La inspiración ochentera de una de las series revelación de las últimas temporadas, ‘Stranger Things’, está dando un juego interesante. Tras recrear el póster de ‘Tiburón’, ‘Alien’, ‘Evil Dead’ o ‘Cuenta conmigo’, la producción de Netflix rinde homenaje a una de las películas cuya atmósfera fluye permanentemente en la serie, ‘The Goonies‘.
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A falta de menos de un mes del estreno de la nueva entrega, la franquicia de ciencia ficción alienígena más relevante de la historia del cine celebra hoy, 26 de abril, el llamado #AlienDay en homenaje al planeta LV-426, la designación planetaria de Acheron donde comenzó la historia de una saga que hasta el momento ha recaudado cerca de 1.200 millones de dólares. Proyecciones, encuentros y concursos rendirán hoy homenaje a las películas de Ridley Scott, pocas semanas antes de que llegue a nuestras salas de cine ‘Alien: Covenant’.

Se trata de uno de los universos de ciencia ficción más míticos de la historia del cine por lo que cualquier novedad en torno a la nueva entrega de la que parece una imperecedera saga siempre genera expectación dado que la necesidad de información de los fans siempre está a flor de piel. Prueba de ello es la publicación de una nueva fotografía del rodaje de ‘Alien: Covenant’ que el estudio 20th Century Fox ha dado a conocer a través de su cuenta de Instagram y que ha saciado la sed cinéfila de los seguidores aunque seguro que por escaso tiempo…
En esta instantánea, que sucede a otras pequeñas ‘píldoras’ en forma de fotografías, el director de la película, Ridley Scott (‘Blade Runner’) se muestra capitaneando una nave que promete un movidito viaje de nuevo, con xenomorfos incluidos, y con algunas sorpresas que aún se guarda bajo la manga ya que algunos rumores aseguran que ofrecerá conexiones con la propia Ellen Ripley.
Bajo las palabras: “Creador. Creación”, este estudio muestra al director en plena acción con un atento Michael Fassbender al fondo, único intérprete que repite papel –el androide ‘David’- en esta secuela de la precuela. Y es que esta cinta –la segunda parte de un trilogía- prosigue con la historia de ‘Prometheus’, que a su vez fue antesala de la saga ‘Alien’. Junto a Fassbender, Katherine Waterston (‘Puro vicio’, ‘Steve Jobs’), que protagonizará esta película, y Danny McBride (‘Caballeros, Princesas y otras Bestias’, ‘Up in the Air’) formarán parte de un elenco en el que ya se ha confirmado que no estará presente el personaje de Elisabeth Shaw, a cargo de Noomi Rapace.
La primera sinopsis publicada de esta película ya avanza algunos detalles de la historia que arranca diez años después: «Rumbo a un planeta remoto en la parte más lejana de la galaxia, la tripulación de la nave Covenant descubre lo que considerarán un paraíso inexplorado, pero que en realidad es un oscuro y peligroso mundo cuyo único habitante es el androide David, superviviente de la desafortunada expedición Prometheus». La espera para saber un poco más será larga, ya que hasta mediados de 2017 no podremos ver la cinta al completo. Mientras tanto, os dejamos algunas pistas en forma de imágenes sobre el rodaje:
Y todo ello incentivado con la ansiada espera y las expectativas creadas ante la quinta entrega de ‘Alien’. Si bien algunas noticias apuntaban a que se había desechado definitivamente este proyecto, en principio dirigida por Neill Blomkamp, parece que tan sólo se ha retrasado por deseo de Scott, tras el estreno de ‘Alien: Covenant’, con el fin de equilibrar las dosis cinéfilas en torno a la saga, según habría confirmado la actriz Sigourney Weaver, responsable de encarnar a la mítica e inigualable heroína Ripley.

El mundo de los sueños es tan amplio como aparentemente inalcanzable. Intangible, enorme y lleno de oscuros recovecos que en muchas ocasiones hacen del sueño un simple pensamiento abandonado en la estacada.
