Aunque pudiera parecer increíble, uno de los sueños más surrealistas se ha hecho realidad. La marca de moda de lujo italiana ha unido fuerzas con el gato cósmico más famoso de la pequeña pantalla. Doraemon llega al universo de la alta costura para dar color y alegría a la última colección de Gucci.
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Los dibujos animados marcan a toda una generación que los disfruta por televisión. Los que fueron pequeños en los ochenta recordarán a Heidi, Candy Candy, La aldea del Arce, David el Gnomo, Los Snorkels, Los autos locos, Lucky Luke, Heman, Dragones y mazmorras, Rainbow Brite, Los diminutos o El inspector Gadget, entre otros. Durante los noventa

Estoy desconcertado. Los pilares que han supuesto mi infancia se van cayendo día tras día y, si duro fue aceptar que los Reyes Magos tienen una explicación más mundana que divina, llega un nuevo revés del que será difícil sobreponerse: Hello Kitty no es una gata. La compañía Sanrio, que se esconde detrás de este icono seguido tanto por niñas como por muchas adultas con corazón color rosa chicle, realizaron la semana pasada unas declaraciones que no dejaron indiferente a nadie: “Hello Kitty no es una gata y nunca lo ha sido. Es una niña pequeña, muy alegre y feliz”. Pero esta creencia no es la única que circula por los mentideros en la que la denominada por muchos como la “gata lesbiana” es la protagonista. Existen diversas explicaciones acerca de su procedencia, pero la más extendida es aquella que asegura que es fruto de un pacto con el mismísimo Satanás.
Este personaje animado fue creado en 1974 en Japón por Yuko Shimizu. Esta artista vivía sumida en la tristeza al ver cómo su hija sufría un cáncer en la boca de la que los doctores no encontraban cura. Dice la leyenda que fue en este momento cuando decidió acudir al Señor de los infiernos para solicitar su mediación a cambio de su alma. Así no sólo se curaría su pequeña, sino que además se crearía un icono internacional que carece de boca y que sería adorado por todo el mundo sin conocer ciertamente que se trataba de una obra del mal. De hecho, el origen chino de Kitty significa demonio. Muchos consideran que se puede conocer el estado de ánimo de la que se creía felina con tan sólo mirarla, a pesar de que tan sólo tenga ojos y nariz.
Los Pitufos, siervos del inframundo
Pero Hello Kitty no es la única que goza de un supuesto oscuro pasado. También los alegres pitufos que tanto ritmo han puesto a los veranos de nuestra infancia con sus agudas voces. Muchos son los que aún creen que la aldea de los Pitufos encarna el infierno, mientras que su odiado Gargamel que trata de capturarlos una y otra vez es en realidad una alegoría a la Iglesia. En su labor, Gargamel cuenta con la ayuda de su gato Azrael, que vendría a ser el ángel vengador. Otro de los hechos que desconcierta a los conspiranoicos es que en esa aldea tan sólo haya una fémina, Pitufina, para alegrar los días de 99 varones o que Papa Pitufo sea el único que vaya vestido de rojo, prueba para muchos de que es el mismísimo demonio.
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Epi y Blas, sin derecho a roce
Otro de los varapalos que he recibido en la edad adulta fue cuando los creadores de Barrio Sésamo decidieron meter en el armario a Epi y Blas, después de que muchos disfrutasen de sus conversaciones nocturnas como si de un sketch de Escenas de Matrimonio se tratase. La petición popular de que se incluyese un episodio de estos dos personajes dando un paso más en su relación pasando por el altar empujó a la organización no lucrativa Sesame Workshop a explicar que ellos son “muy buenos amigos” y que fueron creados para “enseñar a los preescolares que las personas pueden ser buenas amigas de aquellas que son muy diferentes a ellas mismas”. Además, subrayaron el hecho de que no habría boda, un acto “grosero y que faltaría el respeto”, ya que a pesar de identificarse como personajes “masculinos y presentar caracteres humanos, son marionetas y no tienen orientación sexual”. Quizá por eso dormían en camas separadas…
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Los Caballeros del Zodiaco tienen pluma
La sombra de la homosexualidad también ha perseguido a los valientes Caballeros del Zodiaco que, a pesar de ser fieros guerreros y enzarzarse en numerosas batalles, también han tenido que hacer frente a que su sexualidad sea puesto en entredicho. Destaca para mucho el hecho de que estos varones tengan facciones tan refinadas y aspecto un tanto andrógino con largos cabellos y ajustadas armaduras en diversas tonalidades como la rosa de Andrómeda. Existe un momento épico para muchos que supuso un antes y un después en esta creencia. El capítulo en el que Hyoga queda atrapado en hielo mientras luchaba contra Acuario y fue finalmente salvado por su ‘amigo’ Shun, que le ayuda a entrar en calor gracias a la proximidad de su cuerpo. Para ello, no sólo se tumba sobre su cuerpo inerte en una postura un tanto comprometida, sino que acercan sus labios de forma sospechosa.
