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Los siete pecados capitales del gintonic

Desde hace un tiempo el gintonic se ha convertido en el cóctel de moda del que todo el mundo presume en cualquier acto social que se precie. Ya es, sin lugar a dudas, uno de los combinados más populares de nuestro país, dejando atrás el típico ron cola o vodka limón. El gintonic ha alcanzado incluso la categoría de fenómeno sociológico, ya que es digno de estudio cómo una bebida que lleva en las bares y restaurantes españoles desde hace décadas ahora sea de lo más selecto que uno pueda llevarse a la boca en una noche de fiesta. Quizá, la culpa de esto lo tenga el cuidado proceso de preparación que hay que llevar para que, después de un trago, uno quede más que satisfecho.

Tal es su éxito que, según datos publicados por la consultora Nielsen, la venta de gintonic en España ha sido la gran protagonista de bares, restaurantes y hostelería durante la crisis. En concreto, el pasado año la demanda de tónica creció un 2,2% y un 2,1% la de ginebra. Eso sí, el aumento de consumidores y su sofisticación ha llevado a que un gintonic considerado un auténtico arte.

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Por norma general la mayoría de los errores se cometen a la hora de preparar el perfecto combinado suelen ser siempre los mismos y residen en el hecho de que no se pone cuidado en los detalles, que al final resultan decisivos. Para evitar esta mala praxis, la legendaria marca de destilados y espirituosos Rives ha realizado un listado de aquellos puntos clave que no debemos pasar por alto a la hora de realizar un buen gintonic. Aquellos detalles que comienzan a conocerse como ‘los siete pecados capitales’ y que son:

king-tonic1.     Un mal vaso lo estropea todo.

La ginebra es un destilado aromático y buena parte de su éxito reside en que pueda expandirse junto a la tónica para ofrecer sus mejores matices gustativos y aromáticos. En España hace dos décadas se usaba el vaso de tubo para los combinados. En un vaso estrecho la ginebra no es capaz de abrirse y mostrar todas sus posibilidades. Por ello, se recomienda degustar el gintonic en una copa balón o, en su defecto, un vaso ancho.

2.     Nunca caliente ¡Por favor!

Aunque es recomendable que la ginebra esté fría, no es esencial. Lo que es importante es que el vaso coja frío al añadir el hielo. La clave está en que el gin se mantenga el máximo tiempo a la menor temperatura posible. Se deben dejar los cubitos en la copa al menos unos minutos y escurrir el agua sobrante antes de servir la ginebra y los botánicos. Método que será de agradecer más si cabe de cara a los meses de verano.

Hielo-deshaciendose3.     Esencial, hielo compacto y de calidad

En ocasiones hay locales de gintonic que despliegan una gran parafernalia respecto a la calidad de la ginebra y la tónica, sublimes cáscaras de cítricos, botánicos selectos y copas de cristal fino y un largo etcétera que llega a marear. Pero si uno desea alcanzar la excelencia realizando este combinado tan especial no debe pasar por alto la calidad del hielo. Es preferible el cubito compacto y macizo, ya que mantendrá el frío durante más tiempo sin deshacerse. Imprescindible usar hielo de agua de calidad, no del grifo ya que el cloro perjudicaría el sabor y por un detalle tan nimio no merece la pena echar a perder una copa tan deliciosa.

4.     No descuides los botánicos y triunfarás

Cada ginebra está formada por botánicos diferentes que confieren sabores y aromas característicos. Por ejemplo, la Rives Special Súper Premium Tridestilada tiene en el enebro gran parte de su éxito internacional, mientras que la Rives 1880 Ginebra Mediterránea Premium goza de un marcado toque mediterráneo a lavanda y tomillo. Por eso es esencial acompañar cada tipo de ginebra con su botánico adecuado o con su fruta ideal. El objetivo es aromatizar el gintonic. Para ello es fundamental liberar los aceites esenciales de los botánicos o de la fruta, que se encuentra en la cáscara. En caso de duda, siempre apostar por los cítricos. Se recomienda deslizar una corteza de un limón verde bien lavado, por el borde de la copa; a continuación, doblarla suavemente sobre el hielo con la idea de perfumarlo.

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5.     No te pases con el gin

Si lo que buscas es embriagarte con la bebida de moda mejor bebe dos gintonic bien realizados que uno muy cargado. Desde la citada casa de ginebras recomiendas componer nuestro combinado con una parte de ginebra y dos partes y media de tónica. Después, mezclar ligeramente con cucharilla de cóctel. Los bartenders modernos añaden diversas frutas como fresas, frambuesa, incluso caña de canela, y esto está siendo acogido por todo el mundo como el Spanish Gintonic. No es el clásico, pero no hay nada que objetar.

citricos6.     El zumo y la pulpa para el desayuno

Durante años a algunos combinados  se le añadía una chorrito de limón para potenciar su sabor y esa práctica se ha trasladado equivocadamente al gintonic. Echar limón exprimido o un trozo de fruta con pulpa elimina el carbónico de la tónica y, con ello, las burbujas, restandole fuerza. Así que, si buscas zumo y te pierde la pulpa de los cítricos, resérvalo para el desayuno y no en tu copa.

