anomalisaDespertamos el tercer día en Sitges con un golpe directo al alma. Charlie Kaufman lo ha vuelto a hacer. Siete años después de su último título (Synecdoche New York), el guionista de películas como Adaptation se ha lanzado al mundo de la animación –para adultos, eso sí- con un relato acerca de las relaciones humanas y la manera que tenemos de entablarlas. Un relato que va directo al corazón, una película verdadera, necesaria  y sin duda alguna de obligatorio visionado. El título en cuestión es Anomalisa y relata el viaje de negocios de Michael Stone a la ciudad de Cincinnati. Su estancia en el hotel en el que se aloja se ve iluminada por una mujer, Lisa, una mujer diferente a todas las demás personas y que hace a Michael perder la cabeza. No en vano, Charlie Kaufman nos presenta a todos los secundarios de la película como un igual (voces iguales, personas físicamente muy parecidas), hasta que entra en escena Lisa, destacando entre todos lo demás. Michael y Lisa mantendrán una relación de una noche en este hotel que curiosamente se llama Frégoli (síndrome por el cual los enfermos creen que todas las personas que les rodean tienen exactamente la misma identidad). Anomalisa es, además de un stop motion técnicamente espectacular, una historia de esas que te retuercen, de esas que duelen por todas las verdades que dicen, ni más ni menos. Y es que no mentimos si os decimos que saldréis de Anomalisa anímicamente destrozados, pues es una de las cintas más pesimistas de los últimos años. Un canto al amor fou, al amor que te hace perder la cabeza, al amor intenso y pasajero, al amor con final anunciado, a lo momentáneo y también a todas las consecuencias que puede acarrear un único momento – EL momento- por mínimo que sea. Porque ya se sabe, lo importante no es la cantidad sino la calidad. Y cuando la calidad es buena, la fecha de caducidad duele.

Y parece mentira, pero Sitges es así: de repente te están apedreando el alma en el Baskinsentido más espiritual del mundo, como tan pronto estás viendo a alguien ser apedreado de verdad. Y así mismo pasó: de Anomalisa nos fuimos a Baskin. Error mayúsculo. El director turco Can Evrenol dirige este film gore que comienza con un suspense maravillosamente bien llevado para convertirse en su segunda mitad en un “sangre por la sangre” sin sentido alguno. Su extrañísimo montaje sin ninguna coherencia y una banda sonora absolutamente atronadora terminan de hacer el trabajo para que uno salga de la sala no sabemos si más espantado o confundido por lo que acaba de ver.

the_hallowTampoco lo pasamos nada bien con The Hallow: demasiados bichos para tan poco guión. Una tensión construida a partir de bombillas encendidas 24 horas y palos de hierro no podía sostenerse demasiado tiempo. Subtramas desligadas de la historia principal y sin sentido (y además sin resolver, claro) bebés del vecino que aparecen y desaparecen con un chasquido de dedos y al son del guión que más calienta y, en definitiva, bastante poca coherencia en general durante todo el metraje. Una petición: por favor, que alguien prohíba YA las escenas donde mediante el flash de una cámara de fotos vemos cómo se acerca el enemigo.

Suerte que siempre hay en Sitges alguna que otra pieza de esas que te hacen salir de lai-am-your-father vorágine de ficción en la que vivimos durante el festival. Y ayer era la ocasión de ver el I am your father, película sobre David Prowse, el actor que dio vida a Darth Vader en las películas de Star Wars. Un documental muy, muy interesante al que posiblemente le sobre presencia del director en pantalla y algo de esa música a veces manipuladora, pero que ningún fan de la saga galáctica se puede perder. Nunca habíamos tenido tan cerca a David Prowse, sobre todo porque LucasFilms no nos dejó… Y es que Darth Vader fue, es y será el máximo villano, pero también la máxima víctima, de la saga de Star Wars.

the-boyY tras litros de sangre, frikis de Star Wars y un duro golpe emocional, llegamos a la proyección de The Boy. Basada en un capítulo de una novela, la película retrata las idas y venidas de un pequeño en su niñez, viviendo solo con su padre en un motel de carretera que para más desgracias, va fatal de clientela. The Boy es una película basada en un relato corto de Clay McLeopold Champan (The Henley Road Motel), que  nos  muestra pausadamente el proceso de lo que ocurre en la mente del pequeño Ted para acabar convirtiéndose un asesino en potencia. La película retrata de una manera contundente los condicionantes que influyen en el pequeño y que van activando clics en su cerebro. The Boy nos deja varias escenas totalmente espeluznantes, algunas de ellas serán de las más contundentes que veremos en el festival: solo diremos que esa rabia contenida del pequeño va desde el maltrato animal hasta cosas mucho peores. La película es solo una parte de la trilogía que será y que mostrará las partes más importantes en la forja de la mente de un asesino en serie: los 9, los 14 y los 18 años. ¿Acaso alguien no pensó durante la proyección de The Boy, que estábamos asistiendo a la precuela del aquel enfermo del motel que creo Hitchcock?