Dice el cuento, que el 16 de Diciembre de 2010 Nacho Cerdà soñó muy fuerte. Soñó con una cola interminable de gente tocando las puertas del mítico cine Urgell de Barcelona. Soñó en una institución que devolviera a la vida y a la gran pantalla algunas viejas joyas de la historia del cine. Soñó en una proyección de dos películas referentes del cine de género. Soñó en una sala repleta de gente emocionada al volver a ver Tiburón y Alien el octavo pasajero. Y no tuvo más remedio que hacer ese sueño realidad.
Nacía entonces la que sería una de las mayores experiencias cinematográficas de todos los amantes del celuloide. Nacía entonces Phenomena the ultimate cinematic experience, el evento que conseguiría recuperar películas de otros tiempos, grandes clásicos que han marcado a generaciones y que muchos de nosotros no habíamos tenido oportunidad de ver en la gran pantalla. Una experiencia que ha pasado por el Palacio de Congresos de Catalunya, el Cine Comedia, los Cinemes Girona, o los Cines Callao en Madrid.
Los Cazafantasmas, La Cosa, El Resplandor, Dentro del laberinto, El planeta de los Simios, Pulp Fiction, Pretty Woman, Desafío Total o La vida de Brian, son sólo algunos de los títulos que han pasado por Phenomena en innumerables proyecciones que han tenido lugar desde ese Diciembre de 2010, hasta 2014. Con Phenomena hemos reído, llorado, cantado, aplaudido y gritado hasta la saciedad. Hemos comido palomitas a ritmo del látigo de Indiana Jones, a ritmo del Delorean de Regreso al Futuro. Hemos meneado los pies a ritmo de Dirty Dancing, de Grease o de Moulin Rouge. Hemos rescatado de nuestras memorias a los no tan olvidados E.T o Gizmo. Y también hemos llorado a moco tendido recordándonos que, quizás, en realidad no hemos crecido tanto… que seguimos siendo tan niños como cuando veíamos con nuestros padres El Rey León o Aladdin, y que seguimos soñando… Pero en esto no estamos solos. Porque si un sueño se cumple, se ha de cumplir a lo grande y eso en Phenomena lo saben muy bien.
En nuestro cuento el sueño se llama AÑO CERO: la sala propia de Phenomena que abrirá inminentemente sus puertas el próximo viernes, día 19 de Diciembre, en Barcelona. Una sala situada en un marco inigualable, los antiguos Cines Napols (Sant Antoni Maria Claret, 168) en el barrio del Eixample, cerca de la Sagrada Familia. Una sala que, además de una programación sobresaliente que ya ha sido anunciada hasta el mes de Enero, traerá a sus 415 butacas el espíritu revival de la rescatar la “magia del cine”, con una de las pantallas más grandes del país y doble cortina incluida.
La sala se ha reformado por completo tanto interior como exteriormente y se ha provisto de proyectores en formato 35mm, 70mm y DCP de 4K. Además, la Sala Phenomena contará con diversos sistemas de audio como Dolby Digital, DTS, SDDS y la niña bonita del audio actual: Dolby Atmos multidimensional.
La programación promete infartos a los corazones menos acostumbrados a las sorpresas-Phenomena: durante las primeras semanas se recuperarán las mejores películas que se han ido proyectando a lo largo de estas cuatro temporadas. Taxi Driver, Los Goonies, El exorcista, La Princesa Prometida, Poltergeist, Willow, Parque Jurásico, Grease o Superman son algunos de los títulos que se podrán ver desde la apertura de puertas y a lo largo del mes de Enero.
Después, la sala llevará a cabo ciclos temáticos, sesiones infantiles y las famosas grindhouse, así como reestrenos, films inéditos en nuestras carteleras y los ya míticos programas dobles. La mayoría de las proyecciones será en VOSE, aunque también se proyectarán películas míticas en versión doblada, como Los Goonies.
El mundo de los sueños es tan amplio como aparentemente inalcanzable. Pero si se sueña muy fuerte, se pone empeño, cariño y voluntad, los sueños pueden convertirse en un bonito camino con un inabarcable abanico de momentos entrañables para el recuerdo. En nuestro cuento el sueño llegó a su fin. Un fin algo paradójico, eso sí. Un fin que tendrá su principio el día 19 de Diciembre y que empieza y acaba con Tiburón y Alien.
Larga vida, Phenomena.

