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Tu vida y tu tiempo son… ¿Tuyos?

Madruga, prepara el desayuno, arréglate en condiciones, no te olvides de la crema (ya tienes una edad). ¡Corre! Llegas tarde y hay atasco. Da lo mejor de ti en el trabajo, no flaquees ni un segundo, tienes que estar a la altura y dar la talla. Cuando salgas del trabajo vete a hacer alguna actividad: gimnasio lunes y miércoles, los martes pintura. Los jueves tocan cañas con los compañeros. Da igual que estés agotad@ un poco cansad@, es importante cultivar la mente, el cuerpo y la vida social.

Viernes 14.30h de la tarde, sales de la oficina. Vete a casa, come, siesta rápida (si te da tiempo), y otra vez corriendo para no llegar tarde al curso ese al que te apuntaste hace dos meses para seguir mejorando profesionalmente. Además esta noche tienes una cita, por fin has conseguido quedar con esa persona que te tiene la cabeza loca… ¡Ponte guap@ y prepara tu mejor sonrisa, que tienes que darlo todo! El sábado levántate, recoge la casa y haz la compra, no has tenido tiempo en toda la semana y tienes la nevera vacía. Pero no te duermas en los laureles, luego tienes esa comida de amigos que habíais planeado hace dos semanas, ¡y pinta que se va a liar la cosa!

Por supuesto no te olvides de la familia, ¡la familia es importante! Comes con ellos el domingo, y no, no importa si te quieres quedar en la cama durmiendo un rato más y tocarte las narices en casa o hacer lo que te dé la gana : hay que cumplir. A última hora, después de preparar ‘tuppers’ para toda la semana (hay que cuidar la alimentación), puedes leer o ver esa película de culto de la que todo el mundo habla últimamente.

Añade un trasbordo de metro a mitad del día y una carrera extra si necesitas tener dos trabajos porque en uno te pagan poco. Multiplica todo esto por dos si tienes un hijo y reduce la atención hacia ti mismo en un cincuenta por ciento.

texto estrés-minY ya si eso, si te da tiempo, párate, coge aire, respira. Y si te queda energía o neuronas para algo, decide lo que es realmente importante para ti y en qué quieres invertir TU tiempo. Piensa y haz lo que realmente te apetece hacer (a ti) con TU vida. ¿O no era así?

¿Luego nos preguntamos por qué tenemos estrés? Lo raro es que no suframos un infarto a los 35. Nos sentimos obligados a cumplir con todo y  con todos, menos con nosotros mismos. Al final va a resultar que nuestra vida es de todos, menos nuestra.

Ha llegado el momento de empezar a ocuparnos de nosotros y de nuestros objetivos. Ha llegado la hora de dedicarnos el tiempo que queremos, el que merecemos. ¿O acaso sólo se merecen nuestro tiempo los demás?

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¿Quién maneja el volante en tu vida?

Es curioso, pero las personas podemos llegar a evitar y temer aquello que más ansiamos o deseamos. ¿Contradictorio?

Puede resultar paradójico cómo, sin querer o de forma inconsciente, boicoteamos algunas situaciones; evitamos, por ejemplo, algo que nos apetece por si acaso sale mal: una relación sentimental, aplicar para un puesto de trabajo que nos interesa, tratar de cumplir un sueño… Somos capaces de mentirnos a nosotros mismos y contarnos incluso que queremos algo completamente diferente, o ponernos millones de excusas que, en el fondo, bien sabemos que esconden una realidad distinta.

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El lenguaje libera y encarcela

Después de una gran tormenta todo el mundo se preguntaba por qué el pequeño y enclenque junco pudo sobrevivir mientras el tronco del árbol más robusto se partió en dos como si nada. El junco aprendió a doblarse, a ser flexible. Aprendió a aprovechar todas sus capacidades y estrategias para, incluso después del vendabal, salir ileso después de la tormenta y poder apreciar el sol.

¿Qué hubiera pasado si a cada soplo de viento le gritaran al juncoo que no lo iba a lograr? «No eres capaz», «Siempre lo haces mal», «Eso no se te da bien», ‘Te vas a partir, no lo vas a conseguir», «Eres demasiado blando», «No tienes habilidad suficiente», y así un suma y sigue de corrosivas palabras que acaban rasgando hasta la voluntad más increbrantable, un torrente de críticas negativas que acabarán inundando tu cabeza en los momentos de estrés o crisis emocional: cuando te sientas vulnerable, cuando cometas un error, cuando tengas que dar un speech en tu trabajo, cuando juegues con tu equipo un torneo, cuando tengas que abordar un nuevo reto.

