durante los dos minutos y medio que dura el video.
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Cuando se trata de celebrar algo, en cualquier lugar del mundo se busca la manera más original de llevarlo a cabo. Esto es lo que ha ocurrido con uno de los estudios de producción más conocidos de la ciudad de Tokio, Si decimos simplemente los Ghibli Estudios, a muy pocos les puede sonar de oídas. Pero si añadimos que son los que realizaron uno de las películas de animación más conocidas de los últimos tiempos, seguro que alguno asocia rápidamente el contexto.
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Los creadores de La Princesa Mononoke celebran su treinta aniversario por todo lo alto. Y ello incluye un proyecto un tanto surrealista pero muy innovador. Para ello, han recreado a tamaño natural el barco de la obra de Hayao Miyazaki, titulada El castillo ambulante, que asciende y desciende de suelo a techo a través de los propulsores que lleva situados en la parte superior.
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El éxito de esta celebración está asegurado, ya que todos los amantes del cine de animación tienen una cita obligada, resultado ser todo un récord en visitas hasta el momento. Además, esta retrospectiva de la obra del famoso productor japonés se acompaña de una exposición interactiva de la mayoría de sus obras así como un menú inspirado en sus películas, donde se puede elegir entre 11 platos diferentes.

Si eres fan de Hayao Miyazaki y el Studio Ghibli no puedes perderte este homenaje realizado por Dono.
Una pieza que repasa algunos de los personajes más famosos del animador japonés, todo acompañado de la música de Joe Hisaishi. En este video Dono ha recreado alguno de los mundos de Miyazaki sirviéndose de distintos programas de animación (Blender, Gimp, Octane y Natron) y ha conseguido un resultado de lo más vibrante y que emocionará a más de un fan, nosotros nos incluimos.
Si no te lo crees, échale un ojo y seguro que este video te vuelve a recordar porque estamos enamorados de la animación tradicional de Miyazaki, creador de un universo de magia, naturaleza y valores que ha creado escuela.

Gwenn Germain estudiante de la escuela de arte francesa Créapole lleva unas semanas volviendo locos a los seguidores de animadores de Moebius, Syd Mead o Hayao Miyazaki. Y, es que gracias a su corto ‘Celles et Ceux des Cimes et Cieux‘ (‘Chicas y Chicos de las Cumbres y los Cielos’) que junto a la música de Joe Hisaishi, el compositor habitual de Miyazaki, consigue rendir un homenaje más que merecido a los tres animadores.