Ellos nunca pasan de moda. Han sido exterminados en infinidad de ocasiones pero en el fondo son inmortales, aunque sólo sea en nuestras mentes y en nuestras retinas. Todos tenemos un imaginario de monstruosidades cinematográficas. Es algo inevitable, ya sea porque las hemos disfrutado de mayores o porque hemos sufrido pánico con ellas de pequeños.
Con el estreno del nuevo Godzilla a la vuelta de la esquina, no podíamos dejar pasar la oportunidad de hacer un repaso por los «bichillos» y «bicharracos» más destacables de la historia del cine. Hay muchos, sí, pero ni todos son tan terroríficos como parecen, ni todos responden de igual manera a la máxima de “cuanto más grande en tamaño, más malvado será”.
Para el apartado de “bichillos” hemos realizado una concienzuda mini-selección que engloba a algunos de los monstruos que concentran toda su mala idea en un tamaño reducido e incluso adorable.
Gremlins
Ni luces brillantes, ni agua, ni comida tras la medianoche. Tres máximas que han traspasado la pantalla hasta hacerse un hueco en la mente de todo niño crecidito amante del cine de los 80 que se precie. Irónica y con mala idea, esta película de Joe Dante mezcla de manera sobresaliente el lado adorable y terrorífico de estos “mogwai”. Poblada de personajes para el recuerdo, como Gizmo o Rayita, y situada ni más ni menos que en Navidad.
Cazafantasmas
Una simple y tierna mascota empresarial reconvertida en un gigantesco hombre-malvavisco como representación física de un demonio llamado Gozer. El clásico de los años 80 Ghostbusters no es una película de monstruosidades como tal, pero sin embargo sí que cuenta con un súper monstruo de tamaño considerable y, además, de lo más sabroso. El colosal muñeco de los Marshmallows, invocado por la mente de Ray Stantz (Dan Aykroyd), ataca a los protagonistas y siembra el caos y la destrucción en la ciudad de Nueva York. Cultura pop y posmodernidad por todos los costados. ¡Los Cazafantasmas tenían que ser!
El gigante de hierro
Hemos decidido incluirle en la categoría de bichillos, porque aunque es enorme, en realidad es adorable. Acción, un final de lo más emotivo, una historia preciosa… cine de animación con mayúsculas.
El ataque de los tomates asesinos
No son concretamente bichillos y aún así, nos vais a tener que perdonar. Porque morir asesinado por un tomate, me diréis si es o no es lo más espeluznante que hayáis visto en vuestra vida…
Quizá nadie huiría de nuestros bichillos, pero seguro que otro gallo cantaría si se os presentaran delante alguno de los monstruos que vienen a continuación. Aunque, todo hay que decirlo, no todos los bicharracos son lo que parecen, por eso hemos incluido en nuestra selección algunos seres medio malos, otros medio buenos, otros totalmente depredadores y algunos que directamente no sabemos si llegan a ser bicho.
La cosa
Bicharraco raro donde los haya. En esta película hay una masa ingente y asquerosa que ingiere todo lo que encuentra a su paso y va mutando su forma en función de lo que se come. Esta increíble característica se convirtió en la peor pesadilla de un grupo de investigadores americanos que se encontraba trabajando en la Antártida. Para el resto de humanos, bastante desagradable, la verdad.
Alien
Película nº 1 sobre monstruos depredadores ambientada en el espacio por excelencia. A nadie le suena de nuevas La Nave Nostromo y las consecuencias que sufrió su tripulación. Lo que fue Alien traspasa las fronteras de la razón. La película consiguió lanzar una franquicia que se expandió con más criaturas, llegando a pelear éstas entre ellas, o con otros de los monstruos del cine más famosos. Sí, ha habido muchas películas post-Alien. Muchas secuelas. Muchas muy malas. Pero como película de monstruos (y más allá de eso) Alien es y será una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia.
Parque Jurásico
Año 1993 y a Spielberg se le ocurre resucitar a los monstruos reales más enormes de la historia de la Tierra. Con una tecnología revolucionaria para su época, Parque Jurásico se convirtió en un fenómeno en las salas e inició de manera masiva la labor que había tenido hasta la fecha el merchandising en el cine.