Ni eres un junco, ni esto es una peli americana y tú un negro del Bronx al que la profesora va a salvar de la delincuencia. Pero ese junco aprendió el valor de una palabra, ¿te suena el término resiliencia? Podría resumirse con una frase de Nietzsche que dice algo como «lo que no me mata, me hace más fuerte». La capacidad de sobreponerse a situaciones adversas o tiempos de dolor a base de centrarnos en nuestras capacidades y no sólo en las debilidades, y uno de los factores que la condicionan es precisamente el lenguaje.

No hablamos de ciencia ficción cuando decimos que el lenguaje crea la realidad, problablemente nunca voy a medir 1.90 ni tener las piernas de Naomi Campbell por muchas veces que lo repita, pero si constantemente hablo de lo malo, de lo que no me gusta acerca de la relación con mi padre, hermano o pareja, acabaré construyendo una dinámica que no me gusta. Mi propio lenguaje retroalimenta la emoción, cuando me vaya a la cama y piense en esa persona, acabaré asociándolo a emociones negativas porque no paro de fijarme en lo negativo. ¿Soy capaz de rescatar o crear momentos positivos? Porque si no, ¿qué sentido tiene mantener esa relación? Así que si mi intención es seguir relacionándome con esas personas, mejor hacerlo desde la construcción.

¿Sigues sin creer en el poder de las palabras a la hora de modificar la realidad? Pues cobra especial importancia cuando somos niños, mira esto:

No consiste tampoco en contarse mentiras y autoengañarnos constantemente para fingir una realidad y una felicidad que no sentimos, pero sí se trata de ser más gentiles con las palabras: con nosotros mismos y con los demás. Si vas a quejarte sobre algo, al menos aporta nuevas soluciones, quedarse únicamente en la crítica no sólo no ayuda sino que entorpece.

El poder de las palabras. Las usamos con frecuencia para describir el mundo que nos rodea, pero se nos olvida con la misma facilidad que el lenguaje es tan capaz de hacerte sonreír como naufragar.

El lenguaje genera identidades, relaciones, compromisos y posibilidades, pero también las quita. Nuestra identidad se conforma a través de lo que decimos sobre nosotros mismos y lo que dicen los demás, pero también somos la forma en la que lo contamos y aquello que no decimos. Todo ello hará que nos posicionaremos ante el mundo de una forma u otra.

Si cada mañana cuando me miro al espejo pienso «vaya mierda de día, odio mi trabajo, mi vida es una mierda», saldrás de casa con una actitud poco receptiva ante la vida lo que además te dificultará cambiar las cosas que no te gustan. Todo el mundo tiene derecho a tener una actitud de mierda, no tienes que ser la entusiasta Phoebe de Friends 7 días a la semana 24horas al día, pero si piensas siempre en oscuridad acabarás sumida en ella: tu propia actitud boicoteará cualquier intento de encontrar el interruptor de la bombilla.

La forma en la que hablamos de nosotros mismos, de los demás y de nuestros entorno tiene la posibilidad de crear futuros y mundos diferentes. Si hablas tan mal de ti acabarás permitiendo que otros lo hagan porque entrará dentro de la normalidad.

No eres perfecto, ni tienes que serlo. Eres quien eres y seguramente las personas de tu alrededor están ahí precisamente por eso.

Escuchar opiniones enriquece, escuchar sentencias empequeñece. No permitas que los demás decidan cómo eres porque nadie tiene más decisión sobre tu vida que tú mismo. Tantas veces te contaron quién eres, que acabaste creyéndotelo…

Cuando te asalten las inseguridades recuerda esto y no dudes de ti, que de eso ya se encargarán otras personas. Ya lo dice Kate Winslet en este discurso, aplicable no sólo a mujeres.

 

10 pasos para tirarte a la piscina sin abrirte la cabeza

¿Imaginas una y otra vez cómo sería quedar con ese chico con el que siempre cruzas miradas en el autobús? ¿Estás deseando poner en marcha un proyecto profesional o personal en el que piensas desde hace siglos mientras fantaseas en tu curro de mierda? ¿No consigues decirle a tu madre que no quieres hacer algo que ella quiere sin que deje de prepararte esos tupper tan ricos que te salvan de la anemia y de gastar tu sueldo en alimentar a los hijos de los pizzeros de media ciudad?

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