Caolín, feldespato y cuarzo. Tres cocciones a diferentes temperaturas. La primera para producir el objeto, la segunda para vidriarlo y la tercera para la decoración que ostentará. Desde el siglo VII, la porcelana china ha sido uno de los objetos más demandados por la cultura occidental por sus cualidades y practicidad. Lámparas, cuencos, vasos, jarrones, esculturas… han decorado los palacios y residencias de reyes, nobles o burgueses de toda Europa. Hoy, Ah Xian recupera este material en sus series China, China y Human, Human.

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En los años 80,el artista y su familia tuvieron que exiliarse de China, después de los sucesos ocurridos en Tiananmen en 1989, para pedir asilo político en Australia. El cambio de residencia y la distancia con su cultura y su país natal le hicieron vivir experiencias que necesitaba expresar. Desde ese momento, empezó a trabajar con porcelana como material para sus esculturas.

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China, China consta de 40 obras en porcelana pintada a mano que representan cuerpos humanos. Estas obras son el resultado de una introspección filosófica que el autor hace de su propio conocimiento, de sus raíces y de la cultura china, confrontándola con los valores occidentales que predominan. La porcelana le permite expresar un extraño complejo de emociones que quedan plasmados a través de la decoración de cada una de las figuras. Las caras de los personajes permanecen inexpresivas para que sea la decoración la que hable por ellas. En el caso de Human, Human, se representan bustos de personas. Para los modelos ha recurrido a personas reales, como amigos y familiares que se han prestado para ser retratados.

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Xian quiere recuperar los valores artísticos perdidos en su tierra natal. La filosofía y la forma de vida occidental ha calado muy hondo en China desde que, como país, se abriera al exterior. Al recuperar el arte de la porcelana, intenta recuperar la tradición de la creatividad manual, algo que se está perdiendo en el gigante asiático. Sólo hay que recordar que durante el reinado de las dinastías Ming (1364-1643) y Qing (1644-1911) se realizaron preciosos y sofisticados objetos en porcelana que fueron exportados y vendidos a Europa. El arte y la tradición de la porcelana es algo inherente a la cultura china, siendo un medio de expresión único de una peculiar manera de comprender la belleza. Y estos principios son los que Ah Xian quiere recuperar y transmitir a las generaciones del siglo XXI.

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Tratar de contar su propia historia con su propio lenguaje, expresar la vida y la muerte, el pasado y el futuro, lo viejo y lo nuevo, lo racional y lo emocional, una cultura decadente y otra naciente. Todas estas contraposiciones están presentes en la mente del autor, que tuvo que adaptarse a una vida occidentalizada en Australia e incorporarla a su educación y tradición oriental. Su finalidad es transmitir al espectador la idea de que en un mundo globalizado como el actual es posible mantener la propia identidad a través de la tradición y las artes, recuperando los momentos gloriosos del pasado a través del arte manual y devolviéndole el valor original que tiene.