Para muchos, fue una película que marcó una etapa y asentó de nuevo unas bases que parecían algo dispersas en la década de los 90, y lo hizo de una manera muy inteligente. Quizá el fallo de las películas de monstruos es presentarlos “nacidos” de la nada. Jurassic Park presentaba esos mismos monstruos creados por el hombre; y la razón del miedo real no era otra que esa: la humanidad responsable, e intencionadamente, que es peor.
Con permiso de King Kong, una servidora le entregó, hace muchos años, su corazón a Parque Jurásico.
Godzilla/ Gojira
Gojira (para nosotros más conocido como Godzilla) fue el primer monstruo creado en el país nipón. Considerado el monstruo entre los monstruos. Hijo de una mutación cuya causa era la radiación nuclear, no es de extrañar que la primera película, Gojira, se rodase apenas 10 años después de la bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki. Dolor había en esta época, y eso es precisamente lo que rezuma en esta primera producción. En ella se respira desolación y maldad, un clima totalmente dramático cuyos protagonistas reales son las personas, no el monstruo. Este clima se fue suavizando en películas posteriores (especialmente en todas las Godzilla que ha creado recientemente el mercado occidental), convirtiendo el drama en tensión, y la desolación o abandono, en desesperación e hiperactividad de ciudades sumidas en el caos más absoluto.
Sin duda para muchos, Godzilla es la quintaesencia de las películas de monstruos. Ha sido inspiradora de directores, artistas y todo tipo de creativos. Sus secuelas, homenajes y remakes son incontables.
King Kong
No podía ser otra la que ocupase el primer puesto. Donde Godzilla (1954) sentó las bases del género de películas con monstruos gigantes, King Kong (1933) directamente lo creó. Llena de escenas que han pasado a la historia, puede ser posiblemente la película que mejor aúna sentimientos y terror. Y de una manera adorable, además. Fue, en su época, un prodigio de los efectos especiales.
King Kong es el más humano de todos los monstruos… quizá por ello tiene forma de mono… Sea como sea, es imposible no querer un poco a este gran y adorable monstruito.
Todos han sido temidos, y todos han sido inspiradores de lo que ha venido después. No podemos imaginar películas como Pacific Rim, The Host, o Cloverfield sin ellos.
Mención especial entre los bicharracos merecen los seres creados para las películas (más modernas, eso sí) de El señor de los anillos o Star Wars; tanto Rancor o Sarlacc en Star Wars o el balrog o el gran dragón Smaug en El Señor de los Anillos son monstruos que cumplen con creces su función. De esta misma saga, la criatura Gollum también merecería una mención especial quizá entre los bichillos. Hay tantas películas cuyas criaturas merecerían mención especial que la lista sería interminable. Y, sin embargo, haciendo una mención especial más (la última) destacaremos The Cabin in the woods. ¿Por qué si no es una película de monstruos?
*SPOILER* Puede que no lo sea en mucha parte de su metraje, pero el final de “The Cabin in the Woods” consigue reunir todo nuestro imaginario infantil de monstruosidades, una misma escena. Implosión de cerebro.
*FIN DEL SPOILER*
Este viernes llega a la cartelera la nueva entrega de Godzilla; la película, dirigida por Gareth Edwards, viene con un pan bajo el brazo. Y es que cuenta en el reparto con el actor Bryan Cranston, elevado a deidad tras su papel de Walter White en la serie Breaking Bad. Aaron Taylor-Johnson, Elizabeth Olsen, la mismísima Juliette Binoche o Ken watanabe son algunos de los intérpretes que completan el reparto.
¡Corred insensatos!

No hace mucho, alguien me comentaba que le había dado una cinta de casete a su sobrina de año y medio, y el primer gesto de la pequeña al coger la cinta había sido deslizar el dedo pulgar como si quisiera arrastrar la pantalla de un teléfono móvil. Obviamente, en la cinta no ocurrió nada y la niña decidió ignorarla, supongo que por considerarlo un “objeto aburrido” ya que no podía interactuar con él.
