El día de ayer era difícilmente superable: Youth, Cemetery os Splendour, The Assassin y Endorphine nos dejaron maravillados. Hoy ha sido un día duro con mucho que ver pero además ha sido el Día Oficial de Michael Fassbender en el Festival de Sitges; sí, me lo acabo de inventar, pero es que el actor tiene dos películas en cartel y hoy se han proyectado las dos. Nos hemos quedado de momento a las puertas de Slow West, pero de la que sí os podemos hablar es de Macbeth, la adaptación del texto teatral de Shakespeare que lleva el mismo nombre.
Justin Kurzel dirige a unos sobresalientes Michael Fassbender y Marion Cotillard en esta adaptación de una de las obras más conocidas de literato inglés. Bajo un profundo análisis para adaptar los diálogos de la película y un perfecto control del color, Kurzel ha conseguido parir una adaptación ambiciosa, potente y muy bien estructurada. Destaca la manera tan lógica en la que se incluyen los pasajes fantásticos del libro en la película (como las apariciones de las proféticas brujas): todos ellos ocurren como otro pasaje cualquiera, con el único indicativo formal que es esa neblina blanca que inunda los espacios. Justin Kurzel ha conseguido una potentísima puesta en escena, plenamente teatral, en la que mucho tienen que hacer los paisajes escoceses, y muchísimo tiene que ver la abrumadora labor de fotografía (a cargo de Adam Arkapaw) que consigue hacer el resto para que Macbeth sea una adaptación plenamente digna y bellísima visualmente. Respecto a los actores vamos a resumir su labor en una frase: no se salen de la pantalla porque no pueden. Magnánimos. ¿Caerá alguna nominación y/o premio? Bien lo merecerían.
Y hablando de nominaciones, es posible que algún premio le caiga durante el festival a Green Room. La cinta ha sido toda una sorpresa en una mañana teñida de rojo. Un grupo de música formado por cuatro jóvenes, acaba medio por recomendación medio por error, tocando en un local de skinheads donde se ven involucrados en un asesinato en el camerino. Es entonces cuando se desencadena una guerra dentro-fuera del “Green room” (el camerino) de la que tendrán que intentar salir…vivos, claro. Que nadie se asuste si os decimos que la película es violencia neonazi en todo su esplendor. No mentimos. Jeremy Saunier no se anda con chiquitas, es cierto que en Green Room se toman decisiones totalmente inesperadas y arriesgadas que pueden sacar los colores (o las tripas) al espectador. Pero Saunier ha armado una película donde la inteligencia prima antes que la fuerza y donde la oscuridad de los pasillos del bar se entremezcla con la espuma de los extintores creando una atmósfera aún más agónica si cabe fuera del camerino que dentro del él. Violencia seca, directa, terror nazi y muchos excesos. Nosotros compramos totalmente el pánico en el camerino.
Tras estos dos buenos notables tocaba el turno del visionado de February, y la verdad es que nos ha dejado bastante fríos. La película protagonizada por la mismísima Sally Draper (Kiernan Shipka), es un thriller psicológico con alguna que otra referencia remarcable (su director es Osgood Perkins, os podéis imaginar) pero que al final no aporta mucha novedad al género y tampoco al festival, más allá de pasar un rato entretenidos.
La que sí aporta y de la que hemos salido encantadísimos es Cop Car. Su director, Jon Watts, se la juega posicionando a dos niños pequeños en el lugar de los policías y a Kevin Bacon haciendo de niño travieso y escurridizo. El resultado, pese a sus “peros”, es una película bastante entretenida, que comienza como una buddy movie para irse transformando en un thriller bastante agónico con crítica incluida al uso de armas por parte de los menores. Todas las escenas en las que los niños disparan, sujetan o simplemente tocan un arma pondrán nervioso incluso al espectador más pausado. Posiblemente todo el significado y el interés de la película esté exclusivamente aquí: en los niños y en las armas. Pero lo cierto es que los minutos pasaron volando, y la cinta acaba resultando divertida e interesante a partes iguales. Lo que no consigan los niños…
Terminando el día vimos dos películas tan dispares en temática como en puntuación. Un sobresaliente y un *no sabemos cómo puntuarla*
La primera es The Survivalist, una obra acerca de un futuro apocalíptico en el que la supervivencia del hombre (más concretamente de la del protagonista) se basa en defender su granja y sus cultivos a toda costa. Hasta él llegan dos mujeres, madre e hija, desvalidas, pretenden ofrecerle ayuda en la granja a cambio de cobijo y alimento. La premisa de The Survivalist la hemos visto ya mil veces, sin embargo la opresiva y violenta manera que tiene Stephen Fingleton de contar su historia es genuina y durísima. Sobre todo, ya lo dijo el director, porque como en su país Irlanda, en España también hemos vivido situaciones de guerra y posguerra. Y esta película no deja de ser un reflejo de aquella violencia extrema en situaciones límite, y también una crítica a la contemporaneidad y a cómo hacemos uso de los recursos que hoy tenemos…pero que quizás mañana ya no. Imprescindible.
Precisamente imprescindible no es Ludo. Nikon Q dirige un cuento terrorífico a lo Jumanji (con tablerito de por medio) que comienza bastante bien y acaba perdiendo totalmente la cabeza. Una cosa es segura: que el espectador pasará miedo en la primera mitad y probablemente se reirá en la segunda. Esto es algo que como mínimo nos choca, y más cuando se ha vendido la película como «el relato indio más terrorífico de todos los tiempos». Y bueno, terrorífico es. Vaya que si lo es…