Hoy no es el Día del Orgullo Gay.
Sí, sí, os lo repetimos.
Hoy-no-es-el-Día-del-Orgullo-Gay.
¿Y sabéis por qué?
Hoy no es el Día del Orgullo Gay.
Sí, sí, os lo repetimos.
Hoy-no-es-el-Día-del-Orgullo-Gay.
¿Y sabéis por qué?
Te voy a pedir 4 minutos para ponerte en la piel de una mujer.
En la piel de tu madre, tu hermana, tu mejor amiga, tu vecina, tu compañera de trabajo o tu panadera.
¿Por qué?
El instituto Siloé de Albacete organizó un concurso de cortometrajes entre los alumnos y uno de los cortos ganadores está dando la vuelta a las redes sociales.
En el corto se interpreta el texto de ‘Qué niña tan bonita!‘ que ya había sido viral hace unos años, que forma parte de una obra de la madrileña Ro de la Torre, aunque posteriormente fue publicado en la web feminista Locas del coño.
La intérprete del vídeo, Alicia Ródenas de 17 años, da voz a 100 comentarios machistas que las mujeres escuchan desde que vienen al mundo, y sirve para explicar dónde comienza la violencia de género.
28 de junio de 1969, un grupo de policías irrumpe en un bar de ambiente de Nueva York, el Stone Wall. Es una redada, pero con la excusa del control de bebidas alcohólicas se pone de manifiesto la represión hacia las personas que allí ejercían una opción sexual fuera de lo habitual en aquel momento. En ese mismo instante sonaba la voz de Judy Garland cantando Over the Rainbow (de ahí la bandera y sus colores), a quien estaban homenajeando por su reciente muerte. Pero esta vez las voces que trataban de reprimir no callaron, gritaron y pelearon más que nunca y así comenzó una batalla campal. Tres días después, tras varios enfrentamientos, acaba la guerra con varios heridos, algún muerto y más de un detenido.
¿Pagarías 20 euros por una caña?
¿Cómo crees que reaccionarías si al pedir la cuenta, tras haber bebido una sola caña, te cobraran 20 lereles? Y no, no estamos hablando de Suiza, sino del típico bar español de la esquina, de los de toda la vida. Tal vez ya has visto este experimento viral, pero te recomendamos que lo veas y sigas leyendo.
Si en tu día a día te enfadaría pagar los platos rotos que tú no has tirado al suelo y tomarías medidas al respecto, por ejemplo, quejarte, protestar, reivindicar, reclamar un cambio, acudir a tus derechos, no volver a ese sitio, no comprar allí, reclamar un despido, NEGARTE a pagar. ¿Por qué no lo hacemos -tanto como podríamos- a la hora de vivir nuestra vida? Tenemos la sensación de que no podemos hacer nada, por lo que al final la mayor parte de las veces no hacemos nada al respecto. Y sí, el ritmo de vida actual tampoco ayuda, pero ¿te has planteado que tal vez ésa sea parte de la estrategia? Mientras no pares, no tienes tiempo para pensar (ni siquiera en ti).
Para que el cambio comience no sólo necesitamos una Juana de Arco que grite revolución, sino que nosotros mismos seamos los protagonistas a la hora de generar cambios en nuestro círculo más cercano.
Es curioso el doble mensaje que promueve el eslogan de la campaña de Intermón Oxfam con la que se pretende recoger firmas para evitar el escaqueo fiscal de las grandes empresas: Admítelo, ¡eres un pringao’! Es un arma de doble filo porque quizá ése es justo otro de los problemas, hemos asumido que somos unos pringaos’, y claro, desde esa postura es difícil sentirse capaz de hacer algo -o nada-. Se opta por asumir la situación para no enfadarte, para no darle vueltas a la cabeza, porque la postura contraria nos obligaría a cambiar nuestra opinión o hacer algo al respecto… Y claro, eso supone salir de la zona de confort y nos empujaría directamente fuera de la comodidad a la que estamos acostumbrados, valga la redundancia. Algo que además no siempre está bien visto por los demás ya que supone otra forma completamente diferente de hacer las cosas: implica esfuerzo, te sientes raro, incómodo y perdido.
La anestesia hace que no sientas el dolor, pero eso no significa que el problema no exista o que no duela.
¡Admítelo, NO eres un pringao’!
(Portada tomada de la foto de la campaña de Intermón Oxfam)
Consigue un buen trabajo, sí, quizá tengas que currártelo un poco más para demostrar que eres buena, especialmente si quieres ascender, pero no importa, eso tiene más mérito. No te olvides de ser independiente, pero no demasiado, eso intimida a muchos hombres, a muchos de ellos les gusta sentir que les necesitas, que tienen que protegerte, llevar la iniciativa está bien, pero no siempre. Sé una mujer de provecho, estudia, trabaja y ten vida social. Consigue el éxito profesional sin descentrarte de tu vida personal, pero por favor ten recogidita la casa, una buena mujer debe demostrar que puede llevar un hogar y hacer comidas decentes a sus hijos el día de mañana. ¡Ah! No te olvides de ser una fiera en la oficina, pero también en la cama, aunque estés cansada, ya sabes lo que se dice “una señora en la calle y una puta en la cama”, así te aseguras de que no se va con otra, que ya sabes que hay mucha pelandrusca suelta por ahí. Sobre todo a medida que pasan los años, te están saliendo arruguitas y tu culo no es el que era. Hablando de tu culo ¿has ido a spinning tres veces esta semana? Deberías hacer algo con tu aspecto, últimamente andas un poco desarreglada, mira cómo tienes las uñas y… ¿Qué te pasa en las cejas? ¡Parece un mapache durmiendo la siesta! ¿Así cómo se van a fijar en ti? Normal que estés soltera todavía, como sigas así se te va a pasar el arroz. Tienes que ser un poco más femenina, eres demasiado dura, tienes demasiado carácter, deberías mostrarte un poco más frágil, hazte la dura, hazte de rogar, las chicas demasiado abiertas sólo gustan para un ratito…¿No te da miedo quedarte sola? ¿No sabes si quieres tener hijos? Mira a tu alrededor, la mayoría de tus amigas ya están comprometidas… ¿Cuál es el problema? ¿Qué pasa contigo?