La interacción, esas relaciones “virtuales” sin las que parece que la mayoría de nosotros ya no podemos vivir parece ser uno de los temas que, a simple vista, plantea el inminente estreno de la semana, la nueva película de Spike Jonze: HER, que relata la historia de un hombre abandonado por la mujer de su vida, que al sentirse solo decide instalar en su móvil un programa de interacción, con el que empieza a sentir cierta compañía y con el que acaba teniendo una especie de “relación”. Y hasta aquí podemos leer habiendo visto sólo el tráiler de la película. Jonze defiende contra viento y marea que su película habla de la conexión entre dos, pero lo cierto es que esta conexión que se plantea no es de uno a uno, sino de uno a…»algo». Sin embargo, todo apunta a que HER va a ser una historia que irá mucho, muchísimo, más allá. Y, todo hay que decirlo, ya era hora de que alguien tratase de lleno este tema, porque lo queramos o no, ya nos hemos dejado arrastrar por esa inteligencia artificial que en su día empezaron a tocar películas como Metrópolis, o después Blade Runner. Nos hemos dejado arrastrar y además hemos acogido, e incluso amamos, esa inteligencia de las máquinas; aunque nosotros hayamos adoptado una versión más pequeña y portátil en nuestros teléfonos móviles. No hace falta conocer una grandísima muestra de personas para reconocer que las máquinas somos nosotros o, al menos, lo somos en esa parte que nos esclaviza a una tecnología que no hace sino “simular” humanidad.
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¿Estamos ante el principio (o el fin) de una era? ¿Hemos entrado ya en ella? Lo cierto es que el cine viene apuntando en esta dirección desde ya hace bastantes años, y nosotros o bien no nos damos cuenta o preferimos ignorarlo. Sólo parecen darse cuenta los guionistas y directores que no hacen más que escribir películas sobre súper máquinas destructoras del universo y ordenadores malvados e infinitamente más inteligentes que nosotros.
El cine se ha encargado a lo largo de décadas de remarcar esta situación hipervirtual que vivimos hoy en día. Ciertamente, el cine ha enseñado en muchas ocasiones el lado oscuro de la moneda, se ha encargado de mostrarnos esa cara que posiblemente no llegue a pasar nunca porque “los humanos están por encima de todo”: el lado de la tecnología descontrolada. El cine ha imaginado macro ordenadores observadores del medio y con personalidades propias que llegan a evolucionar, como Hal 9000 en 2001: Odisea en el Espacio, capaz de cualquier cosa con tal de dar prioridad a su propia supervivencia. Lo mismo pensaba el sistema de inteligencia artificial Skynet, en Terminator: la raza humana debía ser eliminada ya que era una amenaza para la propia máquina. Algo parecido ocurría en una película que pasó bastante desapercibida en su estreno en 1982 y que, sin embargo, ha sido después considerada de culto por su introducción a una parte de la ciencia ficción de la que aún no se había hablado demasiado, la realidad virtual. Esta película no es otra que Tron y, en ella, el protagonista, Flynn, es absorbido a un mundo digital del que puede escapar solo si encuentra al programa de seguridad que da título a la película. En este mundo digital, dominado por el CCP (Control Central de Procesos) todos los programas tienen vida propia y se parecen físicamente a sus creadores.
Aunque si hablamos de máquinas que dominan el mundo, la estrella que brilla sobre el firmamento es sin duda The Matrix, en la que directamente y sin miramientos se nos muestra una especie de El Show de Truman en el que absolutamente todo está controlado (secretamente para los «humanos») por las máquinas. Y no es que The Matrix tenga algo que ver con El Show de Truman, sin embargo sí que en ambas hay un “despertar” de los protagonistas; claro que si Truman Burbank se hubiera enterado de su historia (hubiera despertado) en el mismo lugar donde se despierta Neo… igual le hubiera dado un parraque. Muerto ipso facto.
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Pero el cine no sólo nos ha mostrado la inteligencia virtual en forma de puras máquinas o computadoras. También la hemos visto trasladada a formas más humanas como pueden ser los robots en películas como A.I, El hombre bicentenario o la ya mencionada obra de culto Blade Runner. Claro que también ha ocurrido lo contrario, el cine también ha sido responsable de convertir a las personas en máquinas, y qué mejor ejemplo de ello que Jarvis, mayordomo estrella de Los Vengadores en los cómics de Marvel, reconvertido en J.A.R.V.I.S en el cine, una computadora perfecta que además de ayudar a Iron Man a ponerse su complicadísimo traje de superhéroe, era la responsable de controlar toda su casa (y menuda casa).
