Si te apasiona el sushi, seguro que no podrás evitar convertirte en fan del artista japonés Mari Hamahira. Tierno arroz junto a su «adorno» principal que consiguen dejarte con unas ganas imperiosas de darles un bocado, pero con la salvedad de que si te lanzas a hacerlo puedes quedarte sin más de un diente.

Bocados de sushi que, gracias a tallar minuciosamente piedras por medio de la técnica del pulido, consigue un impresionante realismo en sus más que peculiares hosomakis, oshizushis o los más que reconocibles nigiris. Piezas dedicadas a los amantes de la gastronomía japonesa que se adornan con anillos de cebolleta, wasabi y pequeñas huevas.

La oferta culinaria de Hamahira no acaba en un menú típico de la restauración japonesa, sino que entre su más que decorativa oferta culinaria, podremos sorprendernos con partes del cuerpo humano. Hosomakis rellenos con dedos o nigiris de cerebros son algunos de los elementos críticos de la obra con los que quiere reflejar su particular crítica al consumo y despilfarro. Un despilfarro que el mismo artista vivió en sus carnes, al haber trabajado en la industria pesquera, donde fue testigo de cómo se pescaba de manera masiva desechando muchas de las piezas sin ser vendidas.