La precisa hoja afilada de un cuchillo es en el Mukimono una herramienta de liberación gracias a la cual logran escapar las bellas figuras geométricas y sinuosas que la dura piel de los alimentos enmascara en su interior. Pocos son los que ven más allá de la aparente homogeneidad exterior y muchos menos los que logran eliminar la superficie que impide que la esencia, esa hermosa silueta que pugna por ser contemplada por primera vez, logre escapar de su ‘prisión’ como sorprendente escultura gastronómica, pero lamentablemente también efímera.
No es la primera habilidad que alcanzó el máximo virtuosismo bajo fines religiosos y que culmina configurándose como una disciplina artística en sí misma. Nacida como técnica tradicional oriental utilizada para crear solemnes ofrendas religiosas, el Mukimono o la talla frutas y verduras, ha llegado a culminarse como un arte culinario de lo más exquisito en gastronomía y restauración servidas como guarnición o como centros de mesa con fines decorativos.
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Plantas, flores, animales, formas geométricas… el cromatismo interior de estos elementos esconde todo tipo de sinuosas formas escultóricas en su esencia y son, como siempre, los artistas, lo que logran romper la barrera exterior, recortar la piel que las encierra y liberar a estas bellas figuras caracterizadas por la armonía, el equilibrio y la belleza geométrica.
Al igual que otras técnicas escultóricas, el Arte Mukimono presenta alto, medio y bajo relieve para presentar distintas capas esculpidas y cuyo conjunto ordenado y proporcionado genera imponentes presentaciones llenas de colorido y un apurado tallado. El artista puede utilizar para ello cualquier tipo de fruta o verdura para dar rienda suelta a su creatividad que siempre librará con un afilado cuchillo y que en ocasiones pueden estar sustentadas en su interior con diminutas estructuras realizadas con palillos.
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Piña, melón y sandía son quizá las piezas predilectas debido a que cuentan con una robusta piel que permite generar composiciones más complicadas, sin embargo todo tipo de elementos pueden ser objeto de esta transformación artística a base de apurados cortes. Tailandia, Japón, Vietnam… los países orientales son maestros de estas tallas vegetales, que cuentan hoy en día con prestigiosas escuelas especializadas en esta técnica, sin embargo son muchos los chefs que alrededor del mundo ofrecen increíbles piezas llenas de extraordinarios detalles.
Existe un amplio abanico de artistas dedicados a sacar la esencia interior de frutas y verduras bajo el arte del Mukimono, cada uno de ellos con matices y estilos personalizados. James Parker, autor de Veggy Art explica que su iniciativa surgió tras observar cómo en ocasiones los chefs no encuentran el tiempo suficiente para dotar a los platos de delicadas guarniciones por lo que gracias a sus conocimientos técnicos y su experiencia en prestigiosas compañías de ‘guarniciones para llevar’ decidió lanzar su propia empresa para crear creativos y originales centros de mesa. Actualmente, Parker cuenta con alumnos procedentes de todo el mundo para aprender los secretos del Art Veggy.
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Carl Jones, quien junto con los talladores de frutas Daniel Bartlett y Tony Bien alcanzaron el récord mundial de la ‘escultura más grande de fruta’ en 2010 en la Feria del Estado de Colorado, no sólo presenta originales piezas sino que también enseña a hacerlas. Aunque su habilidad nació como una mera afició,n se ha convertido en todo un arte para un artista que crea impresionantes centros de mesa tallados para bodas, exposiciones y otros eventos.
Otros chefs como Ray Duey o el mexicano Iván Rivero son expertos y habilidosos representantes de esta técnica que, combinando culturas y sabores, aplican sobre melones, manzanas y todo tipo de frutas de las que brotan impresionantes esculturas.
Diversos artistas plasman un carácter más provocador a sus creaciones, como Dimitri Tsykalov, quien hace brotar espeluznantes calaveras de elementos a priori más inocentes como una simple manzana, o el fotógrafo húngaro Tamás Balla cuyo talento conlleva un espíritu más hilarante al dotar de vida a los protagonistas de sus creaciones, cuyas acciones cotidianas permanecían en el anonimato para nosotros hasta ahora.
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