El duo brasileño VJ Suave ha realizado una bonita proyección sobre el imponente paraje de la isla de San Miguel, en las Azores, que han titulado Walk and Talk.
Etiqueta: Azores

En MalaTinta sabemos a ciencia cierta que el paraíso se esconde en las Azores. Es por eso que siempre que tenemos un hueco en nuestras agendas hacemos las maletas y nos disponemos a descubrir alguno de sus regalos. Cada vez que cruzamos el charco -realmente solo a medias- nos topamos con uno de esos rincones que te acarician el alma por su belleza, pero en nuestro último periplo por este enclave privilegiado del Atlántico, también tuvimos la suerte de encontrar un lugar único que además estimula el paladar. Una combinación perfecta para que tus sentidos entren en un bucle de placer del que es difícil despegarse y del que, sin dudas, te acabarás enamorando para más tarde señalar en el mapa otro puerto al que acudir para visitar un amor que encima se deja querer.
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)

Son pocas las ocasiones, pero a veces logramos despegar nuestro trasero del asiento para tomar un avión para ver qué se cuece en otras partes del mundo. Una casualidad llevó a MalaTinta a descubrir los encantos que encierra un pequeño Edén en mitad del Atlántico, formado por nueve islas y conocidas como las Azores –un capricho de la naturaleza en comunión con el arte urbano-. Al aterrizar, las agentes de vuelo nos dan la bienvenida al Aeropuerto de Horta. Estamos en la isla de Faial y tenemos un claro deseo: conocer en persona uno de los puertos deportivos más visitados del mundo (el cuarto concretamente), que se ha hecho tan popular no por su tamaño, con capacidad para 300 embarcaciones; ni por su situación estratégica, a medio camino entre el continente americano y Europa; ni por los campeonatos de regatas internacionales que tienen este muelle como escala; ni tampoco por la afable acogida de sus 18.000 residentes.
El motivo es, además de las anteriores, simplemente su belleza artística. Este fondeadero inaugurado en 1986 cuenta con una colección de coloridas pinturas, a través de las cuales se busca la protección de los dioses durante las largas jornadas en alta mar. Los marineros que allí amarran han cogido por costumbre decorar los muros de los muelles, que además de servir como protección a las embarcaciones de los fuertes vientos del atlánticos, también son usados como soporte para la expresión artísticas de navegantes de recónditas partes del globo.
En esta improvisada galería de arte al aire libre se pueden encontrar todo tipo de motivos, pero su inmensa mayoría tiene como leitmotiv referencias al mar, como cabía de esperar. Como comentábamos, se pretendía con estas pinturas atraer la buena fortuna, el favor del mar por un viaje tranquilo y por una aventura que recordar para toda la vida. Para que todo esto se pueda cumplir se debía pedir sobre todo por la protección del barco, como así se puede ver que hacían algunos marineros:
También los hay más románticos que confían su seguridad en los cantos de sirena….
… y otras criaturas marinas.
Banderas…
… y muchas otras más:
Pero también hay una práctica un tanto extraña que también tiene por objetivo atraer la buena fortuna al viaje que se va a emprender. Hay quienes no se atreven con las artes plásticas y sienten predilección por otro tipo de expresión ¿artística? Nos referimos a aquellos otros que impregnan ropa interior o camisetas de un pegamento especial que preserva la prenda durante años en el suelo del puerto deportivo. Poco a poco, las inclemencias del tiempo van haciendo su trabajo y el resultado es bastante curioso.
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)

Arte urbano. A veces sinónimo de vandalismo; otras simplemente de eso, de arte. No toda expresión artística ha de estar supeditada a ser admirada por una minoría que se ha adueñado del concepto de belleza y que la entiende solamente si reposa sobre las rígidas y frías paredes de una galería. En ocasiones -por fortuna cada vez más comunes- personas con el don de comunicar a través de la pintura prefieren narrar su particular forma de entender el mundo en escenarios más mundanos, a riesgo de que sean pocos los que se paren a admirar su creación y muchos los que la consideren mera suciedad inherente de las calles. Esto, al igual que en Granada, no ocurre en Azores, especialmente en Sao Miguel, su isla principal, un capricho de la naturaleza en medio del océano Atlántico donde el matrimonio entre la tradición y el arte urbano es un auténtico regalo para los sentidos del que todos se sienten orgullosos. Y no es para menos.
Comparte esto:
- Haz clic para compartir en Facebook (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Twitter (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en WhatsApp (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en LinkedIn (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para compartir en Pinterest (Se abre en una ventana nueva)
- Haz clic para enviar por correo electrónico a un amigo (Se abre en una ventana nueva)