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Ya hemos perdido la cuenta de la cantidad de máquinas que han ideado planes maquiavélicos contra la humanidad: Ariia (La conspiración del pánico), V.I.K.I (Yo, Robot), EDI (La amenaza invisible), Madre (Alien) con su mensaje de “tripulación prescindible” o La Reina Roja (Resident Evil, videojuego y película) queriendo convertirnos ni más ni menos que en zombies, son claros ejemplos máquinas conscientes en el cine.
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Y es que cuando se trata de imaginar, ya sabemos que no hay límites. Y en el cine menos. La ficción tiene la peculiaridad de dar infinitas posibilidades, de plantear cantidad de temas que de otra manera serían difíciles de plantear o, como mínimo, de plantear claramente.
Ya no nos asusta la máquina consciente porque quizá pensamos que podemos superarla. El miedo real llega cuando los sentimientos, traspasan los límites de lo virtual. ¿Podemos enamorarnos de una máquina? Esa línea cada vez más fina es un tema peliagudo que también planteó en cierta manera la mini serie Black Mirror en su primer capítulo de la segunda temporada el año pasado.
La serie se caracteriza por llevar al extremo temas a la orden del día, como la política, la realidad virtual, incluso ha llegado a jugar con el reality de TV de manera bastante cruel. Pero lo planteado en ese episodio es de lo más brutal que se ha planteado hasta la fecha. Y da miedo REAL. Ambientado en un futuro próximo vemos como toda nuestra personalidad se puede recrear a partir de los videos y fotos que compartimos, nuestros tuits, de facebook… Nuestra personalidad está viva en el mundo virtual y, por tanto, si morimos, nuestros seres queridos pueden seguir manteniendo contacto con nosotros a partir de esa “persona virtual creada”. Si ya de por sí esto da qué pensar, el capítulo pasa de ahí a plantear el encargo de una versión robótica (un androide, vamos) hecho a partir de esa “persona virtual» que has dejado en tu paso por la vida, y que es físicamente igual a ti. El final del capítulo es casi más aterrador que el principio.
Y es que el miedo a la destrucción por las máquinas ya lo tenemos más que superado. Tantos ejemplos nos ha dado el cine y siempre acaba ganando la humanidad, no era difícil. Pero ¿tenemos miedo a vernos sentimentalmente afectados por una máquina? Y no el sentimiento que sentimos cuando estalla la pantalla del iPhone… Miedo a la pregunta de: ¿se puede amar a una máquina? ESE es el miedo real. El tema que, a priori, plantea Her no parece distar mucho de lo que se puede llegar a sentir viendo el capítulo de Black Mirror.
Her expone una inteligencia artificial con conciencia plena, una inteligencia que puede evolucionar, aprender e incluso llegar a ver al ser humano como algo experimental. Y no al revés. No debería extrañarnos que alguien haya decidido llevar este asunto a la pantalla. Quizá los personajes o el hiperrealismo con el que Jonze acostumbra a retratar su realidad estén un poco llevados al extremo, pero en el fondo y, con miedo de que suene a paranoia absoluta, este es un tema que ya está aquí (que diría el siempre sabio Fox Mulder). Es un tema que debería interesarnos. Es algo que vivimos cada día, en cada mensaje de whatsapp, en cada tweet que mandamos a personas que ni siquiera hemos visto ni una vez. Es cierto que, en estos casos, sabemos que “al otro lado de la máquina” SÍ hay alguien, pero lo importante no es eso, lo importante es que estamos perdiendo cualquier tipo de interrelación personal física; podemos llorar, reír, sentir o llegar a enamorarnos de una serie de frases leídas a través una pantalla. ¿Es lógico? Que sí, que la evolución nos permite comunicarnos de formas impensables, y en cuestión de segundos. Pero lo cierto es que sólo hemos aprendido a interactuar con un sistema de números binarios y, como mínimo, deberíamos plantearnos qué pasaría si desapareciera de repente… ¿volveríamos sin ningún tipo de problemas a relacionarnos como lo hacían, por ejemplo, nuestros padres y abuelos? Yo, sinceramente, creo que las pasaríamos canutas.
Ahora no puedo dejar de pensar en lo bonito que es llamar a mis amigos del pueblo a gritos por la ventana. Es que allí no hay telefonillos. Ni cobertura.
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