Desde que los cubistas rompieran con la manera tradicional de realizar las obras de arte e inauguraran lo que conocemos como Arte Contemporáneo, mil y una posibilidades artísticas han sido llevadas a cabo desde entonces. Tal es así que, hacia los años 60, surgía una nueva forma de expresión plástica a través de la utilización de elementos de la naturaleza que servían para captar la atención del observador y, a su vez, modificar el paisaje en el que se integraban. Este nuevo estilo fue bautizado como Land Art, donde la preocupación por el medio ambiente y la relación del hombre con la Tierra es recurrente en todas sus manifestaciones. Basta con mencionar a Robert Smithson y su célebre Spiral Jetty para hacerse una idea de la importancia que alcanzaron estas obras dentro de la historia del arte.
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Es precisamente ese amor por la naturaleza lo que ha llevado a Patrick Dougherty a interesarse por las técnicas primitivas de construcción arquitectónica y a utilizar ramas de árboles como principales materiales para sus obras. Nacido en Oklahoma, trabajó para la administración en el área de Salud de las Fuerzas Armadas estadounidenses, pero fueron sus habilidades como carpintero las que le llevaron a estudiar historia del arte y escultura e incluso a construir con sus propias manos la casa donde aún reside en la actualidad.
Su primera obra, Maple Body Wrap, fue creada en 1982 con madera de arce para la exposición bienal de artistas de Carolina del Norte. Solo un año después de su debut consiguió realizar su primera exposición como artista único en Centro de Arte Contemporáneo de Winston-Salem. A lo largo de sus treinta años de carrera artística ha creado más de 230 figuras arquitectónicas para jardines, museos y universidades de más de medio mundo, desde Irlanda a Bruselas, pasando por Japón, Australia, Estados Unidos , Italia o Francia.
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Sus obras pueden recordar refugios de montaña, nidos de animales o incluso como si un huracán hubiese removido toda la construcción y hubiese dejado su impronta a su paso. Muchas figuras tienen recuerdos de los templos de la India, como su obra Disorderly Conduct; otras son reminiscencias de arquitecturas e iglesias barrocas, como Toad Hall o Fed Square; otras recogen una temática más fantasiosa que recuerdan caras o formas fantasmagóricas. La mayoría de ellas están hechas con ramas jóvenes de árboles que el mismo autor cultiva para poder moldearlas a su gusto e imaginación.
El período de ejecución está en torno a los tres meses desde el comienzo de la obra y el período de vida de la misma es incalculable, ya que depende de muchos factores como la humedad, el lugar donde se encuentra ubicada, la polución, si está integrada en una ciudad o en un jardín… aunque siempre se parte de la idea de que es una obra de arte efímera. Gracias a que se utilizan elementos biodegradables y naturales su proceso de descomposición e integración en el medio natural está garantizado y no supone un riesgo alguno de contaminación para el entorno.
Dougherty continuará durante todo el 2014 ofreciéndonos sus creaciones en distintos puntos del planeta, desde Estados Unidos a Francia.
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