Vuelve esta semana el pintor de sueños más famoso de toda la historia del cine japonés: Hayao Miyazaki. Y vuelve bajo la máxima de haber realizado la que será su última película y, a pesar de no ser ésta la primera vez que anuncia su retirada, esta vez nos lo creemos un poco más: porque Miyazaki ya ha besado el cielo, porque está ya en los 73 años y porque cada vez se han ido separando más los estrenos de sus películas y quizá eso sea una muestra de su “cansancio”, pese a que siempre ha afirmado su pasión por la animación.
No es fácil que cualquier persona disfrute plenamente con el cine de Miyazaki y del Studio Ghibli (del que es fundador junto a Isao Takahata) en general: es necesario un cierto compromiso, una entrega, un dejarse llevar por esos pequeños grandes sueños que carecen en muchos casos de lógica, pero que por el contrario están dotados de una sensibilidad y una belleza visual que quitan el hipo. Podría decirse que aquello de que “hay que entregarse al corazón y no a la razón” funciona al 100% con las películas de Hayao Miyazaki; son piezas para ser percibidas y experimentadas de una manera diferente. Viniendo de un director que ni usa internet, ni tiene siquiera un ordenador, ni por supuesto fue a recoger su Oscar (por El Viaje de Chihiro), no es de extrañar que estemos ante obras tan únicas como especiales. Y no por pocas razones, Miyazaki es admirado y envidiado a partes iguales por grandes compañías de animación como Pixar.
En sus casi 30 años llevando a cabo producciones de varios directores, el Studio Ghibli ha conquistado los corazones de una gran cantidad de fans alrededor del mundo por su más que personal estilo: dejando en muchas ocasiones atrás los avances tecnológicos que han hecho las delicias de las recientes Frozen o Brave, en Ghibli se aboga por la técnica de animación más típica, pero que a día de hoy puede ser la menos utilizada: el lápiz y el papel. Decenas de dibujantes convierten los bocetos y storyboards en las películas que luego vemos en pantalla. Un proceso tan largo y trabajoso como especial, que se ha visto desbancado por las técnicas digitales en la mayoría de producciones.
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Pero fuera de todo proceso artístico más o menos admirable, destacan en toda la filmografía de Miyazaki algunos aspectos que tienen mucho que ver con respecto al público que contempla este cine. Varios temas se repiten, muestra de las ideas que perturban la mente del autor. Sin duda, la infancia es uno de los elementos clave en sus películas. Miyazaki retrata a sus niños como elementos puros y sinceros, llenos de vida pero a menudo también perdidos o algo desprotegidos y en ocasiones huérfanos, o alejados de sus padres, aspecto que contrasta con el habitual llamativo atrevimiento de los pequeños. Si hay un aspecto claro en la filmografía de Hayao Miyazaki, es el poder que deposita en los más pequeños para rescatar a quien sea, de donde sea e incluso reconstruir el mundo, su mundo. La naturaleza es otro tema recurrente en las películas del Studio Ghibli y algo muy importante para Miyazaki en particular. Sus ojos no pueden ver el mundo de otra manera y él tampoco se molesta en ocultarlo: “Todos sabemos que el planeta está en problemas y no hace falta que otra película mas transmita ese mensaje. Pero cuando dibujo el mar, no me queda otro remedio que dibujarlo lleno de basura”. No en vano, en La Princesa Mononoke ya nos retrató un mundo ficticio de hombres en guerra con la naturaleza, y no se cortó en mostrarnos unos humanos despiadados y a menudo poco inteligentes. Tampoco se cortó en El viaje de Chihiro, donde los padres de la niña eran convertidos en cerdos, ni más ni menos que por su salvaje manera de comer. Cuando se trata de criticar la sociedad o comportamientos de ésta, Miyazaki no se anda con tonterías. Es cine de animación, sí. Pero es un cine tan sincero, visceral y crítico como cualquier otro.
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Para esta última entrega Miyazaki ha decidido volver a una de sus pasiones: la aviación. Así, con la historia del creador del diseño del avión de combate usado en el ataque a Pearl Harbor, Miyazaki pondrá punto y final a su carrera.
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Lo que le espera al Studio Ghibli ahora que uno de sus dos padres se retira parece que finalmente, es algo incierto y además contempla variedad de opiniones a favor y en contra de los sucesores. Se apuesta, por una parte, por Goro Miyazaki (el hijísimo de Hayao) como cabecilla del nuevo Ghibli. Sin embargo, algún que otro tropezón dentro del estudio ya han hecho que hordas de fans levanten vientos (guiño guiño) y mareas contra él como claro sucesor. Además, para caldear aún más el ambiente, el futuro más próximo de Ghibli es una serie de animación para televisión, que estrenará en otoño el canal NHK y que se realizará en tecnología 3D CGI, dando carpetazo al símbolo y estandarte por el que ha abogado el Studio Ghibli durante todos los años de su producción.
Pero queda esperanza: Ghibli seguramente no desaparezca de la gran pantalla, ya que el otro elegido, Hiromasa Yonebayashi (de los pocos “nuevos chicos Ghibli” a los que les han dejado repetir en la dirección, tras Arriety y el Mundo de los Diminutos) planea ya otra cinta para estrenar este mismo verano: When Marnie was there, se llama. Y los que han podido ver algo de ella, afirman que parece que tener altos porcentajes de alma Ghibli.
Puede que tener dos personajes que lleven una voz igual de cantante, desgaste al estudio. Puede que la maniobra de introducir el CGI haga que la esencia Ghibli termine de perderse una vez Miyazaki y Takahata hagan mutis por el foro, puede que el estudio termine por volverse otra multinacional más, produciendo cintas sin más. O puede que ocurra todo lo contrario y tener dos vías de producción y novedades tecnológicas sea la opción más inteligente.
Sea como sea, hemos sido afortunados y lo seguiremos siendo por poder disfrutar las veces que queramos de los viajes de la pequeña Chihiro, de nuestro vecino Totoro o de Mononoke. Mañana se estrena El viento se levanta, ¿acaso os atreveréis a perdérosla?