El viernes 4 de diciembre, cuando el reloj marque las 00:00 horas, coincidiendo con el puente de la Constitución, da comienzo oficialmente la campaña electoral. Durante dos semanas, los líderes políticos de los distintos partidos que optan por conquistar La Moncloa estarán hasta en la sopa. Mítines, acciones solidarias con una horda de periodistas para que den buena cuenta de su ‘nueva’ faceta de samaritano, firma de autógrafos a pie de calle cual estrellas del rock y, sobre todo, la mejor sonrisa para ganar votos y alzarse como presidente del Gobierno. Al fin y al cabo, un juego de niños del que todos estamos pendientes, pero cuyas reglas no logramos entender del todo, ya que la sensación que nos queda después es de que los dados estaban trucados a su favor.
Es ante este sentimiento que desde Greenpeace han querido organizar su propia “noche electoral verde”, en la que tratan de despertar los auténticos valores de los aspirantes a la presidencia y evitar que las mieles del poder les haga desviarse de sus pretensiones políticas hacia las personales. “Que el niño que fuiste no se avergüence del adulto que eres”, es el lema de Antoine de Saint-Exupéry de esta peculiar campaña en la que se ha llevado a cabo una espectacular caracterización de cinco niños, que se meten en la piel de Pablo Iglesias (Podemos), Alberto Garzón (Izquierda Unida), Pedro Sánchez (PSOE), Albert Rivera (Ciudadanos) y finalmente el actual inquilino de La Moncloa, Mariano Rajoy (PP).
“Para llevar a cabo esta campaña, hemos realizado un intenso trabajo de casting, caracterización y postproducción. El objetivo era lograr el mayor parecido posible con los políticos, que los niños fueran lo más fiel posible a sus versiones adultas”, asegura Nadia González, periodista y community manager de Greenpeace. “El trabajo comenzó con la selección de los pequeños políticos, que fueron maquillados, peinados y caracterizados siguiendo al milímetro las fotografías de los modelos originales. Tras la larga sesión de fotos, las imágenes fueron retocadas digitalmente, cada detalle hasta lograr que los niños dejasen de ser niños y se convirtiesen en candidatos”, explica.
Todo este trabajo de producción tenía un propósito. Empapelar las calles de Madrid con carteles electorales como si realmente hubiese comenzado la campaña. Niños de nueve años les robaban el protagonismo a los líderes de los cinco grandes partidos que aspiran a la presidencia. Sus promesas, más allá de las habituales promesas que escuchamos en cada ocasión (lógico, si no se cumple se tiene que prometer de nuevo, ya que el problema no se solucionó), ahora tiene el color verde de Greenpeace: “Cuidar la naturaleza”. La idea es recordarles a sus homólogos adultos que la crisis medioambiental también necesita medidas por parte de los mandatarios políticos, no es una cuestión exclusiva de los ciudadanos de a pie.
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