tangerineA pesar de que esta edición del Festival de Sitges va llegando a su fin, aún siguen apareciendo joyas de esas que recordaremos en años venideros. Da gusto madrugar para ir a ver cine, y mucho más gusto si además es buen cine. Tangerine, una película pequeñísima sólo con 3 personajes protagonistas (dos transexuales y un taxista) que bebe de películas como Spring Breakers para acabar convirtiéndose en un divertido y a la vez duro relato acerca de un paisaje desolado, el de la vida de los protagonistas. Los dos transexuales, se ganan la vida con la prostitución mientras que el taxista recorre las calles llevando a todo tipo de gente de aquí para allá, soportando situaciones incómodas la mayor parte de su jornada laboral. La película está rodada con un teléfono móvil, en una decisión tomada no sabemos si por falta de presupuesto o por aportarle una personalidad totalmente única a la película. Y tenemos que decir que sea como sea, lo consigue. Una ciudad como Los Ángeles, ciudad totalmente impostada y falsa, marcada por las apariencias y no por las realidades, donde la gente tiene antes un cochazo que un techo bajo el que vivir, es el cuadro perfecto para situar la historia que aquí se nos quiere contar. Tangerine es una película de asalto, una película callejera, pero con una vida que les falta a muchas otras películas con millones de presupuesto. La cinta demuestra que con muy poco se puede hacer buen cine si se tiene clara la historia. La tragicomedia es el arma empleada por Sean Baker para transmitirnos a la  perfección una historia de soledad extrema, igual que la soledad de Los Ángeles: la soledad en la que viven las personas que pasan su vida en las calles. Bravísimo por Kitana Kiki Rodriguez y Mya Taylor. Dos diamantes en bruto a los que debería ser obligatorio escuchar mantener una conversación al menos una vez en la vida.

De la clase más baja a la más alta, LIFE-Robert-PattinsonLife, la cinta que relata parte de la vida de James Dean y la relación surgida entre él y el fotógrafo de la revista Life, Dennis Stock, responsable de haberle hecho algunas de sus fotos más icónicas. El director Andre Corbijn nos muestra un pasado temporal cinematográfico que se nos antoja como algo demasiado lejano y un James Dean que, creemos, no merecía una interpretación tan apática pese a la introspección y la timidez que definía al actor y su pseudo-tendencia a la depresión. En el film de Corbijn todo parece estar en constante quietud, helado, como la nieve que baña el paisaje y Jimmy Dean parece estar demasiado absorto en sus pensamientos, al menos demasiado como para que lleguemos a empatizar con él. La cinta tampoco da para avanzar muy frenéticamente, pues relata un episodio concretísimo de la vida del actor y, como todo lo que puede aportar una simple foto, nos quedamos a medio camino de intentar conocerle un poco mejor.

También hoy ha sido el día de Angelica, filmangelica de Mitchell Lichtenstein que ya aterrizó en Sitges hace ocho años con Teeth y ahora vuelve a hacerlo con una película protagonizada por Jena Malone en el papel de esposa y madre en la época victoriana. No es que la película no explote un tema interesante, que lo hace, es que su ‘topic’ deja de tener interés en el momento en el que el giro por querer aportar un tono original a la película, se come absolutamente toda coherencia que pudiera haber en el guión. Así, un film que pretendía  transmitir la opresión sexual de la mujer se nos convierte en algo tedioso, repetitivo, soporífero y definitivamente poco atractivo para un espectador que vaya buscando terror, suspense o una visión de la opresiva época victoriana. Para los que busquen risas igual sí.

Risas. Precisamente, HR_0393_tiff.tify a pesar del tema que trata, de eso está llena High-Rise, la nueva película de un Ben Wheatley totalmente desatado. Bajo las inestimables máximas de la novela de James Graham Ballard, Wheatley dirige la vida de todo un enorme rascacielos, repleto de personajes tan pintorescos como representativos. Tom Hiddleston interpreta al Doctor Robert Laing, el nuevo inquilino del rascacielos que plantea Wheatley, donde las clases sociales existen verticalmente y se manifiestan en la distancia que separa cada piso del suelo. En el rascacielos se suceden las fiestas y los derroches, el lujo ochentero cañí inunda los altos pisos; mientras que en los primeros pisos aún no llega la electricidad.

Podríamos decir que el rascacielos de Ben Wheatley se divide en dos partes: una primera parte donde se reconoce un registro más pausado y una segunda donde el caos y la revolución imperan sobre la tranquilidad y el conformismo de la sociedad de clases que se nos presenta en la película. Y es que High-Rise no solo nos introduce en un mundo de sociedad corrupta, ambiciosa e interesada, sino que además nos lanza un mensaje directo en forma de caos infinito: – “pensad si algo de lo que ocurre en la cinta os suena del mundo en el que vivís”- No de la misma forma que ocurre en la película, pero la respuesta es ciertamente un SÍ rotundo. High-Rise  es una película importantísima que bien merecería un caso de estudio, si bien por lo pronto se postula como película de culto de cara a los años venideros. Y nosotros, mientras tanto, seguimos esperando a que nos llegue la electricidad.