La lluvia supone una de las inclemencias del tiempo más necesaria, a la par que aparatosa, para el equilibrio humano. Sin agua no seríamos capaces de sobrevivir. Es una realidad. Nuestro organismo está compuesto, en su mayoría, por este elemento de la naturaleza. Pero también, demasiada agua puede ser catastrófica. En los lugares donde la lluvia abunda, las viviendas siempre están adaptadas a los vaivenes de este fenómeno atmosférico. O, por lo menos, lo intentan.
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Dibujar el paisaje pero para remodelarlo y organizarlo de nuevo. Bajo esta premisa, la artista británica Olivia Kemp crea enormes dibujos que parece no tener ni principio ni fin. Olivia lleva dibujando desde que era una niña,

Escocia es tierra de castillos. Es uno de los monumentos más extendidos por todo su territorio. Las luchas intestinas entre los señores de las zonas eran algo habitual si se quería controlar un lugar estratégico o zona de interés. Además, la línea fronteriza con Inglaterra propiciaba que los enfrentamientos fueran constantes hasta que se consolidara la delimitación entre ambas naciones.

“Ladrillo a ladrillo construyo un castillo, tan alto, tan alto, que llegue hasta el sol”. Esta popular letra de una canción infantil sirve como punto de partida para abordar el artículo de hoy. Muchos niños han soñado con ser verdaderos caballeros andantes, con su armadura, su espada y su escudo, su cota de malla y su yelmo, y enfrentarse así contra dragones o feroces ejércitos enemigos saliendo victoriosos en sus hazañas. Desde la Antigüedad, los castillos han sido fortificaciones de carácter defensivo rodeados de una amplia muralla que los ejércitos en campaña construían para guarecerse del enemigo. Más tarde, los romanos los emplearían como obras provisionales o avanzadillas durante la conquista de nuevos territorios. A todos ellos es común la muralla defensiva, una puerta fortificada y una torre del homenaje frente a un patio de armas para dar el visto bueno a las tropas que defienden el lugar o que van a partir a la guerra. Desde Malatinta hoy realizaremos un breve recorrido por algunos de los castillos más populares en Europa y que siguen siendo, sin lugar a dudas, uno de los edificios constructivos más característicos del continente.
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El arquitecto ruso Leonid Sherwood restauró entre 1912 y 1913 un curioso castillo neogótico en la cima de un acantilado de unos 40 metros de altura. Bautizado con el nombre de Nido de Golondrina es considerado uno de los reclamos más espectaculares para visitar la región de Crimea. Sus pequeñas dimensiones, diez metros de largo por veinte de ancho, no le restan belleza ni encanto. En su interior se aprecian un recibidor, dos habitaciones, una habitación para invitados y una amplia terraza para observar la costa de Yalta. Y como todo castillo, tiene su propia leyenda: el barón alemán Von Steingel lo mandó construir para conquistar a una bailarina de danza clásica de la que estaba prendado. Todo un romántico regalo al alcance de muy pocos.
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La región francesa del Loira es conocida, entre otras cosas, por sus construcciones y por la famosa ruta que se realiza por ellos. Cualquier enamorado de la arquitectura renacentista sueña con poder recorrer toda esa región por la originalidad y peculiaridad de sus castillos. El de Chambord es uno de los más conocidos y visitados. Creado en un principio como pabellón de caza, poco a poco se fue transformando en el edificio que conocemos en la actualidad. Fue Domenico da Cortona quién diseñó el proyecto inicial para el rey Francisco I. Después se fue ampliando bajo el reinado de Luis XIV y durante el Siglo de las Luces. El diseño original italiano unido a las peculiaridades constructivas francesas dan como resultado un edificio que sorprende por su elegancia y su porte.
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En Alemania hay, sin duda alguna, un castillo de cuento de hadas. En la región de Baviera se alza el imponente Neuschwanstein, un romántico edificio que el rey loco, Luis II de Baviera, utilizó como lugar de descanso para alejarse de la estresante vida palaciega. Este monarca quedó muy impresionado en su infancia por las ruinas de un antiguo castillo medieval que se levantaba donde hoy lo hace Neuschwanstein. Su principal proyecto era hacer un edificio que emulase un castillo del medievo que fuera el lugar ideal para la residencia de un caballero medieval. No es de extrañar que, aunque no estuviese finalizado este proyecto, iniciara la construcción de otros castillos y palacios que respondían a su visión romántica e idealizada de la Edad Media. Así, este complejo se encuentra situado sobre un desfiladero rocoso, buscando la situación defensiva del edificio como en el medievo, y resulta una mezcla de estilos que van desde el románico al renacentista, siendo un verdadero ejemplo de arquitectura historicista germana.
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Si realmente el lector quiere visitar un auténtico castillo medieval, en Escocia se pueden encontrar varios ejemplos. Entre ellos, el castillo Caerlaverock, una construcción del siglo XIII que perteneció a la familia de los Maxwell y que tiene la singularidad de tener una planta en forma de triángulo y estar situado en el centro de un pequeño lago. Lo que queda en pie del edificio cuenta una historia singular de sitios y asedios que le han llevado a sufrir varias reconstrucciones pero que no le han hecho perder ni un ápice de su esplendor original.
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Por último, en la franja Norte de España, en la provincia de Vizcaya, se encuentra el castillo medieval de Butrón. Aunque su aspecto actual corresponde a la remodelación del siglo XIX que realizó el Marqués de Cubas, sus orígenes se remontan a la Edad Media y al linaje de los Butrón. El edificio muestra una clara influencia germana en cuanto a su concepto de idealización, ya que no iba a ser destinado como residencia habitual sino que buscaba el gusto y el deleite de su aspecto exterior para el público que lo contemplase. Todo el complejo se encuentra rodeado de un espectacular paisaje que ocupa 35.000 hectáreas y lo envuelve en un ambiente mágico y misterioso, digno de cualquier relato fantástico de caballerías.