Me he apuntado a un curso de especialista en protocolo y saber estar. En la primera lección me han dicho que está mal eructar en público y lógicamente he guardado mis cosas y me he vuelto a casa. Por ahí no paso. Qué agustito se queda uno después de expulsar ese molesto gas. Mejor fuera que dentro. ¿o no? Sí, hoy he venido fina y quiero tratar con vosotros este tema que no debería ser tabú en los tiempos que corren. Todos lo hacemos, incluso las celebrities a las que jaleamos como si fuesen dioses eructan. E incluso las pagan por ello. ¿Donde hay que echar el currículo para esto?
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Todo esto viene porque este fin de semana Adele le ha dedicado un eructo personalizado a una de sus fans durante su último concierto en el Festival de Glastonbury en Somerset, Inglaterra. No es que se lo haya firmado ni nada de eso, simplemente se lo ha tirado a la cara y la ‘víctima’ se ha visto en la obligación de sentirse aludida.
Eso sí, si entramos en materia primero debemos recordar el que se le ‘escapó’ a Penélope Cruz cuando quiso ser la elegante imagen publicitaria de Coca Cola. La diva de Alcobendas tuvo que dejar a un lado todo el glamour, beberse tres botellines del conocido refresco y dejar que la naturaleza terminase su trabajo. ¿que por qué destacamos este eructo en especial? Simplemente porque la chica de Javier Bardem se embolsó por esto 3 millones de dólares, unos 500 millones de las antiguas pesetas.
Es digno de recordar el día que Britney Spears se sintió especialmente orgullosa del gas que expulsó su cuerpo. Muchos consideran que en realidad la cantante estaba tratando de entonar y que el sonido que produjo sus cuerdas vocales sonó similar a un eructo…
Hay quien considera que el tamaño es importante -por suerte mi pareja no le da importancia esa tontería- pero si hay que destacar uno por su contundencia ese es el que soltó Cameron Díaz en plena entrevista en directo en la CNBC.
Espero que les haya gustado este menú tan sabroso y ya saben, después de comer, eructen, no me sean remilgados que la vida son dos días y uno lo pasamos durmiendo (o leyendo MalaTinta claro).