Hola mujer liberada del Siglo XXI, ¿te suena? Tienes –al menos en teoría- los mismos derechos que los hombres pero eso tiene un precio. Mejor deberíamos llamarte Superwoman, te hablamos a ti, la que siempre tiene que demostrar un poquito más para conseguir que se la reconozca, ya sabemos que a ti eso no te preocupa, estás acostumbrada, has asumido cómo son las cosas y puede que incluso le hayas cogido el gustillo a eso de tener que currártelo un poco más, tiene más mérito. Pero venga, dinos la verdad… ¿No estás hasta los mismísimos ovarios? Este vídeo recoge 48 cosas que las mujeres escuchan a lo largo de su vida, y los hombres no.
Es frecuente encontrar mujeres brillantes, inteligentes, fuertes, exitosas social y profesionalmente que encuentran muchas dificultades en su vida sentimental, que se minimizan como una ventana de Windows y acaban condicionando todas sus decisiones en función de la opinión de su pareja, creando cierta dependencia emocional por miedo a intimidar a sus parejas masculinas, para evitar que estos no se sientan intimidados.
Hablamos del lenguaje, no hacemos sólo alusión a poner una arroba o poner una “x” al final de algunas palabras para referirnos a ambos sexos, sino a la importancia de cómo hablamos sobre la mujer y cómo nos contamos las cosas nosotras mismas. Nos referimos a que no tendrías por qué trabajártelo un poquito más por el mero hecho de ser mujer. Que una mujer se acueste con muchos tíos no significa que sea una puta. El principal “responsable” de una infidelidad no es la amante, sino tu pareja.
Hablamos de que no deberían enseñarnos a llevar una ropa menos sugerente para evitar ser violadas por la noche, sino que debería enseñarse a respetar a una persona independientemente del tamaño de su falda. ¿Llevar escote da derecho a un hombre a poder babear encima de tu canalillo en el metro mientras te mira con cara lasciva? “En el fondo deberías sentirte halagada”, tal vez sea eso o tal vez sea que existen halagos y “halagos”. Siguiendo esa lógica, una persona que tenga una llamativa enfermedad en la piel y lleve bañador ¿te da derecho a señalarle por mostrarlo y no ocultarlo? Está claro que a todas las personas nos llaman más la atención unas cosas que otras, podemos estar más o menos de acuerdo con la estética de alguien pero la intencionalidad, responsabilidad o culpa que con frecuencia otorgamos a las mujeres no facilita el camino a la igualdad. Condenar el aspecto de la chica increpada en primer lugar en vez de la actuación de la persona que abusa nos atrapa en un callejón sin salida.
Sí, nos movemos en una sociedad de apariencias pero ¿no os parece que está enfocada hacia la mujer un poquito más? Contad los anuncios de ropa o cosmética orientados a lamujer y al hombre. Ese interés en retocar a la mujer para gustar, como si estuvieran creadas para «ser elegidas»… ¿No os huele a sumisión? Salta la alarma de la desigualdad: cuando existe una postura sumisa implica siempre otra posición dominante; el perro dominante de la jauría siempre tiene prioridad y come más que los demás. ¿De verdad existen los mismos derechos? Publicidad engañosa.
Como bien se quejan estas niñas, Nos enseñan a ser princesas y castigan a las princesas malhabladas. ¿Quieres ser una princesa? ¡Estupendo, tienes derecho y no hay problema! Pero sé princesa porque tú quieres, porque te gusta lo que ello conlleva como ya contamos anteriormente pero no porque tengas que serlo o porque se supone que es lo que la sociedad te empuja a hacer.
Si pensáis que estamos exagerando mirad las cifras de mujeres maltratadas y decidnos que eso ocurre en una sociedad en la que de verdad se respetan los derechos de la mujer, sin asumirla como objeto de propiedad. Por supuesto que no todos los hombres lo hacen, existen hombres maravillosos que respetan a la mujer al máximo, pero unas cifras tan elevadas ¿no os dan que pensar?
No vayamos a los extremos, los extremos siempre se tocan. No entendamos la idea de defender los derechos de las mujeres machacando los de los hombres, eso no es feminismo, concepto discutido y re-discutido por los siglos de los siglos. El feminismo implica tomar conciencia de las cosas del día a día en las que muchas veces pisoteamos, incluso “sin querer”, los derechos de la mujer, sometiéndola a la tiranía de una sociedad patriarcal en la que siempre ha existido una supremacía del hombre sobre la mujer no siempre fácil de aceptar.
Los hombres también escuchan muchas cosas que las mujeres no, y que no tendrían por qué escuchar, pero eso no debe ser algo con lo que justificar lo que ellas deben aguantar. Ambas situaciones son productos del mismo problema. Se trata de respetar la diferencia y superar la dicotomía hombre-mujer para poder ver más personas en vez de tetas versus penes, y eso sólo se consigue trabajando juntos.
Ser una «mujer liberada» no debería tener que pagarse, nos toca, no porque lo merezcamos, sino porque no tenemos por qué merecerlo, porque es un derecho, no por ser mujer, sino por ser persona.
La liberación tiene un precio que no debería existir y decir que un esclavo debe pagar el precio para comprar su libertad es asumir que no es libre por el mero hecho de ser.
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