Oliver y Benji, un sueño al estilo de Los Serrano
Se trata de una de las series más populares de nuestra infancia y también de las más intensas, ya que un partido podría extenderse durante varios capítulos y el campo de fútbol cerca estaba de dar la vuelta al mundo a juzgar por las largas carreras de sus protagonistas para ir de portería a portería. Esta serie japonesa de los años 80 tiene un amargo final según cuentan la leyenda. El capítulo final, que supuestamente ha sido emitido tan sólo una vez para evitar herir sensibilidades, narra cómo Oliver está jugando una final entre la selección japonesa y Brasil, se acerca a la portería para lanzar la pelota y, de repente, la pantalla se va a blanco.
La siguiente imagen muestra a un joven postrado en la cama de un hospital. Es él, que le cuenta a su madre que ha soñado que ganaba el campeonato del mundo, mientras ella entre sollozos le abraza, ya que entiende que a pesar de que ese es el mayor sueño de su hijo no podrá cumplirlo al carecer de piernas. De hecho, el primer capítulo de la serie se llama Un gran sueño y comienza mostrando cómo Oliver se libra de ser atropellado por un camión gracias a su inseparable balón. ¿Qué hay de cierto en esta historia?
Nobita es autista y Doraemon tiene que ser reseteado
Un ficticio y trágico final también ronda en la imaginería de los jóvenes que nacieron con las despistadas aventuras de Nobita y su gato robot de origen cósmico del futuro, Doraemon. Hace varios años comenzó a circular el rumor de que los creadores de esta serie japonesa de los años 70 pretendía explicar ciertas cosas como el hecho de que Nobita es en realidad un niño autista y que todo lo que sucede en la trama ocurre en realidad en su mente. Los seguidores de la serie al conocer las intenciones de los directivos se manifestaron y a éstos no les quedó otro remedio que salir al paso de las acusaciones y desmentir públicamente la información.
Otro de las especulaciones que circularon en su día señala que los circuitos del gato cósmico más popular fueron roídos por un despiadado roedor, que dio buena cuenta de sus cables. Para que Doraemon pudiese funcionar de nuevo, debían resetear su memoria, por lo que olvidaría todas las aventuras vividas con su inseparable amigo, algo a lo que Nobita se negó tajantemente. Con ello, se propuso dejarse de tanta ñoñería, iniciar sus estudios en robótica y, tras largos años de duro trabajo, salvarle la vida. Lo cierto es que no hay final posible para esta serie ya que uno de sus creadores falleció antes de que se decidiese el desenlace de la serie, por lo que se dejó un final abierto y de ahí tanta especulación al respecto.
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La muerte de Bart Simpson
El boca a boca ha dado a veces mucho juego, dando por cierto situaciones que realmente no fueron tal. Este es el caso de la supuesta muerte del personaje de Bart Simpson a manos de su creador, Matt Groening, en un capítulo que está guardado en un cajón para que no vea la luz. El joven más gamberro de la televisión, que multiplica por cero a todo aquel que se le cruza por el camino, falleció supuestamente en un extraño accidente aéreo. Al parecer, el dibujante pretendía con la muerte de su personaje estrella darle un giro de realismo a la trama pero, a pesar de lo que él deseaba, la cadena FOX le prohibió enterrar a Bart.