El arte sirve como vehículo de expresión, catarsis, dolor y muchos artistas han hecho uso de él, David Catá es uno de ellos. Artista con residencia en Viveiro (Lugo) nos intenta transmitir el cómo las personas influyen en nuestras vidas, conformando nuestra propia existencia. Una existencia determinada por un entorno cambiante que en ocasiones distorsiona nuestra propia percepción de la realidad, conformando una única realidad común.
Con su controvertido trabajo A flor de piel, Catá a conseguido llamar la atención de toda la comunidad artística, ya que un hilo y una aguja sirven de conductores en la obra de este joven, «el dolor no es frontera, es red que sostiene a los involucrados en un acto afecto», sostiene el propio Catá. El coserse sirve de metáfora a las huellas permanentes que nos dejan las personas que queremos, «sus vidas se han entretejido con la mía para construir mi historia, una historia que finalizará cuando me quedé sin hojas sobre las que escribir.»
Un proceso laborioso y doloroso que realiza gracias a pequeñas fotografías de familiares y sobre ellas reconstruye los rostros con hilo de varios colores. Su lienzo es la superficie de la palma de su propia mano, consiguiendo no hacerse ningún tipo de heridas, sino que al terminar y fotografiar el trabajo, éste queda limpio y simplemente unas pequeñas marcas en la mano. Su trabajo se basa en la performance que más tarde fotografía o graba en video. Una performance que para muchos es un acto cruel y horrible, como él mismo sostiene: «Para algunas personas puede resultar violento, pero mi intención no es esa. (…) Detrás de esta acción hay un acto de cariño hacia la persona que retrato».
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En su anterior obra Ni Conmigo Ni Sin Mi ya avistábamos un Catá emocional, dolido y expresivo que deseaba mostrar los problemas de las relaciones personales. Una obra con recuerdos a una violencia de género y a un egoísmo, por el querer y no querer, por el cambio y por el dolor a la pérdida.
Una obra que permite a Catá, que mediante su cuerpo, llevar a cabo un proceso de exteriorización del olvido, preservando los recuerdos. Unos recuerdos que se resisten al pasado y que permanecen latentes en la memoria del artista.