Tonica7.     ¡No rompas las burbujas!

El último de los pecados capitales también tiene mucho que ver con la burbuja. En ocasiones, a la hora de servir se lanza de golpe la tónica sobre la ginebra y los botánicos. Al hacerlo, el carbónico tiende a perderse y con él buena parte de su éxito, que no es otro que ese sabor burbujeante. Con verter la tónica pausadamente sobre la pared del vaso es suficiente, aunque la manera más profesional de hacerlo es usar una cucharilla mezcladora que dará vida a las burbujas y logrará el efecto deseado de unir destilado y refresco.

Arte cítrico: ácido carácter y formas geométricas llenas de sensaciones

Su ácido carácter, la riqueza cromática que esconde bajo una áspera coraza y la belleza de sus formas geométricas les han dotado de grandes cualidades para convertirse en sorprendentes iconos artísticos. Los cítricos han recorrido la historia del arte en todas sus expresiones y disciplinas, con el notable protagonismo del distinguido arte culinario que ofrece siempre un papel destacado a las sensaciones cítricas que emanan de limones, naranjas y pomelos; presentes tanto en platos principales como en postres. Esta versatilidad, su extraña arquitectura concéntrica y sus matices neones son las que han inspirado a los artistas para plasmar su provocadora esencia.

El ‘arte cítrico’ ha intentado plasmar el alma de estos frutos que ofrecen formas tan simples en su exterior como complicados una vez descubrimos un interior geométrico, simétrico y singular. Figuran en todo tipo de expresiones artísticas, partiendo de la pintura convencional que refleja estos frutos en los habituales bodegones hasta otras propuestas bastante más transgresivas. El diseño, el bodyart, el graffiti y la moda se han dejado embelesar por ellos y han captado sus aromas, colores y exquisitez en multitud de creaciones.

Marisa González

Marisa González

La fotografía es sin duda la disciplina maestra a la hora de domar la ácida personalidad de estos frutos, desde la simple recreación estética de sensaciones sugestionadas por sus formas y colorido hasta otras más provocadoras. Marisa González captó su esencia más indomable en su muestra ‘Desviaciones’, exposición presente en Photoespaña 1998, en la que reflejaba la rebeldía de la naturaleza contra la intervención humana: mutaciones, híbridos  y  cuerpos fragmentados de limones, protagonistas de uno de los espacios de esta serie de fotografías, intentaban denunciar la manipulación genética de los alimentos transgénicos.

Los limones también han inspirado a la artista alemana Irene Hoppenberg que, a través de una serie de montajes, ha ensalzado su esencia biológica y natural a través del cromatismo citrónico: sus esculturas, curiosos limoneros y especies azuladas, han ofrecido un particular punto de vista sobre estas especies.

Otros creadores se han sumergido en su interior, para intentar extraer todo su jugo estético a través de la fotografía Macro. John Brueske se ha dejado fascinar por los detalles y las sorprendentes texturas rojizas del pomelo para dar lugar a hermosas instantáneas de color púrpura.

Sin embargo, otros artistas se han embarcado en una odisea mucho más arriesgada: intentar arrancar del mundo etéreo su principal y ácida esencia y lograr captar en dos dimensiones su faceta más invisible e inaccesible, la sorprendente belleza que esconde su secreto mejor guardado: el ácido cítrico. Uno de los exploradores en busca de la estética en miniatura de la naturaleza es Doug Craft. Este artista ha conseguido inmortalizar con luz polarizada la perfección de las formas que adquiere este ácido al materializarse en cristales. Sus microfotografías se configuran como una revelación del sublime colorido de sus fractales cristalizados.

Precisamente el vidrio es el escogido para materializar el espíritu indomable que da esencia a los cítricos. Cobalt & Citron Tower es la obra de Dale Chihuly que pretendía emerger desde el suelo, a través de sus transparentes y cristalinas formas, hacia el cielo en el Orlando Museum of Art.

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Es la creatividad de estos artistas la que ha despertado la admiración por la belleza que esconden en sus formas simples, redondeadas y uniformes: el ‘arte cítrico’ ha revelado el corazón silvestre, exquisito y cromático que reservaba en su interior para los audaces exploradores de sensaciones.

 

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