Este 8 de febrero pasará a la historia. Una infanta sentada en el banquillo de los acusados. El mismo que ocupa su marido, Iñaki Urdangarin, que en esta ocasión seguirá el proceso de la hija menor del Rey desde un discreto segundo plano, pero con su nombre colocado sobre el tapete del juez José Castro. Los juzgados de Palma son este sábado el centro de la actualidad, tanto para los medios generalistas como para aquellos que centran su atención en el aspecto más familiar de este entuerto, que amenaza directamente con destruir el ‘imperio’ erigido por los Borbón y debilitado ahora por el ‘caso Nóos’, entre otros muchos desaires.
Con vistas privilegiadas para presenciar el escarnio público de la infanta Cristina, se encuentra Jaime Roig de Diego, un artista plástico que da forma a sus llamativas creaciones a pocos metros de la rampa que recorrió el duque de Palma hasta en dos ocasiones y que la hija de don Juan Carlos se ha negado a descender. A él poco o nada le importa que la royal desfile ante los flashes de decenas de fotógrafos ansiosos por retratar el ocaso de la señora de Urdangarin, ya que su imaginación le sobra y le basta para inmortalizarlo sobre el lienzo. Así hizo el pasado mes de febrero de 2013, haciendo su particular interpretación de la batalla judicial del ‘duque imputado’, como si del juicio final de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina se tratase, en La cloaca dorada, una de sus obras más controvertidas.
La semana pasada, MalaTinta se hacía eco de la imputación de la Infanta Cristina rescatando los montajes que pululan por la Red con ella como protagonista estrella. Nada comparado con la composición realizada por el citado artista mallorquín, que puso a Iñaki Urdangarin entre las fauces de un feroz tiburón blanco, en el que muchos vieron la figura del juez instructor del ‘caso Nóos’, José Castro: “No puedo desvelar quién es en realidad el escualo. Pero invito a los espectadores, a que se acerquen, cojan la lupa y descubran quién es en realidad”, afirma Roig, que se define a sí mismo como “pintor de crónica social”.
La estrella indiscutible del cuadro es Urdangarin. Pero “el duque em…Palma…do” no es el único en perderse por las cloacas doradas de Jaime Roig de Diego a la espera de conocer su turbio futuro judicial. Franqueando al yerno del Rey también aparecen representados dos de los hombres que le acompañan en esta aventura judicial: su exsocio Diego Torres (derecha) y Carlos García Revenga (izquierda), tesorero de Nóos, además de secretario personal de las infantas Cristina y Elena. Estos dos personajes secundarios – al menos en el lienzo, ya que son vitales en la trama judicial del caso Nóos- son, según Roig, los ‘Ignudis’, figuras masculinas clásicas de la pintura del Renacimiento. Éstos se encuentran entronados en unos lujosos retretes dorados. El papel metafórico de esta estratégica posición es evidente para el aplaudido artista plástico: “Echar mierda. Y luego tirar de la cadena, que es lo higiénico”.
El marco en el que se encuadran los tres hombres, que han puesto en jaque a la mismísima Casa del Rey con sus presuntas actividades delictivas, también tiene su propia intrahistoria. “Se trata de una estación abandonada del metro de Nueva York. Unas antiguas vías de tránsito reconvertidas en ríos de deposiciones para representar el ambiente de lujo por el que se movía esta gente, pero que ahora está lleno de podredumbre”, manifiesta Roig, que es uno de los pocos representantes del arte pop en España. “Es una pena, porque es evidente que Iñaki no necesitaba esto. No necesitaba robar a estos límites tan indignos”, añade Roig.
La obra está pintada desde el dolor y la acritud, pero no he querido insultarle colocándole de esta forma. Hubiese preferido reírme de Paris Hilton. Para nosotros no es agradable”, confiesa Roig que ha pintado a otros personajes famosos como Elsa Pataky, Jorge Lorenzo, Rafa Nadal, Fidel Castro o Pedro Almodóvar en su conocidaserie ‘Celebrities’. Esta peculiar representación responde al cometido intrínseco que el propio Roig otorga a los artistas del siglo XXI en su labor: “Los pintores ya no tenemos que ser cortesanos, sino realizar una función de crítica social. Nuestro papel tiene que ser de agitación o, por lo menos, de crítica”. Y así lo hace. Pero no sólo a través del lienzo, sino también como escritor. Jaime Roig de Diego sacó al mercado un libro, In-pertinente, donde dibuja con palabras una realidad que hastía a muchos españoles y también donde da rienda suelta a su privilegiado verbo robando al lector muchas risas mientras crece en nosotros un sentimiento guerrillero, tan sano para la democracia que -se supone- tenemos.